En la historia del arte ocurre un fenómeno que se parece mucho a los filtros que las nuevas aplicaciones permiten ponerle a cualquier fotografía. Las tersas pieles y las miradas penetrantes que vemos en las redes ya nos hacen sospechar en más que probables montajes, pero ¿desde cuándo se les ha puesto filtros a los retratos? La verdad es que desde siempre.

Es de suponer que los abdominales con los que se representa a Tiberio son fruto del peloteo político más que del esfuerzo en el gimnasio

Las artes han estado siempre a favor de los todopoderosos y, es de suponer, que los abdominales con los que se representa a Tiberio son fruto del peloteo político, más que del esfuerzo en el gimnasio. 

Así podríamos seguir con los cuadros esponsales que, a modo de Tinder, se usaban para buscar pareja a reyes y reinas y, por supuesto, los retratos con los que ser recordado, en los cuales las fantasías llegan a tal punto que se representan a los reyes con ángeles y santos.

Sin embargo, salvo un concienzudo examen científico, nunca sabremos cuánta mandíbula se le disimuló a Carlos I o cuánta nariz se le restó de verdad a Carlos III.

A Carlos II se le trataba de sacar guapo

Aunque cueste creerlo, a Carlos II se le trataba de sacar guapo. 

Por ello, todo este negocio de 'cirugía estética' se vino abajo en el siglo XIX cuando a raíz de la fotografía,  se empezó a captar la realidad con toda su crueldad. La víctima más famosa fue: Isabel II.

Nos trasladamos a 1852, cuando llegó a la Villa y Corte el pintor alemán Franz Xaver Winterhalter. Este gran retratista era conocido por su pericia a la hora de inmortalizar a  numerosos monarcas europeos con cuidadoso gusto romántico y un estilo tan primoroso que difícilmente sería rechazable por la veinteañera que reinaba en España.
Y así fue, terminado el cuadro se podía apreciar a una espectacular muchacha de ojos claros, esbelto cuello y delicados hombros, cuyo regio porte le hacía merecedora de todas las coronas y títulos que fuera menester. Lamentablemente para la reina, aquel derroche de bondades  pronto se vio cuestionado con la irrupción en palacio de la cámara de Charles Clifford, uno de los primeros fotógrafos de España y verdadero pionero en infinidad de técnicas.

Ahora bien… la diferencia entre la fotografía de Clifford y el cuadro de Winterhalter es tan evidente que no parecen la misma mujer.

Cuadro de Winterhalter y fotografía de Clifford, sobran las palabras para definir la diferencias

Cuadro de Winterhalter y fotografía de Clifford. Sobran las palabras para definir las diferencias. 

 Con el pasar de los años los fotógrafos aprenderían a retocar. Pero estas fotografías iniciales, eran tan honestas como sencillas y, desde luego, es difícil saber si causaría buena impresión en la reina… Pues por suerte o por desgracia, aquella nueva técnica parecía preocuparse más por el realismo que por la realeza.
Así, podríamos seguir con la reina madre María Cristina de Borbón, quien pierde toda su solemnidad frente a la cámara y pasa de ser una mujer afable a otra de poco fiar.

Cuánto de verdad tienen los cuadros históricos

¿Cánto de verdad, entonces, tienen los cuadros hitóricos?