El sector energético fue objetivo común de estos empresarios y el desenlace de sus millonarias inversiones en las eléctricas, gasistas o petroleras ha sido igualmente compartido: grandes pérdidas, desinversiones mal planificadas y su salida definitiva de las compañías con más o menos estruendo mediático y siempre con daños para el resto de los accionistas.

ACS sale de Iberdrola
El último episodio lo protagoniza ACS, la empresa de servicios que dirige Florentino Pérez, que el martes gestaba la venta del 3,7% de sus acciones en Iberdrola y el miércoles provocaba con la operación un seísmo en la bolsa y, en concreto, la caída del 7% en el valor de las acciones de la eléctrica. El movimiento de ACS sorprendió a los mercados y a los analistas por el momento y el porcentaje de su participación que había elegido para realizar la desinversión.

La primera lectura, antes de fijar los motivos de la operación, fue la del cambio de estrategia (o la asunción de la derrota) en su batalla con Iberdrola; sí, ACS seguirá siendo el accionista mayoritario, pero con un 14,85% frente al 20,2% que llegó a detentar en enero de 2011 y cada vez más diluido por su opción de cobrar dividendos en metálico y las sucesivas ampliaciones de capital que se han ordenado en los últimos años en la eléctrica.

El fin del intento de controlar la eléctrica
Florentino ya no puede jugar a conquistar la empresa de Sánchez Galán; los mercados no le creen y los analistas dan por seguro que, cumplidos los plazos previstos, continuará deshaciéndose de sus acciones en Iberdrola; esta posibilidad traerá preocupaciones para la eléctrica en el corto plazo, pero la salida de ACS de su accionariado da aliento a accionistas y directivos para afrontar una mala racha en bolsa y la búsqueda de nuevos inversores.

Ahora mismo, el problema de ACS es mucho más grave que gestionar su retirada de Iberdrola, la compañía que dirige Florentino Pérez tiene que asegurar su subsistencia. Estos dos últimos días ha trascendido a la prensa la información de que su balance es preocupante y se ha señalado insistentemente por analistas y periodistas como causa de su desinversión en Iberdrola, y de las que se sucederán a buen seguro en las próximas semanas, a la preocupación y presión de sus acreedores (bancos y fondos nacionales y extranjeros).

Minusvalías de 770 millones de euros
Sin ir más lejos, la operación realizada por ACS con su participación en Iberdrola le ha generado unas minusvalías de casi 770 millones de euros, el impacto que tendrá  en sus resultados de 2012 será enorme y directo: 540 millones de euros que representan el 56% del beneficio neto que el grupo de Florentino Pérez había anunciado para 2011.

Está claro que tendrá que desprenderse de las líneas de alta tensión en Brasil, las concesiones de autopistas en Chile y EE.UU y otros activos en termosolar o eólica, así como del ya sonado 10% de Abertis. Por aquí vendrán los próximos titulares que dará ACS si no quiere que, más pronto de lo deseado, la prensa dé la noticia de que tiene problemas irreparables.