La imputación histórica de Donald Trump está resultando beneficiosa para su campaña electoral. Aunque pudiese parecer contradictorio, ser el primer exmandatario estadounidense que se enfrente a cargos penales, relacionados con el pago secreto a una actriz porno para comprar su silencio, está suponiendo un repunte en la popularidad del magnate. Tal y como indica la cadena estadounidense de televisión, CNN, casi un 80% de los republicanos se muestra en contra de la imputación contra Trump. De igual forma, las donaciones a la campaña para la reelección de Trump han superado ya los siete millones de dólares, según publicaba este martes Jason Miller, uno de sus asesores.

Convertido en mártir político contra el 'establishment'

El primero de los factores que explica esta tendencia beneficiosa para el expresidente reside en que el magnate ha sabido construir su marca política en torno a la idea de ser un luchador contra el establishment. Sus seguidores se concentraban este martes en frente del juzgado de Nueva York donde Trump escucharía los 34 cargos por los que se encuentra imputado. Aunque también se acercaron hasta el lugar detractores del expresidente, los simpatizantes del expresidente eran claros con los medios de comunicación internacionales que se encontraban agolpados en las calles de Manhattan: ven al empresario como una víctima de una persecución política. “Es una caza de brujas” ha repetido en múltiples ocasiones el propio Trump, que utiliza ese lema para consolidarse ante los suyos como un actor que ha venido a desafiar el sistema político y a luchar por los intereses de la gente común. Por tanto, ser imputado por cargos criminales supone un refuerzo de esa narrativa. La imputación supone toda una oportunidad para el magnate a la hora de demostrar que está siendo perseguido por la élite política y los medios de comunicación.

En esa línea argumental se dirigía el exmandatario a sus fieles tras su comparecencia en Nueva York. Desde su refugio de Mar-a-Lago, Florida, Trump proclamaba las siguientes palabras: “El único delito que he cometido ha sido defender a nuestro país de quienes intentan destruirlo”. En un discurso de tono elevado, el expresidente decidía recurrir a tintes catastrofistas: “Somos un país en declive y ahora la izquierda radical quiere interferir en nuestro proceso electoral”. Después, se decantaba por echar mano del recurso populista del ellos, situando a la oposición como establishment (“ellos no siguen la ley, el sistema de justicia de EE UU ya no tiene ley y se usa para ganar elecciones”) contraria al nosotros, azuzando así el sentimiento de pertenencia entre sus simpatizantes (“no tengo la menor intención de permitirlo, porque [nosotros] volveremos a hacer grande a América”).

Movilización, compromiso y radicalidad en su defensa

Otro de los factores que explican la cara beneficiosa de la imputación de Trump para el actual candidato republicano favorito a la presidencia es la posibilidad de movilizar a su base para que vote en las próximas elecciones. Los seguidores del magnate se caracterizan por su gran lealtad y compromiso con el presidente, prueba de ello fue el inaudito asalto al Capitolio en 2021 tras conocerse que Trump se convertía en presidente saliente y debía abandonar la Casa Balnca. En este sentido, la actual imputación podría ser vista como un ataque directo contra su líder, lo que aumentaría la motivación de sus seguidores para votar en su defensa fomentando la movilización de su electorado.  

Además, la imputación de Trump podría ayudarlo a consolidar y cohesionar su base de votantes. A medida que se acerca la temporada electoral, los políticos suelen centrar su atención en los votantes moderados e independientes. Sin embargo, la imputación de Trump podría cambiar esta dinámica y llevarlo a concentrarse en sus seguidores más fieles. En este sentido, la imputación podría ser vista como una oportunidad para que Trump fortalezca su relación con su base, y para que esta se vuelva aún más leal y comprometida con la causa y con “la visión política” de su líder.

La visibilidad del caso

Pero este caso no solo está ayudando al expresidente a fortalecer su narrativa sobre la "guerra cultural" (según la cual cultura estadounidense está siendo atacada por las élites políticas y los medios de comunicación liberales), sino que también está actuando como altavoz internacional de esa teoría y dando un protagonismo elevadísimo a Trump en todo el mundo. Este hecho inclina la balanza republicana a favor del magante, ya que Ron DeSantis, gobernador de Florida y también candidato republicano, estaba ganando un peso considerable entre los conservadores hasta quedar opacado por el escándalo judicial del expresidente, convirtiéndose incluso en uno de los blancos principales de los ataques de Trump.

En resumen, Trump se ha apalancado en la estrategia populista y ha ido construyendo su marca política en torno a la idea de ser un luchador contra el "establishment", por lo que el enfrentamiento contra cualquiera de los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) es para él una oportunidad de revitalizar su figura y su argumentario. Así, esta imputación podría movilizar a su base electoral para que vote en los próximos comicios, consolidar su suelo de simpatizantes y hacer que sus seguidores se sientan aún más comprometidos con su causa. También refuerza su narrativa sobre la "guerra cultural" contra la izquierda política del país, buscando empatizar como un mártir político entregado a los suyos. En definitiva, el actual es un escenario cómodo para el expresidente, que ya ha demostrado ser un experto en el uso de la victimización para ganar apoyo político.