El nerviosismo se extiende entre la clase dirigente de España –no sólo la política-entre el desdén del pueblo llano que ha descontado ya la ineptitud y el egoísmo de los jefes políticos que les ha tocado en suerte.

Especialmente llamativo es el “carajal” en el que parece sumido el PSOE –mucho menos de lo que refleja una somera lectura de los medios informativos- cuyo sector crítico (siempre hubo sector crítico en el PSOE incluso cuando lo dirigía una persona excepcional para el liderazgo como Felipe González) parece decidido a poner en veintena a su secretario general Pedro Sánchez. ¡Ya veremos si son capaces de apearle de Ferraz! ¡No lo tengo nada claro! Entre otras cosas, porque un asunto es que Susana, Lambán, Fernández, Vara, Page, hagan unas declaraciones a la prensa y otra bien distinta decirle eso, a la cara, al primer secretario y a toda su dirección sentados alrededor de una mesa en el cuartel general socialista.

Rajoy

La cuestión, permítanme que me reivindique fue de los primeros en apuntar por dónde iba el asunto de la investidura y el “desbloqueo”, es si el PSOE se abstendría llegado el caso con un candidato a la jefatura del Gobierno con otro nombre que no sea el de Mariano Rajoy. Llevan muchas veces insinuando el tema desde el PSOE y también desde “Ciudadanos”. Esta formación sería, en cualquier caso, la más favorecida con una quiebra en el Partido Popular porque, al fin y a la postre, se nutre de su antigua clientela electoral y militante.

La última que lo ha dicho sin ambages, por corto y por derecho, ha sido Susana Díaz, que algún peso tiene en el PSOE pese a los ERES, pero la actual dirección federal socialista también lo tiene claro: ni con Rajoy ni sin Mariano. Punto. Tendría que ser una votación mayoritaria en el Comité Federal la que cambiara ese supuesto.

Pero, obviamente, el PP tendría que aceptar. Por lo que conozco ese partido y dadas las circunstancias no me parece probable, ahora mismo y salvo causas extremas, que acepte esa condición. Lo dejó claro Rafael Hernando ante Albert Rivera en el último debate sobre la fallida investidura.

Dentro del PP no hay fuerza crítica suficiente para apearle al actual presidente por la fuerza. No la hay. Punto. Los juegos de salón no suelen dar resultados.

Nuevas elecciones

De modo y manera que la situación continuará atascada. El escenario de unas terceras elecciones legislativas –salvo terremoto electoral en Galicia y País Vasco- que algunos creen ver con un bálsamo fierabrás que condimentaría un nuevo escenario se me antoja voluntarista y fuera de la realidad.

El 18 de diciembre podría ser, finalmente, la solución. O no.