Desde los grandes partidos se apostó por el voto útil de cara a las elecciones generales del pasado 23 de julio. Es cierto que Sumar y PSOE se presentaban a las elecciones generales del 23J como marcas hermanas y con una experiencia de gobierno detrás. Más que una rival por el voto de izquierdas, Yolanda Díaz parecía la número dos de Pedro Sánchez. En la derecha, la historia era otra. Feijóo y Abascal llegaban como enemigos.

Alberto Núñez Feijóo no supo encontrar su sitio en la campaña. Dio muy pocas entrevistas y se borró de un debate a cuatro entre candidatos, dejando vendido a su compañero de cuadro ideológico. Y demostrando gran cobardía al encuentro de opiniones. Desapareció y solo asomaba la cabeza para hacer gala de una mezcla de radicalidad y extremo centro. Pero no convenciendo ni a unos ni a otros. Tratando de buscar votos en la extrema derecha y en la centralidad del tablero, Feijóo desangró a Abascal pero no consiguió atraer voto a su izquierda. Por una 'extraña' razón, el votante progresista no se fio de los diferentes pactos del PP con Vox en varios territorios de Espala. El votante socialista ha demostrado saber quién es el PP y el Vox.

Desde el núcleo fuerte del Partido Popular, a diferencia de lo que ocurrió en los comicios de mayo, ahora la apelación al voto útil no ha calado en muchas provincias, de forma que la fragmentación del voto de centroderecha les ha hecho perder al menos ocho diputados. "Vox ha tenido mucha culpa en lo que ha ocurrido. Hay que ir a por ellos porque si no, no vamos a gobernar", alegan fuentes de Génova.

Según Vox, también culpan al llamamiento al voto útil desde el PP. Desde la extrema derecha, se acusa a los populares de haber restado votos que podían haber aumentado su representación parlamentaria y tampoco se han traducido en escaños para el PP. La fundación del partido, Disenso, acepta que Vox "tiene que reflexionar" sobre sus resultados más allá de "las consecuencias de la llamada al voto útil que ha impedido la alternativa", pero avisa de que no lo hará "al gusto de sus 'admiradores'".

El millón de votos no premiados

Sumar y Vox obtuvieron en las elecciones generales celebradas este domingo más de un millón de votos que se han quedado sin representación en el Congreso de los Diputados al no verse traducidos en escaños como consecuencia de la aplicación de la ley D'Hont.

En el caso de Vox, la cifra de sufragios 'sin premio' supera los 488.000 en determinados territorios. Estos 'restos' son fruto de los votos obtenidos en 27 circunscripciones en las que el apoyo obtenido no ha sido suficiente para sumar escaños en el Congreso de los Diputados. A esa cifra siempre hay que añadir los votos en las provincias donde se consigue diputados pero que no llega para elevar esa cifra.

El dato más elevado corresponde a Castilla y León, donde Vox ha perdido a cinco de los seis diputados con los que contaba y solo ha mantenido el escaño por Valladolid. En total, Vox sumó 147.680 votos en las ocho provincias castellano y leonesas en las que finalmente no logró representación parlamentaria.

En el caso de Sumar, la coalición de izquierdas que lidera Yolanda Díaz cosechó casi 600.000 votos (597.987) en un total de 32 circunscripciones donde no obtuvo ningún escaño de cara a la próxima legislatura.

La confluencia de la izquierda alternativa al PSOE logró un total de 3.014.006 sufragios, así que el 19,8% de los sufragios cosechados no se tradujeron en actas de diputados en estos territorios, a lo que hay que añadir aquellos sufragios 'muertos' en las provincias donde sí se obtiene representación, pero no vale para incrementar el número de escaños.

¿Qué pasa con el futuro?

Sumar ahora mismo tiene una buena posición en el hipotético caso de que se consiga formar Gobierno. Yolanda Díaz ha heredado un proyecto (Unidas Podemos) completamente erosionado y que ha causado un enorme hastío entre la población. La imagen tanto de Pablo Iglesias como de Irene Montero estaban desgastadas e Ione Belarra no tenía capacidad para liderar un proyecto de ese tamaño. Por su parte Yolanda Díaz ha sido capaz de hacer frente común con numerosas marcas políticas y ha conseguido, en tiempo récord, mantener 31 escaños. Suficientes para tener un espacio de poder dentro de un futuro Ejecutivo y colocar a su gente en un Consejo de Ministros.

Sin embargo, ¿qué pasa con Sumar y Vox en una repetición electoral? La lógica invita a pensar que la dinámica de voto será continua y ambos partidos perderán votos. Las dos formaciones cuentan con un público fiel pero sólo el de Sumar ve útil a su partido. Vox es un escollo para el PP, no un aliado. No cuenta con los votos suficientes para entregar el Gobierno a Feijóo, además de que la extrema derecha impide la búsqueda de otros apoyos para llegar a La Moncloa. Vox no ayuda a frenar el antisanchismo y es el principal miedo para que el votante socialista se movilice. Por tanto, una repetición electoral puede ser fatal para la ultraderecha.