En la historia del cinismo español, Mariano Rajoy ocupará, sin duda, un lugar destacado. Ahora va diciendo que él no tiene ninguna autoridad sobre Rita Barberá para pedirle que renuncie a su escaño en el Senado. Eso no se lo cree ni el más tonto del sembrado. Algo similar puso en marcha respecto al caso Bárcenas.  “Luís, se fuerte”. Hete aquí, otra exhibición del marianismo.

O sea, desvergüenza o impudicia evidente. Y recuérdese que cuando fue preguntado Rajoy por unos periodistas acerca de Carlos Fabra, el emir de Castellón, que acabó en la cárcel, Don Mariano les contestó exactamente así: “Fabra es un ciudadano y político ejemplar”.

Cuando estalló el caso que pringó sobre todo al entonces presidente del Partido Popular en Valencia, Francisco Camps, que no supo, ni quiso, ni pudo asumir que su amigo del alma, te quiero un huevo, le había regalado unos trajes de alto copete. Todo lo que sucedió entonces estaba rodeado de raudales de dinero que corrían de mano en mano de los hacedores de la trama Gurtel y de sus amigos políticos.

Dice que no tiene autoridad pero sigue siendo presidente del PP y del Gobierno en funciones

Rajoy, en aquel tiempo, ya estaba designado por Aznar como su sucesor. No se movió en absoluto para frenar la corrupción que ya era evidente en Valencia. Pero Camps estaba muy contento con su amiguita Rita Barberá, que le trataba como una madrecita y jugaba con gran ventaja.  Sin recato, el presidente Camps dijo de él públicamente: “El juez Juan Luis de la Rúa, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, es mi amigo”.  Y además, Fernando de Rosa, que ya había militado en la Alianza Popular de Manuel Fraga, pasó de conseller de Justicia de Camps a presidente de la Audiencia Provincial de Valencia. Un tribunal, pues, que tenía que juzgar entonces algunos de los procesos más escandalosos de resonante corrupción.

Han pasado más de nueve años desde la aparición de la Gurtel y apenas la Justicia ha entrado a fondo en tanta corrupción, mientras el Gobierno popular ponía todos los frenos posibles. Y es que muchos de los nombramientos judiciales no habían sido inocentes. Todo lo contrario. Como quedó demostrado en la Comunidad Valenciana. Rajoy dice que no tiene autoridad, pero él sigue siendo el presidente del PP y del Gobierno en funciones. ¡Increíble, pero cierto!