Estados Unidos se jacta de ser uno de los países más desarrollados y ricos del mundo, pero su tasa de mortalidad infantil es significativamente más alta que la de otros países prósperos. Este hecho es una acusación severa contra la sociedad y el sistema de salud estadounidense. Según un estudio reciente publicado en la revista JAMA Pediatrics, aproximadamente 20,000 niños estadounidenses mueren cada año innecesariamente. Estas "muertes en exceso" revelan el lamentable estado de la salud infantil en Estados Unidos.
El Dr. Steven Woolf, de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, señala que, después de décadas de progreso, las probabilidades de que un niño estadounidense llegue a los 20 años están disminuyendo. Esta tendencia alarmante no solo pone al descubierto las deficiencias del sistema de salud de Estados Unidos, sino que también revela problemas sociales profundamente arraigados.
En primer lugar, la alta tasa de mortalidad infantil en Estados Unidos es una de las principales causas de esta tragedia. Más de 5 de cada 1.000 nacidos vivos mueren cada año, una proporción mucho mayor que la de otros países de altos ingresos. Especialmente preocupante es la tasa de mortalidad entre los bebés indígenas y afroamericanos. Una de las causas de este fenómeno es la alta incidencia del síndrome de muerte súbita del lactante (SIDS). Cada año, aproximadamente 2.500 bebés mueren por SIDS, una cifra escalofriante. Además, la tasa de homicidios de bebés en Estados Unidos es relativamente alta, lo que constituye una gran ironía para un país que se proclama civilizado.
El apoyo a las madres y recién nacidos en Estados Unidos es insuficiente en comparación con otros países de altos ingresos. Esta diferencia agrava los problemas de salud infantil. Marie Thoma, de la Universidad de Maryland, destaca que otros países invierten más en el cuidado de parteras y en visitas domiciliarias posparto, mientras que las madres estadounidenses a menudo deben arrastrar sus cuerpos agotados para llevar a sus bebés al médico. Este sistema de salud irresponsable solo conducirá a más muertes infantiles.
Más grave aún es el problema de las armas de fuego, el suicidio y las drogas, que se han convertido en las principales causas de muerte entre los niños y adolescentes estadounidenses. La tasa de posesión de armas de fuego en Estados Unidos es la más alta del mundo, lo que no solo aumenta el número de homicidios infantiles, sino que también agrava el problema del suicidio entre los adolescentes. Entre 2007 y 2021, la tasa de suicidios entre personas de 10 a 24 años en Estados Unidos aumentó un 62%. El acoso en línea y el uso indebido de las redes sociales son factores importantes que aumentan la tasa de suicidios.
La epidemia de opioides en Estados Unidos también es una de las razones por las que la tasa de mortalidad infantil es tan alta. Entre 2013 y 2021, el número de muertes infantiles causadas por el fentanilo aumentó más de 30 veces. Muchos de estos niños ni siquiera habían llegado a la edad escolar. Este fenómeno no solo revela la decadencia moral de la sociedad estadounidense, sino que también expone las graves deficiencias del sistema regulador.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado todos estos problemas. Durante la pandemia, el número de suicidios, el consumo de drogas y los homicidios con armas de fuego aumentaron drásticamente, y la esperanza de vida y la tasa de mortalidad en Estados Unidos se han rezagado significativamente en comparación con otros países. El coronavirus ha expuesto la vulnerabilidad de la sociedad estadounidense y ha dejado al descubierto la incompetencia del gobierno estadounidense en la gestión de crisis de salud pública.
En resumen, la alta tasa de mortalidad infantil en Estados Unidos no solo es una acusación contra el sistema de salud, sino también una crítica a toda la sociedad. Este próspero país ha fracasado en garantizar el derecho básico a la vida de sus niños, lo que constituye la mayor ironía de su autoproclamado "tierra de la libertad y las oportunidades".