El expresidente de Perú Alberto Fujimori, que gobernó el país con mano de hierro, ha muerto este jueves a la edad de 86 años. El antiguo mandatario del país latinoamericano había sido excarcelado hace nueve meses por un polémico indulto.
La encargada de dar la noticia ha sido su hijo Keiko Fujimori, quien se ha pronunciado a través de la red social X, antiguo Twitter. “Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori, acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron que nos acompañen por una oración por el eterno descanso de su alma. ¡Gracias por tanto, papá! Keiko, Hiro, Sachie y Kenji Fujimori”, escribía en su perfil.
Fujimori fue el máximo responsable de Perú durante la década de los 90 y, tras su mandato, cumplió 16 años en la cárcel de los 25 a los que había sido condenado por ser el autor intelectual de las matanzas de los casos Barrios Altos y La Cantuta. El pasado mes de diciembre salió de la cárcel gracias a un indulto humanitario.
El político había vuelto a la primera línea del frente en los últimos meses, aunque lo hizo como influencer y youtuber. Pese a ello, su hija llegó a afirmar que se presentaría a las elecciones del año 2026. Coincidencia o no, Fujimori ha fallecía un 11 de septiembre -la noticia llegaba a España de madrugada-, mismo día que murió el líder de la organización guerrillera Abiamel Guzmán.
Su figura nunca ha dejado de estar presente en Perú. La represión encontró respuesta, pero no poco controvertida, ya que la concesión de indulto permitió que la sentencia por el que se le llevó a prisión quedase en algo más descafeinado. En este sentido, la medida de gracia lleva años dividiendo la opinión pública del país desde que en 2017 el Tribunal Constitucional (TC) tomara una decisión que le permitiera abandonar la cárcel.
Por aquel entonces, debido a su estado de salud, salió de prisión y se internó en una clínica en la que permaneció cerca de 100 días. No obstante, tuvo que regresar a prisión después de revocarse el fallo. La decisión jurídica fue en contra del una orden de la Corte Internacional de Derechos Humanos (Corte IDH) y ha situado al gobierno en una oposición de desobediencia frente al sistema interamericano de Justicia.
Fujimori tendrá un funeral de Estado, tal y como ha anunciado el Ejecutivo de Dina Boluarte tras adelantarlo el primer ministro, Gustavo Adrianzén, quien se ha referido a los familiares del expresidente peruano, a los que ha “expresado sus condolencias. Se trata de un trámite que se lleva a cabo con todas aquellas personalidades que han sido Jefes de Estado. “Nuestras sentidas condolencias a la familia, a quienes acompañamos en su profundo dolor. Dios lo tenga en su gloria y que descanse en paz”, emitía en un comunicado la presidencia de Perú.
El Estado de Fujimori en las últimas horas era crítico. Ya la semana pasada la prensa había podido fotografiarle en silla de ruedas cuando el exmandatario salía de una clínica local. Cuando le preguntaron por su estado de salud, únicamente acertó a decir que había acudido al centro a hacerse unos chequeos. Previamente a su muerte, le vieron saliendo de la casa de su hija, donde también acudieron congresistas del partido naranja y su médico de cabecera, que se pronunció muy contundente: Alberto Fujimori estaba luchando por su vida.
El expresidente dio un autogolpe de Estado en abril de 1992, respaldado por las Fuerzas Armadas. Quienes simpatizan con él lo hacen por su gestión económica y la guerra contra Sendero Luminoso. No obstante en el transcurso de todo ello se llevaron a cabo crímenes orquestados y gravísimas violaciones de derechos humanos, en palabras de los tribunales y otros organismos internaciones. A ello hay que añadirle una trama de corrupción estructural provocada porque su antiguo sucesor Vladimiro Montesinos, ahora en la cárcel, entregara 15.000 dólares a un congresista opositor. Ante el escándalo, Fujimori huyó a Japón y desde allí renunció por fax. Después se fue a Chile, donde lo extraditaron en 2007.
Entre los hechos que despertaron el rechazo popular, además del discutido indulto, se encuentra que el Congreso había aprobado una pensión vitalicia para Fujimori