Estos últimos días las aventuras de los osos palentinos han despertado un verdadero interés por parte del público.  La pelea, la supervivencia de la hembra, la desaparición de algún osezno y otros tantos detalles evidencian que la vida en la naturaleza sigue siendo más interesante que las vidas de las celebridades televisivas. Y no solo eso, si no que los osos forman parte de la historia de España, aunque sus aventuras no son muy conocidas.

1.  El terror paleolítico

Si algo daba miedo en la España paleolítica eso era el ursus spelaeus o dicho con otras palabras, el oso cavernario. Un plantígrado más grande que el actual oso pardo y cuyo peso rondaba entre los 250 kg. (para las hembras) y 600 kg. (para los machos). Los restos encontrados en zonas como O Courel (Lugo), la sierra de Aralar (en su vertiente Navarra) o la cueva del Reguerillo (Madrid) hacen pensar que nuestros antepasados compitieran con ellos para dominar el hábitat.

Neandertales y cromañones tuvieron que hacer frente al temible oso de las cavernas como este de la cueva del Reguerillo

Neandertales y cromañones tuvieron que hacer frente al temible oso de las cavernas como este de la cueva del Reguerillo. (Fuente: Ceres)

2. El oso como animal totémico

Antes de la romanización parece que el oso tenía cierto carácter simbólico, lo vemos en representaciones ibéricas del siglo I a.C. como el oso de Porcuna donde su significado sigue siendo un misterio.
En otras piezas funerarias del siglo IV d. C. como la  estela de Adai (Lugo) también aparece el oso, pero en esta ocasión luchando contra un hombre armado con una especie de tridente. ¿Animal sagrado o una simple venatio (escena de caza)?

Oso de Porcuna

Oso de Porcuna. Museo Arqueológico Nacional. 

3. Espabila Favila…

Pocos osos son más conocidos en historia de España que el oso que devoró al hijo de don Pelayo. Todas las crónicas coinciden en que el joven Favila falleció en una cacería a causa de un oso. Lo llamativo es que no fue el único, también Sancho Fernández (hijo de Fernando II de León) murió en idénticas circunstancias, lo que ha hecho pensar en la caza del oso como una especie de ritual en el que el oso podría seguir teniendo ese valor totémico.
La caza del oso en la estela de Adai

La caza del oso en la Estela de Adai. 


4. ¿Cazar osos en un coito?

Si hablamos de osos en la España medieval, el Libro de Montería de Alfonso XI es ineludible. Todo un manual en la caza que embargo contiene un detalle que suele pasar inadvertido. En la caza del oso dice: “en este monte maté un sábado dos osos antes de mediodía que nunca mayores dos osos ví ayuntados en uno”.
Bien es cierto que ayuntar es estar juntos, congregarse… pero visto el contexto solo hace pensar en que los pobres osos fueron cazados por el rey en plena intimidad.

IEs probable que los osos que cazó Alfonso XI estuviesen más agusto que el representado en esta miniatura

Es probable que los osos que cazó Alfonso XI estuviesen más a gusto que el representado en esta miniatura. 

5. Osos con partida presupuestaria

Entre las singularidades de Enrique IV de Castilla estuvo la de coleccionar animales exóticos como un león o un leopardo pero los más numerosos fueron los osos (entre cinco y ocho según las fuentes) a los cuales asignó 10 maravedíes diarios del presupuesto general de “alimañas”.  

Enrique IV fue gran coleccionista de animales aunque algunos de ellos son difíciles de identificar

Enrique IV fue gran coleccionista de animales, aunque algunos de ellos son difíciles de identificar, como gatos maymones y una zahinesa. 

6. Osos por toda España.

Hoy en día cuesta imaginar osos más allá de las cumbres norteñas del país, pero los documentos históricos nos hablan de una distribución que llegaba casi a Doñana.
En 1303  Jaime II de Aragón decía que se podían cazar osos en Mosqueruela (Teruel)
En 1490 Fernando el Católico dio orden al concejo de Sevilla que en Lomo de Grullos (Sevilla) se prohibiese cazar “puercos monteses e osos e venados e gamos e otra cualquiera salvagina”.
Las Relaciones Topográficas de Felipe II hablan de osos en la sierra de Segura (Jaén) y en 1602 los vecinos de Fuenlabrada de los Montes (Badajoz) se quejaron de cómo un oso atacaba las colmenas con las que producían miel.

La distribución de osos a lo largo de la historia es asombrosa

De Badajoz a Teruel. La distribución de osos a lo largo de la historia es asombrosa. 

7. El oso que regaló Alfonso XIII sin cazarlo
 

Muchos animales que hoy vemos en las vitrinas de museos provienen de antiguas cacerías en las que tal o cual noble decidía donar la pieza a la ciencia, pero pocas veces la pieza llega para que el cazador no termine matando a su primo por pura desesperación.
El oso pardo que se encuentra en las vitrinas del Museo Nacional de Ciencias Naturales proviene de una cacería en la que participó Alfonso XIII aunque el monarca no hizo blanco en el animal. El verdadero cazador fue Pedro Pidal quien terminó discutiendo con su primo, José Bernardo Quirós, quien también decía haber matado al plantígrado. La discusión llegó a tal extremo que el rey Alfonso XIII provechó la obediencia que le profesaban ambos para donar el animal a la ciencia.

El oso hoy disecado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales

El oso hoy disecado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. 


8. Un oso polar suelto por Madrid

La Casa de Fieras del Retiro fue el precedente del actual zoológico y como tal tuvo sus más y sus menos a nivel de seguridad pues varios animales (incluida una elefanta) se escaparon de sus instalaciones.
En 1928 le tocó el turno a un oso polar que por un fallo humano de su cuidador logró escapar de su jaula hiriendo de gravedad al operario.

Aunque parezca inaudito en el Retiro de Madrid hubo osos polares
Aunque parezca inaudito, en el Retiro de Madrid hubo osos polares. 

9. El oso de la Cibeles
Las distintas remodelaciones que ha tenido la plaza de Cibeles ha hecho que no todas las esculturas originales se conserven y una de ellas fue el surtidor en forma de oso que decoraba la fuente. Actualmente se encuentra en el Museo de los Orígenes de Madrid y no era otra cosa que una representación escultórica del animal emblemático de la ciudad que acompaña al madroño.

El oso de Cibeles

El oso de Cibeles, en la parte inferior derecha.