El pasado 31 de octubre la princesa Leonor se enfrentó no solo a su mayoría de edad, sino también a la jura de la Constitución. Un paso natural en su linaje y el movimiento previo al que previsiblemente será su futuro reinado. De hecho, desde ese día ya puede convertirse en jefa del Estado. El ambiente en el Congreso de los Diputados aquel día era festivo, especialmente para los monárquicos. Muchos de los presentes fueron vestidos con tonos verdes en homenaje a la Corona. Y es que ese evento en las Cortes es todo un hito en la historia de España.

Sin embargo, los comentarios -más allá de los looks de la familia real, la organización del evento o la fiesta posterior por el 18 cumpleaños de la hija de Felipe VI- contemplaron una derivada más, un miedo, al margen de la festividad. Eso sí, en petit comité. ¿Cambiar la Carta Magna para eliminar la preferencia del varón en la línea sucesoria podría ser un riesgo para la monarquía? La opinión de los expertos constitucionalistas al respecto de esta modificación -que tildan de ardua- es clara, pero a nivel político la cosa cambia mucho. ¿República a la vista? Todo por los votos en blanco o nulos en un futurible referéndum.

Cambiar la preferencia del varón en el reinado

Actualmente la Constitución presenta una problemática: la preferencia del varón a la hora de reinar. Así lo indica el artículo 57, título II de la Corona, que apunta a que "la sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos". Es decir, reina un hombre por encima de una mujer, lo que a su vez va en contra del artículo 14, que asegura que "todos los españoles son iguales ante la ley". 

En el caso actual este asunto se ha echado a un lado como si de una sábana blanca se tratara dado que la línea de sucesión directa no cuenta con ningún hombre. Felipe VI y Letizia solo han tenido dos hijas: la princesa Leonor y la infanta Sofía, por lo que modificar el artículo por ahora no se ha contemplado. Sin embargo, si la llamada a ser futura reina asciende al trono y tiene descendencia, especialmente una mujer primero y un varón después, el melón tendrá que abrirse y provocar un terremoto en Zarzuela. ¿Esto podría abrir la puerta a un plebiscito de monarquía o república?

Se necesita un referéndum

Modificar este artículo es una burocracia larga y ardua dado que este punto va ligado a un procedimiento de reforma constitucional reforzada, es decir, que requiere que se apruebe con un referéndum. Así, primero se aprueba un proyecto entre los partidos políticos que tiene que ser aprobado por el Congreso primero y el Senado después, y -una vez las cámaras le dan luz verde- la cuestión tiene que someterse a un referéndum nacional. Todo ello de forma posterior a una convocatoria de elecciones generales forzadas para tener unas nuevas cortes.

Así lo recoge el artículo 168, que apunta a una coyuntura en la que la modificación es total o parcial -como sería en este caso- afectando al citado título II. "Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación", reza. Por lo que después las nuevas cortes tendrían que ratificar esta decisión y elaborar el nuevo texto.

Los expertos constitucionalistas hablan

Algunos de los comentarios que se escucharon ese día de Halloween pivotaban en torno a la posibilidad de que, aprovechando que se tiene que preguntar al pueblo si aceptar modificar el artículo o no, darle un significado político al voto en blanco o nulo, en tanto en cuanto quien se pronuncie de esta forma se está manifestando en contra de la monarquía en general. Lo que uno de los expertos constitucionalistas consultados por ElPlural.com para esclarecer esta materia define como un "aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid".

En concreto, señala que esta reflexión "es fruto de un miedo estéril" dado que "nadie puede aprovechar para hacer otra pregunta" siempre que no esté contenida en el documento aprobado por las cámaras. De hecho afirma que, desde el punto de vista legal, utilizar esta cuestión puntual para hacer un pseudo plebiscito "sería un fraude clamoroso" y asegura que "algo así tendría que aprobarse explícitamente". "Entonces por qué no aprueban acabar con el CGPJ, cerrar el Defensor del Pueblo o instaurar una república de trabajadores", pregunta con sarcasmo.

Ya solo modificar el artículo 57 es un "calvario jurídico" y "tan grave" que la pregunta solo se puede ceñir a lo que se reforma. No hacerlo así sería directamente "inconstitucional". Además, a su juicio, en el caso de que Leonor llegue a reinar y tenga primero una niña y luego un niño, y quisiera que la reina sea la jefa del Estado, "habría que meterse en este lío". Sin embargo, no cierra la puerta a volver a "lo políticamente correcto", es decir, que reine el hombre, solo por no tener que abrir este complicado melón. Tanto es así que apela a una pregunta: ¿hay voluntad política de disolver las cortes para que la futura nieta de Felipe VI reine?

Posible inestabilidad política

Así, y a la luz de este análisis, se podría decir que a nivel jurídico no se podría llevar a cabo aquel miedo de camuflar un plebiscito en una reforma en pro de la igualdad de género en la Zarzuela. Cosa distinta es a nivel político. En términos técnicos de las urnas, el mismo jurista explica que la abstención en una votación "no puede contar nunca de ninguna manera como voto" ya que "sería vulnerar el principio de sufragio". "Tratar igual al que se abstiene que al que vota que no supone poner un gravamen al que vota sobre el que no lo hace". Pero no así con el nulo.

Y es que este voto está lleno de contenido político ya que significa que la persona que ha optado por esta opción quiere participar y ejercer su derecho al voto, aunque no se quiere decantar por las opciones que se le ponen encima de la mesa. Es decir, es una opción puramente negativa aunque es activa en la participación. De hecho, la gente concienciada en la política pero harta de los políticos, por ejemplo, es el prototipo de aquellas personas que se acogen al voto nulo. "Hay que tenerle mucho respeto", afirma este.

Los republicanos podrían ver en esto su estandarte

Eso sí, incluso si el resultado en las urnas es del 20% sí, un 15% no y un 40% nulo, la reforma va hacia delante. Sin embargo, lo que sí puede suceder es una inestabilidad política en cuanto a la monarquía. Las fuerzas republicanas podrían acogerse tanto al 15% negativo y el 40% nulo para intentar impulsar un movimiento en las calles o en las cortes con el objetivo de debatir si las votaciones del pueblo sobre la reforma de este artículo quieren decir algo más. Tratar de hacer de los que no están de acuerdo un símbolo de fuerza ideológica.

Actualmente los partidos que se dicen ser contrarios a la monarquía no han planteado seriamente a nivel parlamentario o institucional este extremo. Sí se han pronunciado en contra de la inviolabilidad del rey o de la falta de transparencia en muchos casos en lo que tiene que ver con la Corona. Pero este asunto podría dar pie a un pulso con el Estado de monarquía parlamentaria, especialmente si las citadas fuerzas promueven entre sus simpatizantes un "no" o un "voto nulo" masivo. Cabe destacar que los socios de Pedro Sánchez al completo no acudieron a la cita del 31 de octubre en el Congreso.

En un ejercicio de política ficción -o cuanto menos premonitoria-, desde ElPlural.com se ha lanzado esta cuestión a distintas fuerzas parlamentarias, especialmente por la lectura que harían de la situación, pero tan solo voces del PNV han contestado. Los peneuvistas señalan que no saben si esta caja de Pandora se abrirá alguna vez, pero sí aprovechan para hablar de las "tentaciones" de, aprovechando para tocar la Constitución en este sentido, se avance en otros asuntos que no son objetivo inicial de la reforma. Como incluir el derecho a decidir del País Vasco o limitar la inviolabilidad del rey que ya plantearon en la reforma del 2022.