La política migratoria de Australia es una de las más duras entre las democracias mundiales. Tras ponerla a prueba delante de todo el planeta por culpa del tenista Novak Djokovic, la situación descubierta sobre unos refugiados ha abierto un debate interno en el país. En los últimos dos años, 32 refugiados han estado alojados en el Hotel Park de Melbourne, después que fuesen trasladados de campamentos de detención en las islas Nauru y Papua Nueva Guinea.

En este contexto, The Guardian Australia informa de que llegaron a la ciudad del río Yarra por motivos de salud, con el fin de ser internados en hospitales y conocer el alcance de los problemas que sufrían. Sin embargo, añaden las fuentes, muchos refugiados llegaron al hotel sin recuperarse del todo. Así las cosas, ahora permanecen en el limbo, encerrados en pequeñas habitaciones, sin apenas ventilación y, cada vez que piden píldoras de paracetamol para dolores de cabeza, tardan horas en llegar.

Instalaciones paupérrimas

Mohamed 'Joy' Miah, narrando sus experiencias al canal de la televisión 9News, decía que a menudo se quedaba las horas muertas mirando con tristeza a las paredes blancas de la habitación del hotel. Una habitación pequeña, y sin apenas espacio para moverse. Por otro lado, otros refugiados se quejaban de las horribles condiciones del hotel, sin servicios esenciales de salud, higiene, y comidas deprimentes, que se utilizan para alimentar a los pollos y a los peces.

Y, para terminar, algunos se quejaban de que, "semanas atrás, cuando hubo un incendio en el hotel, "nos sacaron a todos de las habitaciones y nos encerraron en una de las dependencias del sótano sin dejarnos salir al exterior".

Medidas del Gobierno

El primer ministro australiano, Scott Morrison, entrevistado por la emisora 2GB, dijo que los detenidos en el Hotel Park, del mismo modo que los que están en las islas de Nauru o Nueva Guinea, no eran refugiados, sino que querían vivir en Australia, sin tener regularizada su situación de entrar en el país.

A continuación, el jefe del Ejecutivo añadió que les habían ofrecido viajar a sus países respectivos si no querían quedarse detenidos, pero hasta la fecha no han resuelto tomar decisiones por parte de los implicados.

Mientras tanto, en la banda opuesta, Kristina Keneally, encargada de asuntos relacionados de la seguridad nacional, explicó que el partido laborista estaba por la labor de que los refugiados fuesen reintegrados a centros de detención en Australia, sin tener que permanecer en islas del Pacífico Sur. Una opinión, que dio mucho que hablar en mentideros políticos, por cuanto esperaban una solución más positiva en defensa de los detenidos.

Sentimientos de agonía

En este sentido, y consultado por ElPlural.com acerca del sufrimiento que padecían los refugiados en el Hotel Park de Melbourne, Adam Brandt, miembro del parlamento federal y principal líder del partido de los verdes en Melbourne, destacó que, durante 263 días de restricciones implacables durante la pandemia, nadie podría imaginar los sentimientos de agonía que padecieron los 32 refugiados durante los últimos dos años.  

Por si fuera poco, añadió que habría que tener en cuenta que, con anterioridad, estos refugiados ya habían estado confinados durante ocho años en instalaciones de inmigración en las islas de Nauru y Papua Nueva Guinea, esperando regularizar su situación para permanecer en Australia.    

En otra de sus intervenciones, en el parlamento federal, el abanderado de los Verdes remarcó que había sido triste escuchar, a piñón fijo, a dirigentes del Gobierno de la coalición conservadora, y a los dirigentes del partido de la Oposición, continuar con una política de medidas punitivas, en lugar de dejarles en libertad.

La oferta neozelandesa

Craig Foster, una gran figura del deporte del balompié durante muchos años en Australia, y actualmente portavoz de Amnistía Internacional, dijo que el Gobierno de Nueva Zelanda se había comprometido a abrir fronteras a refugiados de Melbourne, e incluso a los que permanecen en las islas del sur del Pacifico. Y añadió que el ofrecimiento del Ejecutivo de Jacinda Ardern se hizo hace ochos años, cuando los refugiados del Park Hotel estaban alojados en las islas del Pacifico Sur. Finalmente, el representante de Amnistía Internacional destacó que, según el acuerdo, 150 detenidos al año serían trasladados al país neozelandés.

Mientras tanto, una petición firmada por 536 académicos e investigadores australianos, suplicaba al Gobierno federal dejar libres a los detenidos para que emprendieran una nueva vida en Australia.

Los datos de la inmigración

Echando la vista atrás sobre el número de refugiados que llegaron a Australia, a finales de septiembre de 2021 fueron 1.459 alojados en dependencias de instalaciones construidas en las islas del Pacifico Sur, incluyendo los que fueron confinados de forma temporal en el Park Hotel de Melbourne. 

A finales del mes de octubre, del mismo año, eran 128 los detenidos en las islas de Nauru y Papua Nueva Guinea, una clara disparidad que, de algún modo, da motivos de esperanza a que, finalmente los detenidos sean liberados

Pero, analizando las cifras alentadoras, después de que el número de refugiados cayera en picado, el portavoz de Amnistía Internacional sostiene que un gran número de detenidos abandonaron las instalaciones en las islas de Nauru y Papua Nueva Guinea a través de programas de patrocinios. Es decir, organizaciones empresariales u organismos que, de una forma u otra, estaban preparados para ofrecerles trabajo, o bien cursos de capacitación profesional.   

Por otro lado, el Gobierno también está arrimando el hombro, de forma que para finales de este año no quede ningún refugiado en Papúa Nueva Guinea. Y es que, como decía una analista, el Gobierno está gastando una barbaridad de millones de dólares para sostener las deudas que ha contraído con los gobiernos del Pacífico Sur.

Tanto es así que, por cada refugiado, el Gobierno australiano aporta más de 471.000 dólares por cabeza según el Concilio de Australia. Además, hay que añadir los gastos durante dos años de los que han estado confinados los 32 detenidos en el Park hotel. Gastos que suponen la friolera de más de 15 millones de dólares al año. Una cifra que, grosso modo, habría que multiplicar por los casi diez años que los detenidos han estado confinados en centros de detención.