Brasil está entre las diez mayores economías del mundo, pero ese dato esconde que millones de personas pasan hambre y que y viven en condiciones de extrema pobreza. La Red Brasileña de Pesquisas en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Red Penssan) sacó a la luz unos datos escalofriantes como que más del 50% de la población de Brasil no tiene acceso pleno y permanente a los alimentos. De esa investigación se concluyó que, en números absolutos, 116.8 millones de brasileños no tienen acceso pleno y permanente a la alimentación, o lo que es lo mismo, que más de la mitad de la población brasileña (el 52.2%) vive con inseguridad alimentaria.

Lucha contra el hambre exitosa con Lula y Dilma Rousseff

Es un hecho real y constatable que en los mandatos anteriores de Lula y Dilma Rousseff, la pobreza fue atacada con políticas que comenzaron a dar resultados. Brasil fue puesto como un ejemplo mundial por el logro del rescate de la pobreza a 25 millones de personas. Lula y Rousseff convirtieron al país en un modelo de reducción de la pobreza. Según un informe sobre pobreza en el Mundo de Manos Unidas, los resultados positivos se lograron gracias al comportamiento positivo del mercado laboral, sumados a la política de valorización del salario mínimo y a la expansión de las transferencias asistenciales, entre las cuales se destaca el programa de transferencia condicionada de Brasil, el programa Bolsa Família. Este programa exitoso fue puesto en marcha en 2003, durante el gobierno de Lula da Silva, para combatir la pobreza y el hambre.

Ahora, en la era Bolsonaro, es muy habitual ver en el centro de Sao Paulo, a personas haciendo colas inmensas en busca de un plato de comida. Entre el pago del alquiler de las viviendas y la bajada de las pensiones, los mayores están siendo aceleradamente empobrecidos y no pueden llegar a final de mes. Al resto de población con un ínfimo salario mínimo (1.045 reales) más un alto coste de la vida, tampoco le llega el salario.

Pésima gestión de la pandemia con consecuencias catastróficas en la economía

A ello hay que sumarle el brutal empobrecimiento de la sociedad brasileña que sufrió, de manera convulsiva, por una pésima gestión del covid-19, con centenares de miles de 317.000 fallecidos, sin medios sanitarios y acumulando millones de desempleados, otros nuevos pobres sin comida que añadir. La Covid actuó como una especie de acelerador de la pobreza curiosa y paradójicamente en un país que es un gran productor mundial de alimentos. Una pandemia que desde el primer día fue minimizada por el Gobierno de Bolsonaro a pesar de que durante esta, 19,1 millones de personas pasaban hambre en Brasil y que ha tenido estas pésimas consecuencias económicas, además de los fallecimientos.

Ya en 2020, el jefe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Brasil advirtió que Brasil se encaminaba inexorablemente y de manera rápida al mapa mundial del hambre, lugar del que salió en 2014. Bolsonaro no tomó nota de ello. Tal vez por su inoperancia mezclada con su incredulidad a los organismos internacionales, al más puro estilo Trump.

Otras instituciones trasnacionales como el Banco Mundial calculó en esas mismas fechas que 5,4 millones de brasileños entrarían en el escenario de pobreza en 2020, sumándose a los 14,7 millones de los 212 millones de habitantes. Recientemente, la Fundación Getulio Vargas mantenía que casi un tercio de la población sufre de inseguridad alimenticia.

De 19 millones de “hambrientos” en 2020 a 33,1 millones actualmente

Según la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Penssan), durante los años 2020 y 2021, el ejército humano de brasileños que pasan hambre se ha incrementado hasta el doble. Es decir, se ha pasado de los 19 millones en 2020 hasta los 33,1 millones actualmente. Vendría a ser el 15,5% de los habitantes del país. Estos datos significan nueve puntos más que en 2018, cuando Jair Bolsonaro accedió al poder. La situación es tan dramática que cada día cunde el miedo a quedarse sin un plato de comida.

Esto supone una diferencia negativa del 60% desde que Bolsonaro gobierna. Según esta misma red, el 60% de los brasileños (125 millones) sufre situaciones de inseguridad alimentaria. Todo es debido a la tormenta perfecta no corregida por Bolsonaro de los estragos de crisis económica, incrementada por la pésima gestión del coronavirus más el abandono de las políticas sociales del Estado. Una diferencia negativa del 60% en relación también al año en que el exmilitar ultraderechista y fundamentalista y que hoy puede ser desalojado democráticamente del poder, ganó las elecciones.