El modus operandi del Gobierno de Pedro Sánchez durante el estado de alarma decretado por la crisis sanitaria del coronavirus ha seguido un patrón muy marcado: primero decidía y luego informaba; algo que la oposición ha denunciado en no pocas ocasiones. El presidente requiere nuevamente de la autorización del Congreso para volver a prorrogar el estado de alarma y, en este caso, ha cambiado de estrategia. Sánchez pretende rebajar la tensión con el resto de formaciones para evitar que la sesión plenaria en la que se votará la ampliación repita escenas de notables desencuentros y gruesas palabras. Este fin de semana llamará a todos los portavoces de los grupos parlamentarios en busca de una suerte de Pactos de la Moncloa cuyo objetivo no es solo dotar de mayor respaldo y corpulencia al Gobierno, sino aglutinar a varios partidos bajo el paraguas nacional para guiar al país en la crisis que se avecina.

Los Pactos de la Moncloa se alcanzaron en el año 1977 y permitieron forjar acuerdos entre todos los grandes partidos, desde la UCD hasta el Partido Comunista (PCE). Se pactaron desde medidas políticas a rentas para frenar la galopante inflación.

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, ya ha aireado públicamente esta fórmula, asegurando que el Gobierno “vería bien” apostar por una receta semejante: "Si nos planteamos un proyecto de país, de carácter nacional, de acuerdo... vienen muy bien, porque la unidad y el compromiso siempre fortalecen estos proyectos de carácter nacional", ha sostenido en una entrevista en RNE.

Según ha podido saber ElPlural.com por fuentes internas, el Grupo Socialista está volcado en la labor parlamentaria de recolección de apoyos en el hemiciclo. Los contactos los lleva a cabo el Gobierno, pero desde el grupo hablan con todas las formaciones para facilitar que prosperen. Adriana Lastra, portavoz parlamentaria del PSOE, se ha curtido como negociadora.

El principal escollo es el presidente del Partido Popular, Pablo Casado. Para poder hablar de Pactos de la Moncloa hay que incluir al principal partido de la oposición, y no parece por la labor. Casado fue, junto a Santiago Abascal, el más duro con Sánchez durante la sesión plenaria en la que el hemiciclo le autorizó a ampliar el estado de alarma hasta el 11 de abril. El líder popular señaló en una entrevista este jueves que la paciencia se les ha acabado: “No me ha llamado desde hace diez días ya, desde hace dos lunes”.

El presidente del PP ha elevado el tono en los últimos días, acusando a Sánchez de “arrogancia” e “incompetencia” en la gestión de la crisis.

En la misma tónica se ha movido el líder de Vox, Santiago Abascal, quien incluso ha pedido la dimisión del presidente para conformar un Gobierno de “emergencia nacional” en el que el Ejército sea la punta de lanza y preste “los servicios esenciales del Estado”.

Por su parte, Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos, mantiene una actitud mucho menos beligerante para con el Gobierno. Los naranjas aceptarían el marco de diálogo a gran escala, pero a buen seguro que dependerá del contenido del que se le dote.

Las derechas no facilitarán acercamiento alguno y mucho menos se plegarán al Gobierno. Y varios partidos del bloque de la moción de censura tampoco han dado la bienvenida a una posible reedición de los Pactos.

El PNV participaría de ellos, pero fuentes consultadas apuntan a que no esperen que sean asumidos en su integridad. Conviene recordar, que el lehendakari, Íñigo Urkullu, ha afeado la falta de consenso en muchas de las decisiones tomadas desde Moncloa.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha sido mucho más taxativa: “Apostamos por una salida social de esta crisis, donde no se vuelva a caer en el error de dejar que lo paguen los de siempre, mientras se rescata a bancos y poderosos y no a los ciudadanos y a las familias. Consideramos que esto es absolutamente incompatible con la Gran Coalición que algunos desean”.

“Si alguien cree que esto se arregla con las soluciones de las derechas –que han dejado el estado del  bienestar, incluida la sanidad pública, en una situación absolutamente lamentable que ahora estamos sufriendo- es porque no tiene memoria”, sentencian.

Se puede aventurar, por tanto, que la aspiración de Sánchez ha tenido una vida muy corta. Las derechas no se abren a pactar con un Gobierno de tinte morado, y Pablo Iglesias y los suyos no admitirán la derechización de la política económica; como tampoco lo hará ERC.