El panorama político de Brasil parece despejarse. Después de que este domingo Luiz Inácio Lula da Silva se impusiera a Jair Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del país carioca, todas las miradas estaban puestas en el presidente saliente brasileño, que durante la campaña electoral había dado avisos de que podría no reconocer la derrota.

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Por ello, tras la victoria de Lula, todas las miradas se centraban en Bolsonaro y en qué haría. Una incógnita que el dirigente ultraderechista ha evitado disipar por el momento. O por lo menos públicamente, puesto que tal y como aseguran diferentes medios brasileños -entre ellos 'O Globo'- el todavía presidente brasileño habría reconocido ante sus ministros la derrota electoral, allanando de esta manera la transición hacia el nuevo Gobierno, aunque habría evitado a toda costa felicitar públicamente al candidato del Partido de los Trabajadores (PT).

En este sentido, salvo sorpresa de última hora, Bolsonaro no impugnará la derrota, pese a que durante la campaña electoral llegó a amenazar con ir “hasta las últimas consecuencias” después de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) se negara a aplazar la cita electoral, tras una denuncia de éste, que alegaba (sin pruebas) que habría sido perjudicado en la distribución de propaganda electoral en las estaciones de radio del Nordeste, un bastión inexpugnable de Lula.

“Todavía no le llamó y no sé si lo hará”, subrayaba este domingo el propio Lula tras conocer los resultados, instando a Bolsonaro a realizar una “transición ordenada” -su mandato arrancará oficialmente el próximo 1 de enero de 2023-. No obstante, Alexandre Morares, presidente del TSE, adelantaba que el dirigente ultraderechista le atendió “con extrema cortesía” cuando le llamó por teléfono para informarse sobre los resultados de los comicios.

Asimismo, pese a que Bolsonaro ha evitado reconocer públicamente su derrota, sí lo han hecho aliados suyos de peso. Este es el caso de Tarcísio Gomes de Freitas, gobernador de Sao Paulo y exministro de Infraestructura, quien ha subrayado que “el resultado en las urnas es soberano” y que el todavía presidente del país “hará lo mejor” para Brasil hasta el final de su mandato. “A partir del momento en que haya una convocatoria para una conversación, nosotros estaremos allí”, ha señalado uno de los hombres de máxima confianza de Bolsonaro.

La primera legislatura de Bolsonaro, una catástrofe para la economía

Pese a que Brasil está entre las diez mayores economías del mundo, se ha convertido en un Estado en el que hasta 33 millones de personas pasan hambre, el 15% del total de habitantes. Una cifra que se ha incrementado notablemente desde que Jair Bolsonaro alcanzó el poder presidencial, debido en gran parte a la falta de inversión en políticas contra la pobreza que dieron resultado durante los mandatos de Lula y Dilma Rousseff y la pésima gestión de la pandemia.

Según la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Penssan), durante los años 2020 y 2021, el ejército humano de brasileños que pasan hambre se dobló. Se pasó de los 19 millones en 2020 a los 33,1 millones actuales. Así, poniendo en comparación los datos actuales con los que había cuando el ultraderechista llegó al poder en 2018 se ha registrado una diferencia negativa del 60%.

La crisis por la pandemia del coronavirus actuó como un acelerador de la pobreza en un país que es un gran productor de alimentos. Desde el primer momento, Bolsonaro le restó importancia y no trató de atajarla y ayudar a la población. Fue en 2020 cuando el Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Brasil advirtió de que el país se dirigía al mapa mundial del hambre, pero el presidente hizo caso omiso.

Sánchez ya ha hablado por teléfono con Lula

Por otra parte, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha informado a través de su cuenta de Twitter de que ya ha hablado con Lula para desearle suerte en su nueva etapa y trasladarle la voluntad de su Ejecutivo de trabajar conjuntamente en la lucha contra la pobreza, el hambre y el cambio climático.

La victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva (PT) ha puesto fin a una campaña electoral de más de dos meses, marcada por la crispación ante un panorama social y político que presenta una polarización sin precedentes. La corta distancia entre los apoyos que ha obtenido (50,9%) y los que ha aunado su oponente, el hasta ahora presidente Jair Bolsonaro (49,1%), reflejan un país partido en dos.

Sánchez también felicitó al presidente electo brasileño el domingo tras conocerse los resultados ajustados que finalmente dieron la victoria al PT y apuntó que Brasil decidió "apostar por el progreso y la esperanza".

Asimismo, el Gobierno ha asegurado que España continuará impulsando su asociación estratégica bilateral con Brasil, en favor del bienestar y la prosperidad de los ciudadanos y a partir de los "estrechos lazos" económicos, demográficos, culturales e históricos que unen a ambos pueblos y sus "profundos valores compartidos".