No he leído ni un comentario comparando lo ocurrido este lunes en San Sebastián y lo ocurrido el martes en Israel/Palestina. Pero si yo fuera Rajoy pensaría mucho en lo que ha pasado en dos días de esta semana, muy lejos en la distancia pero muy cerca en los conceptos.

Espero que nadie pierda el tiempo señalando las diferencias entre el terrorismo que vive Israel y el que vive (casi puedo decir vivía) España. Claro que no tienen casi nada en común, salvo una cosa: hay quien mata y muere por su país. Cuando alguien mata o muere por su país hay que pararse a pensar un poco. ¿Por qué alguien mata o muere por conseguir tener una nación independiente de otro alguien?

La pregunta es tan tremenda que la respuesta es humanamente casi imposible de enunciar y muy difícil de traducir en un mundo civilizado y democrático. Pero resulta que ese disparate (para nosotros) es una forma de conseguir determinados ideales para otros. Más difícil de resolver, imposible.

Es España, quedan los rescoldos de un incedio de muerte y terror para conseguir que una nueva nación vasca llegase a ser un Estado independiente. En Israel/Palestina quedan auténticas llamaradas por el deseo de tener un Estado palestino independiente.

¿Nada que ver los dos conflictos? Un error no ver las pequeñas semejanzas y las pequeñas lecciones que unos y otros pueden aportar. Como en Irlanda o en Georgia o en Chechenia o en un montón de trozos del mundo donde sus ciudadanos quiren ser otra cosa (hasta ahí nada raro) pero que, además, matan para conseguir ser esa otra cosa.

En Israel tenemos al personaje más duro contra el terrorismo palestino cambiando 1.000 delincuentes (según sus códigos) por un soldado. En España hay quien sostiene que no puede haber ninguna cesión aunque el terror entregue armas y explosivos.

Allí, las víctimas del terror palestino reciben la noticia de que los tribunales dicen que ese intercambio es legal, protestan y aceptan. Aquí las víctimas del terrorismo quieren ser los que definan qué es lo que deben hacer políticos y tribunales. (Tranquilos, respeto mucho a las víctimas del terrorismo y nada a sus verdugos, pero resulta que ese no es el debate).

Un político duro donde los haya  -B. Netanyahu- ha cambiado a 1.000 palestinos criminales (código penal israelí) por un soldado; el soldado Shalit.

No se hasta dónde llegará Mariano Rajoy cuando el tiempo de negociar llegue a su vida política, pero doy por seguro que negociará en la proporción que la situación española demande.

Pensar que Rajoy es más torpe que Netanyahu sería un error.

Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
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