Hoy, 17 de abril, se conmemora una de las jugadas maestras de la diplomacia Española. Posiblemente el negocio más rentable de la historia de nuestro país y que como tantas otras cuestiones de nuestro pasado permanece en el olvido.
Nos situamos en el año 1529 en la ciudad de Zaragoza donde se firmará un tratado con ese mismo nombre y, aunque las negociaciones llevaron varios días, todo comenzó un 17 de abril.

Vista de Zaragoza en el siglo XVI

Vista de Zaragoza en el siglo XVI. 
La situación era la siguiente:
Desde 1522 España y Portugal vivían una especie de guerra soterrada de la que el resto de Europa no tenía ni idea, entre otras cosas porque se desarrollaba a la otra punta del mundo y también porque los diplomáticos ibéricos se cuidaron mucho de que nada trascendiera.
La disputa no era cosa baladí pues hablamos de la repartición del mundo en dos mitades, una española y otra portuguesa, ahora viene la duda ¿Cómo partir el mundo en dos?
En 1494, con el Tratado de Tordesillas, se planteó una solución salomónica: Una línea imaginaria que atravesase el océano Atlántico de polo a polo para dividir el mundo en dos.  Sencillo  y eficaz, pero ¿cómo partir el mundo por su mitad desconocida?

El tratado de Tordesillas dejó claro la demarcación atlántica

El Tratado de Tordesillas dejó clara la demarcación atlántica, pero ¿y el Pacífico?
Por algún lugar indefinido del Pacífico ese meridiano, planteado en Tordesillas, tendría que continuar pero ¿por dónde? La duda permaneció casi treinta años en el ambiente sin muchas ganas de resolverlo por ninguna de las dos partes. Los portugueses hacían sus exploraciones secretas con marinos como Antonio de Abreu o Francisco Serrao y los españoles hacían otro tanto con Fernando de Magallanes y Juan Sebastián El Cano.
El problema llegó cuando encontraron un territorio igual de codiciado por ambos: Las Molucas. Los portugueses llegaron allí en 1512 y los españoles en 1521 y aunque los primeros eran técnicamente los descubridores, los españoles argumentaron que, precisamente esas islas ricas en especias, caían justo al lado español de aquella línea difusa del Pacífico.
Solo la ciencia podía dirimir aquella incómoda situación. Como era un problema geográfico el lugar donde discutir no podía ser más preciso, un puente sobre el rio Caya, un afluente del Guadiana que sirve de frontera entre Badajoz y Elvas.

Detalle de Elvas y su cercano puente sobre el rio Caya

Detalle de Elvas  y su cercano puente sobre el río Caya en el mapa Portugalliae: que olim Lusitania

Desde el 1 de marzo hasta el 31 de mayo de 1524 estuvieron batallando los cosmógrafos y juristas lusos contra los expertos españoles. En el bando portugués se encontraban: Tomás de Torres, profesor de astrología de la Universidad de Lisboa, Simao de Tavira, Bernardo Pires, Simao Fernandes ayudados por los cartógrafos Lopo Homen y Diogo Lopes de Sequeira.
En el bando español estaban Hernando Colón (hijo de Cristóbal Colón y máximo especialista de las exploraciones del Nuevo Mundo), el matemático fray Tomás Durán, el capitán Juan Sebastián Elcano así como los pilotos Juan Vespucio, Sebastián Caboto y el cartógrafo Diego Ribero.

La lucha fue apasionante. Los españoles dijeron que ellos tenían razón y los portugueses exigían pruebas más allá de mapas y globos terráqueos, llegando a exigir “que se buscasen otros medios de eclipses lunares y estrellas fijas” algo que ambos bandos sabían que retrasaría años las negociaciones. Y más importante aún, si los portugueses exigían esa información a los españoles es que ellos no la tenían y eso que llevaban 12 años asentados en las Molucas. Conclusión, muy a regañadientes de los portugueses, la corona Española había ganado la partida. Las Molucas pasaron a ser territorio español.  
En estos momentos alguien podría pensar, entonces… Si los españoles eran dueños de las Molucas, ¿cómo va a ser el mejor negocio de la historia de España venderlas en el tratado de Zaragoza?
Aunque Carlos I empezó pidiendo 500.000 ducados, las negociaciones fueron bajando hasta un precio final de 350.000.  ¿Cómo entonces seguía siendo buen negocio vender las Molucas con rebajas y todo? La solución es sencilla. Los cálculos de los españoles eran erróneos: las Molucas caían del lado portugués de la línea de demarcación. Es decir que los juristas del tratado de Zaragoza estaban vendiendo a Portugal lo que era suyo.

Difícilmente se sabrá nunca si los juristas españoles sabían a  ciencia cierta del error

Difícilmente se sabrá nunca si los juristas españoles sabían a ciencia cierta el error, pero, de haber sido conscientes, le suma retranca el hecho de que Carlos I regatease en aquella venta.