Los vecinos y vecinas del sureste de Madrid mantienen emprendida una batalla con el Ayuntamiento de Madrid cuya pieza clave es la planta de biometanización de Las Dehesas, más conocida como el vertedero de Valdemingómez. Poco después de arrancar 2025, el consistorio de José Luis Martínez-Almeida hacía públicos los costes y la fórmula de revisión de precios del futuro contrato de la planta incineradora de Valdemingómez, y, con ello, Cibeles abogó por prolongar su vida útil durante 15 años más, esto es, hasta 2040.
Un anuncio que desembocó en la protesta de las plataformas vecinales afectadas por la planta, especialmente las del Ensanche de Vallecas y áreas del sureste de la ciudad, que denunciaron el “escándalo absoluto” de la estrategia del Ejecutivo de Almeida, y lamentaron que “acaba siendo más vida a la incineradora” y “menos salud” para los vecinos.
Con este telón de fondo, nueve meses después de aquellas protestas, ahora el vertedero de Valdemingómez ha escalado un paso más y ya no solo es objeto de debate entre vecinos y Ayuntamiento, sino que se ha convertido en objeto de investigación en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En 2021, cuando se celebró la cumbre de clima en Glasgow, la COP26, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente presentó el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO, por sus siglas en inglés), un organismo que centra sus estudios en el control de las fugas de metano que se detectan en las observaciones satelitales. Al hilo de ello, este miércoles el IMEO ha publicado su informe anual, en el que el trabajo que han llevado a cabo los investigadores también ha ampliado el foco a sectores como el de los residuos. Y es en este ámbito donde la planta de Valdemingómez ha aterrizado en las Naciones Unidas.
En esta línea, el informe detalla que en mayo de 2025 iniciaron una investigación en un “vertedero de Madrid”, agregando que “las mediciones de emisiones fueron recopiladas simultáneamente por aviones, satélites y rastreadores” y que “se esperan resultados en 2026”. Efectivamente, se refieren, según han confirmado a El País, a la planta de biometanización de Las Dehesas. “Se han realizado dos campañas de medición, utilizando tecnología terrestre, instrumentos aerotransportados y satélites”, han explicado estas fuentes. “Una de estas acaba de tener lugar, por lo que los resultados aún no están disponibles. El equipo científico está procesando y analizando datos actualmente”, añaden.
Al hilo de todo ello, desde el IMEO comentan que el estudio sobre el vertedero de Valdemingómez se inició en colaboración con la Agencia Espacial Europea y ha contado “con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid”. Asimismo, respecto a los objetivos que persiguen, en primer lugar está el de la detección del origen de las fugas de metano, con el fin de poder ponerles coto. Sin embargo, insisten en que también resulta fundamental mejorar la detección por satélite de estos escapes. “Se han encontrado discrepancias entre las mediciones de emisiones y los informes en este vertedero. Los datos de este estudio ayudarán a mejorar la forma en que detectamos y cuantificamos las emisiones de metano de un vertedero importante como este”, explican desde IMEO.
Y es que para poder lograr todo ello, este organismo utiliza un rastreador que permite identificar grandes fugas detectables por los satélites. Así, desde 2023 se han identificado ocho fugas en la planta de Valdemingómez, de las cuales cinco son de mayo de este año. Además, a cinco kilómetros de esta planta, hay otra de biometanización en el municipio de Pinto. Sobre esta, desde 2023 se han detectado seis fugas. “El hecho de que haya más emisiones detectadas en Valdemingómez que en Pinto no significa que emita de forma más frecuente, los dos emiten de forma persistente”, señalan, para explicar que en Valdemingómez se cuenta con más mediciones.
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