Cuando el actual president de Cataluña dijo que no le interesaban las opiniones de Mariano Rajoy, al ser éste un señor en funciones, no debía conocer las cifras que le dejaba Artur Mas. Ahora, enterado de la calificación de bono basura que da Europa a la deuda pública catalana, el déficit de la Generalitat y el agujero económico terrible de la Generalitat, a Puigdemont no le queda otra. Ha de ir a ver a papá estado, a ver si le aumenta la paga.

El ministro Cristóbal Montoro ha sido tajante. En una carta que recibieron en el Palau de la Generalitat el miércoles pasado decía lo siguiente: “El Govern de Cataluña dispone de quince días para proponer cómo piensa efectuar una retención de disponibilidad de crédito para cumplir con el objetivo de déficit marcado”. Esto debería afectar a los presupuestos que Carles Puigdemont aún no tiene siquiera aprobados, puesto que las CUP no están por la labor. Añadamos que el déficit de la Generalitat con el que se cerró el pasado ejercicio fue del 2’7%, mientras que el fijado por el estado era del 0’7. Dos puntos por encima, nada más y nada menos.

Aunque Oriol Junqueras pidió a Montoro flexibilidad en la reunión que ambos mantuvieron hace poco, el ministro se ha hartado. Cataluña es la comunidad autónoma que más dinero ha recibido del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica) y el gobierno central no suelta un duro si no es de manera finalista, a saber, para pagar a proveedores y poco más. No se fían vista la experiencia con Mas, que derrochó dinero público en fastos independentistas como el Tricentenario del 1714.

El Govern de Cataluña debe cerca de diez mil millones de euros a los bancos españoles, la deuda pública supera los setenta mil, es la comunidad autónoma con mayor deuda de toda España, dicha deuda supone más del 35% del PIB catalán, en fin, una situación de auténtica bancarrota. Cada ciudadano y ciudadana catalanes deben diez mil euros por culpa de la pésima gestión económica de los nacionalistas, empeñados en huir hacia no se sabe muy bien hacia dónde. ¡Todo sea por el proceso y porque de los tres mil supuestos millones que los Pujol tienen en Panamá no se hable!

De ahí que Puigdemont haya decidido bajarse del burro y pedirle a Mariano Rajoy una entrevista. Porque a lo que va el President es a pedir dinero. Como suena. Ya puede decir en rueda de prensa la Consellera de Presidencia Neus Munté que ésto se enmarca en el diálogo habitual entre Puigdemont y los líderes políticos, o que no hay marcha atrás con respecto al proceso de desconexión con España. Aquí el más tonto hace relojes y los que gobiernan se han dado cuenta, demasiado tarde, por cierto, del callejón sin salida al que les ha llevado la locura de Mas y la suya propia.

Bajar las orejas

Viendo que Pedro Sánchez no ha logrado formar un gobierno que aceptara algún tipo de consulta que permitiese salvar la cara a los convergentes, han decidido tirar la toalla. Así son éstas gentes, mucho hablar de irse, de separarse, de no querer saber nada, pero su única estrategia política se fundamenta en ver qué pasa en Madrid y vender carísimo su apoyo al partido que mande.

Puigdemont va a La Moncloa como el que se entrega con armas y bagajes, pero no hay honra ni gloria en ése gesto. El ex alcalde de Girona empezó su mandato con la misma arrogancia que Mas, creyó de verdad que el PSOE y Podemos le darían oxígeno, se aferró a lo que en política es lo más peligroso, las propias ilusiones. Así, ya no se habla de irse en dieciocho meses (lo reconocía el mismísimo Tardá en la fiesta que Esquerra celebró éste fin de semana pasado) ni de proclamar la independencia. Ahora se ha vuelto al pacto fiscal, a una consulta celebrada de común acuerdo con el estado, a la negociación, en suma. Pero todo a media voz, con hipocresía, escondiendo lo que pasa a los ojos de una clientela cada vez más desengañada de aquellos que les prometían ir a Icaria y solamente los han llevado a ver cómo Panamá era el destino de los más espabilados.

Claro que aún hay gente que anima el braserillo indepe, como una colaboradora de TV3 que ha quemado un ejemplar de la Constitución en el programa matinal de dicha cadena, o los del manifiesto Koiné que reclaman el catalán como única lengua oficial, o los artículos de los subvencionados de siempre. Siempre habrá quien haga la propaganda, aunque ésta sea más zafia que las de los vendedores de ungüentos.

Pero mantenidos y mantenidas aparte, no hay dinero. Y como pecunia non olet, ni que sea para seguir pagándoles a ésta tropa, Puigdemont va a ver qué le saca al gallego. Francamente, si es para seguir pagando del erario público a éste circo chino de Manolita Chen, yo no le daría un duro. Que paguen primero a los farmacéuticos, que aún les deben 117 millones de los más de 300 que debían el año pasado. Deuda saldada, por cierto, con el dinero del FLA, ésas cosas que garantiza la Constitución que alegremente queman quienes viven del dinero público.

Este es un país poco serio y por eso pasa lo que pasa.