La ANC celebra su séptima asamblea este domingo en Tarragona. La nueva hoja de ruta de esta entidad, la más potente del independentismo y avaladora social del legitimismo personificado en Carles Puigdemont, es una enmienda general a los partidos soberanistas, al gobierno de Quim Torra y a la mayoría parlamentaria que lo sustenta. Su tesis es que la independencia llegará por vía unilateral en cuanto se alineen todos los actores implicados de la política y la sociedad, bien sea por resucitar la declaración de octubre del 17 o por obtener las candidaturas soberanistas un 50% de los votos en las próximas elecciones autonómicas.

En el guion de esta película, se otorga mucha más credibilidad al Consell de la República instalado en Bruselas que al gobierno de la Generalitat presidido por Torra, a quien recriminan un exceso de retórica y escasa predisposición a cumplir lo prometido, esencialmente, restituir al presidente Puigdemont e implementar la República Catalana proclamada a su entender el 27 de octubre de 2017. También le critican a Torra y a los partidos independentistas el haber confundido la lucha por la autodeterminación con la lucha contra la represión del Estado, olvidando que de no conseguirse el primer objetivo, el segundo se complica mucho más al disponer dicho estado de una justicia prevaricadora y gozar del silencio cómplice de la Unión Europea.

La ANC dibuja tres escenarios para alcanzar la independencia, a partir de ahora. El primero, materializar el estado propio mediante un referéndum pactado con el Estado como resultado de una negociación bilateral directa. Los redactores de la hoja de ruta lo consideran “una ingenuidad”. El segundo pasaría por la celebración de un referéndum pactado con el Estado pero en esta hipótesis gracias a una intervención de organismos internacionales que forzaran la convocatoria. Esta eventualidad es valorada como “muy poco probable”, dados los antecedentes del apoyo obtenido hasta ahora de la comunidad internacional.

El tercer escenario es de la vía unilateral, prácticamente abandonada por ERC y PDeCat, pero que los estrategas de ANC califican como “la más probable”, aunque no se engañan y reconocen que el punto débil de este camino es la falta de unidad existente ahora mismo entre partidos soberanistas y entre estos partidos y la sociedad civil, se supone que la representada por ANC. Este escenario se desarrolla en dos posibles hipótesis de trabajo.

Uno de los desarrollos estudiados parte del simple alineamiento de todos los factores independentistas (partidos, entidades, gobierno de la Generalitat y Parlament) para revalidar la declaración de independencia en el Parlament, publicarla en el boletín oficial de la cámara catalana y en el diario oficial de la Generalitat, arriar las banderas españolas de las sedes institucionales, controlar el territorio, publicar los decretos previstos en la ley de Transitoriedad (anulada por el Tribunal Constitucional), liberar a los presos independentistas y preparar el retorno de los exiliados. Este guion supondría hacer realidad al sueño de Puigdemont, quien sabe que la única probabilidad de regresar a Barcelona en un coche descapotable para instalarse en el Palau de la Generalitat pasa por la vía de los hechos consumados y en ningún caso por la negociación con el gobierno central.

El otro desarrollo argumental de este tercer escenario consiste en arrancar toda la secuencia anterior de actos unilaterales con una victoria electoral de las fuerzas soberanistas, a partir de la obtención del 50% de los votos. La convocatoria de elecciones debería producirse, según el relato de la ANC, ante la culminación de la operación represiva ejercida por la maquinaria estatal a partir del 1-O, fecha del primer ejercicio de autodeterminación que dio vida a la República Catalana, posteriormente abandonada por el gobierno de la Generalitat y en la seguridad de los dirigentes de la entidad disponer ya de un apoyo popular superior al 50%, porcentaje no recogido actualmente por ninguna encuesta.

Esta hoja de ruta contempla la creación por parte de la propia ANC de los consejos locales de la República, articulados con el Consell de la República presidido por Puigdemont, para ir preparando el terreno de la nueva proclamación, divulgar entre los catalanes la debilidad del Estado español y “hacer evidente que la República mejora las condiciones de vida”, aunque no se recogen las eventuales medidas ni el mecanismo administrativo para la aplicación de estas mejoras.

Las reacciones de los partidos independentistas se esperan para cuando la hoja de ruta haya sido formalmente aprobada por la asamblea. Especial atención merecerá la valoración de ERC a este regreso al pasado unilateral del que el partido presidido por Oriol Junqueras desde la prisión preventiva intenta zafarse, promoviendo por su parte el escenario 1, el que los redactores de la ponencia califican de “ingenuidad”.