El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, quiso contraprogramarel viaje a Estados Unidos de Pedro Sánchez con un viaje exprés a Colombia en el que sí hacerse la foto con un presidente, para presumir de contactos. Sin embargo, lo ha tenido que anular en el último momento debido a las restricciones que se han impuesto para los viajeros procedentes de Colombia, que le obligarían a guarar una cuarentena de 10 días a la vuelta. El líder del PP, que asistió la toma de posesión de Duque en 2018 y con el que ha mantenido numerosos encuentros, había programado una conferencia de su fundación “Concordia y Libertad” con el presidente colombiano, titulada “¿Cómo se frena al populismo?”. Una pregunta que habría podido traer incómodas respuestas, ya que con Duque las protestas contra su Gobierno se han saldado con casi un centenar de muertos, más de 2.000 heridos e innumerables denuncias de abusos policiales, torturas y violaciones.

Pero ¿cómo describir a Duque para los lectores españoles? La periodista María Camila Díaz, de W Radio lo define así: “Es un presidente que fue un buen senador, pero al que le queda grande el país”. O, en palabras del también periodista y director de un informativo satírico televisivo Carlos Cortés: “Es un presidente en prácticas, sin capacidad, ni músculo para hacer nada”.

Heredero del “Aznar colombiano”

Y es que Duque llegó a la Presidencia de Colombia en 2018, tras una breve carrera como senador tras años de ejercer de burócrata en el Banco Interamericano de Desarrollo, sin experiencia en otros cargos políticos, como alcalde, congresista o gobernador. Pero aupado rápidamente como candidato a presidente del derechista Centro Democrático por el expresidente Álvaro Uribe, una figura muy conservadora, opuesta radicalmente al proceso de paz y con enorme influencia aún en la política colombiana, más o menos asimilable a José María Aznar en España. Uribe, del que el expresidente Santos se había distanciado para seguir una política más centrista, quería ofrecer una figura de renovación de la derecha colombiana para oponerse al candidato de centro Sergio Fajardo y, sobre todo, al de centro izquierda, Gustavo Petro, al que el uribismo califica constantemente de “izquierda radical”, de “castrochavista” y “aliado del terrorismo”.

“La derecha nunca perdonó a Santos su alejamiento de Uribe”, explica Carlos Cortés y en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Fajardo queda fuera de la elección, dejando a los votantes sólo las opciones de Duque y de Petro. “Y Petro despierta miedo en sectores moderados de la política que no necesariamente simpatizan con el uribismo”, resume el académico y tertuliano Andrés Mejía. “mientras que Duque aparece como una figura tecnocrática, joven simpática, que canta, baila y juega al fútbol”. Y, a la vez, como abanderado de un partido que se oponía ferozmente al proceso de paz con las FARC, que había acabado con 52 de conflicto armado y que valió al presidente Santos el premio Nobel de la Paz. Y Duque, como protegido de Uribe, tenía el encargo de acabar con el proceso de paz.

“Iván Duque es el presidente de un país fracturado”, reflexiona Ricardo Ospina, director de informativos de la colombiana Blu Radio. “Llegó con la bandera de acabar con el acuerdo de paz, pero no ha llegado a acabar con él, además, Colombia tenía otra enorme cantidad de problemas que la violencia disimulaba, pero que ahora han terminado de aflorar, como la desigualdad, la pobreza o el paro juvenil o el narcotráfico, que sigue armado y sigue activo; con las FARC fuera ya no se puede culpar de todo al terrorismo”.  Y es que es práctica habitual del Centro Democrático descalificar ferozmente a quienes le critiquen. “Usan la vieja receta de atribuirlo todo a la amenaza terrorista, a Venezuela, Cuba y a la extrema izquierda”, resume Cortés.

Retrocesos de un presidente que “vive en la estratosfera”

Además, el Gobierno formado por Duque adolece de su misma inexperiencia y se caracteriza por su ambigüedad y su indecisión, así como por cierta desconexión de la realidad. “Vive en la estratosfera y es terco”, bromea María Camila Díaz. “Adolece de una enorme falta de liderazgo y no se deja asesorar”, afirma la periodista citando fuentes del entorno del presidente. “Es una persona que intenta conectar con una realidad que no existe, con una agenda social regresiva que habla de I+D o de algo llamado economía naranja mientras la desigualdad no ha dejado de crecer”, apostilla Carlos Cortés.

La Colombia triunfante de 2018 ha pasado a un estado de permanente crisis y de aumento de la violencia, además de sufrir la crisis económica y sanitaria de la pandemia de la covid-19. Duque hereda un país que ha encadenado 15 o 16 años de crecimiento económico y con una paz recién firmada, pero la desigualdad no ha dejado de crecer y el Estado colombiano no ocupó las áreas de las que se han retirado las FARC, que ahora son reclamadas por grupos criminales o paramilitares financiados por grandes terratenientes, y son quienes ejercen la verdadera autoridad en esas zonas. “Es innegable que hemos vuelto a un incremento de la violencia y el conflicto, como si hubiéramos vuelto a los años 90”, explica Mejía. “las organizaciones criminales no dejan de asesinar a líderes sociales o a indígenas, a los que ven como obstáculos a su control del territorio, hemos visto como las FARC se han retirado, pero el Estado no ha llegado para vencer a las organizaciones criminales”.

Una gestión de las protestas que han provocado más protestas

Además, de la desigualdad, de los extraños avances y retrocesos en el proceso de paz y de la gestión de la pandemia, si algo caracterizará también a Iván Duque es cómo ha lidiado con las protestas que provocó su reforma tributaria; una insólita subida de los impuestos anunciada cuando Colombia más sufría la crisis provocada por el confinamiento, con situaciones de paro, hambre y pobreza extrema en varias zonas del país. Una medida, según el propio Duque, hecha para tranquilizar a las agencias de calificación para que dieran buenas notas a la deuda pública colombiana. Y que él no concebía que pudieran sacar a la gente a la calle. “Para él fueron una sorpresa grande”, apunta Mejía, “dicen que él tiene mejor imagen de su Gobierno que la de las encuestas y las protestas le desorientaron, haciéndole cometer varios errores, como no haber condenado desde el principio los excesos de violencia policial”.

Para María Camila Díaz fue escandaloso: “Ahí teníamos a un presidente que critica la represión del régimen cubano, mientras él niega el estallido social en su país y lo primero que hace es aparecer con la cúpula militar detrás de él, diciendo: acá está la fuerza pública”, explica la periodista. “Pasaban los días, aumentaban los muertos y en ningún momento hubo cercanía con la gente”.

Ricardo Ospina cree que esta gestión de las protestas lo único que consiguió fue alargarlas. “El no reconocimiento de la desigualdad y la violencia policial lo único que consiguieron fue mantener a la gente en las calles; además se tardaron en tomar decisiones y cuando se tomaron ya era tarde o bien se atribuyeron ideas que eran de otros”. Aunque el veterano periodista apunta que la cercanía de las elecciones de 2022 también pudo influir en que algunos grupos políticos intentasen sacar tajada del río revuelto. Y aunque las protestas se han terminado, “los motivos que las provocaron permanecen”, recuerda Ospina.

Inusitadamente impopular

Y Duque afronta los últimos meses de su primer mandato con la valoración ciudadana por los suelos. Y hasta su padrino, Uribe, le ha llegado a acusar de “debilidad”, por no haber sido más duro en la represión de las protestas. “Duque es ahora inusitadamente impopular y no lo reconoce”, relata Mejía con cierto asombro. “Y esa incapacidad de conectar no va a desaparecer de aquí a las elecciones de 2022”. “Tiene una absoluta falta de empatía con la gente y es un presidente ambiguo e insulso”, zanja Carlos Cortés.

“No se ha destetado de Uribe”, ironiza Díaz. “Y se limita a decir que ha cumplido o superado su programa de gobierno, mientras que mucha gente en situaciones de pobreza aún está esperando que cumpla sus promesas”. “Duque ha tenido que responder a mucha gente al mismo tiempo”, reflexiona Ospina. “Pero nunca se desligó de quien le llevó al poder [Álvaro Uribe]”.