A menudo se dice que la vida en los pueblos está lejos de la cultura, pero no es así. Está lejos de las universidades, de los musicales de la Gran Vía, de las ferias de arte y de otras tantas cosas más. Eso no significa que los pueblos estén lejos de la cultura, porque la vida rural también tiene su propia cultura, aunque desde las ciudades a veces se olvida.

A escasos 45 minutos de Madrid, se encuentra el pequeño pueblo de Brea de Tajo, un municipio cuya riqueza cultural queda patente en monumentos como su iglesia (considerada la joya del neoclásico) pero también en un impresionante patrimonio inmaterial.

Brea de Tajo

Brea de Tajo, un pueblo de pequeño en dimensión pero inmenso en patrimonio

En Brea saben que la cultura no es solo cosa del pasado, en los últimos años diversas asociaciones del pueblo han restaurado libros, han recuperado tradiciones populares, han inaugurado instalaciones deportivas e incluso han financiado excavaciones arqueológicas con las que se ha descubierto la ciudad romana de Caraca.

Por si esto fuera poco, desde el colegio del pueblo (Colegio Rural Agrupado “Los Olivos”) han llevado a cabo una fantástica iniciativa con los niños como protagonistas.

La idea parte de una situación realmente dramática. La cultura rural, no suele estar en los libros, ni internet, ni ningún otro soporte, es la pura tradición oral la que mantiene con vida canciones, leyendas, recetas y un sinfín de saberes en claro peligro de desaparición. Por ello los seres fantásticos en muchos de estos pueblos están desapareciendo para siempre al no haber niños a quien contárselo. Es por ello, que monstruos y otro tipo de seres de leyenda están en claro peligro de extinción.

Colegio Rural Agrupado Los Olivos

En el Colegio Rural Agrupado “Los Olivos” de Brea de Tajo ha surgido una fantástica idea para salvaguardar la cultura rural
En Brea, donde ya ha desaparecido el Garrandús (un monstruo del que solo nos queda el nombre), han decidido poner fin a esta situación y para ello los niños del colegio han creado unas placas conmemorativas que con la colaboración del Ayuntamiento se han colocado en distintos lugares del municipio dando lugar a una ruta con la que salvar del olvido a estos personajillos fantásticos, todos ellos localizables en este mapa.

La Currana

La Currana uno de esos personajes salvado de la desaparición por Raúl, uno de los pequeños grandes artistas de Brea de Tajo
En algunos casos son monstruos, como la Currana (famosa por llevarse a los niños que se portan mal) o la Pantasma (un altísimo espectro proveniente de un pueblo abandonado), en otras ocasiones son seres entrañables como el Chico de Mondéjar (que acude a Brea para anunciar que un niño se queda dormido) incluso podemos encontrar personajes reales que con el pasar de los siglos se transformaron en leyenda como los bandoleros Sarabán y Crisantos.

Tesoros, cuevas y otras leyendas se exponen en estos azulejos en los que la imaginación de los pequeños ha dado lugar a algunos nuevos relatos que ellos mismos han ideado.

Leyenda de la Pantasma

La leyenda de la Pantasma era contada por la nonagenaria Julia Domínguez y hoy se conserva gracias a Julia Velasco de seis años

Con esta iniciativa no solo salvan a los monstruos de desaparecer, también los comparten con el resto de niños que acudan a Brea de Tajo, como así pasó hace unos días cuando recibieron la visita de los niños del vecino pueblo de Valdaracete.

De esta forma y tal como afirma César San Miguel (director del colegio) se consiguió que: “de un modo divertido investigaran y estudiaran las leyendas tradiciones y cultura de Brea de Tajo, que trabajasen en equipo expresaran con libertad total diferentes opiniones, debatiesen y llegaran a un consenso y no solo eso sino que explotaran su lado creativo plasmándolo a través de la pintura (…) y la expresión escrita a través de la escritura y todo esto sin que se dieran cuenta que estaban trabajando todos estos contenidos.”

Una iniciativa que hace que los niños pasen de meros espectadores de la cultura a guardianes de la misma. Algo que en las ciudades es casi inviable y en los pueblos es una fantástica realidad.