Pero lo realmente preocupante no es que tengan esta certidumbre -que algunos pueden intuir por el pobre análisis crítico que se observa en determinadas personas- sino que están dispuestos a aprovecharse electoralmente de esta circunstancia sin el menor recato ni rubor a sabiendas, además, de que los suyos no se lo van a tener en consideración.

Cuando Javier Arenas dice una barbaridad, los votantes naturales de este partido saben que no se dirige a ellos sino que el político andaluz está pretendiendo llevarse al huerto -me resistía a ponerlo pero se me van los dedos sobre el teclado- a aquellos “tontos” a los que se refería el todavía alcalde, aunque en funciones, de Getafe en expresión bastante tosca pero muy ilustrativa de lo que, él en su día y yo ahora, queremos expresar.

Pero la alusión al eterno candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía no se ha hecho de forma gratuita.  Desde el día de las elecciones del 22-M hasta el mes de junio, es el único dirigente de la cúpula de Génova que se ha pronunciado sobre la más que segura candidatura de Pérez Rubalcaba a la presidencia de Gobierno. Pues bien, Arenas Bocanegra ha afirmado, sin tan siquiera inmutarse, que “los cambios de liderazgo que no suponen un cambio a una generación más joven están condenados al fracaso”.

Sin embargo, si alguien pudiera pensar que aludía a la designación que en su momento se hizo de Rajoy -sólo dos años más joven que quien le designó- que hasta la fecha no ha ganado ninguna elección a la que se haya presentado personalmente -“condenado al fracaso”, en expresión del político “campeón”-,  que se olvide de ello pues, antes al contrario, esta haciendo alusión a Alfredo Pérez Rubalcaba y lo hace, además, con el convencimiento de que muchas personas se tragarán su afirmación sin pensar ni remotamente en el tandem Aznar/Rajoy.

Otro ejemplo de actualidad sobre este comportamiento es el argumentario -al que ha tenido acceso Europa Press- que,  sobre la crisis de los pepinos, el PP ha remitido a sus cargos para que todos ellos, marcando el paso de la oca, traten de convencer a la ciudadanos no excesivamente informados de que “la debilidad” del Gobierno de Zapatero ha sido el que ha dejado a los agricultores “indefensos en la crisis de los pepinos” y que el Ejecutivo “vuelve a llegar tarde y mal” a la defensa de los intereses de los españoles. Ni una sola alusión en el argumentario pepero -según la información ofrecida por Europa Press- al comportamiento incompetente e irresponsable, en un tema tan delicado como es la salud y sus riesgos, de las autoridades alemanas.

Lo curioso es que los argumentarios del PP parece que no tienen como únicos destinatarios a sus dirigentes. Obsérvese, si no, la rara unanimidad que tienen en el mismo día todas las editoriales de los medios de comunicación afines a este partido.

Libertad Digital en su editorial “La crisis del pepino deja en evidencia al Gobierno” manifiesta que “el Gobierno de Zapatero, con su falta de reacción ante esta crisis, ha dejado nuevamente en evidencia que no es más que un Ejecutivo en funciones, cuyos miembros, más que en gobernar, parecen exclusivamente interesados en asuntos de partido”.

La Razón afirma en “ Pepino amargo” que “el desánimo socialista merma su capacidad de respuesta, porque sus preocupaciones no están en la gestión pública. El país no atraviesa precisamente por un buen momento y necesita unos gestores atentos y eficientes”.

ABC, por su parte, en “Los pepinos y el desgobierno” denuncia que “el presidente y sus ministros están demasiado ocupados en las maniobras internas del PSOE y no tienen tiempo para atender al interés general”

Y, por último aunque hay más, La Gaceta editorializa en “Tarde como siempre” y expresa, con su peculiar estilo faltón, que “Alfredo Pérez Rubalcaba y el resto del elenco de ineptos que han sumido al país en el desgobierno, estaban más preocupados de solucionar sus problemas internos, cuando no de dar rienda suelta a sus más oscuras ambiciones políticas”.

Éstas son sus armas y de esta forma las utilizan. La manipulación, la tergiversación, la insidia, la injuria e, incluso, la calumnia a la caza del voto no ilustrado porque el sufragio que apoya los privilegios, el que carece de convicciones pero no de intereses, en definitiva, el de ellos, ese, lo tienen seguro.



Gerardo Rivas Rico es Licenciado en Ciencias Económicas