Somos la primera generación que está viendo en directo los efectos del cambio climático. Las temperaturas por encima de los 40 grados se están convirtiendo en algo habitual en gran parte de nuestro país. Para los expertos la normalización de este calor extremo responde directamente al calentamiento global.  Sin embargo, un partido como Vox hace gala de su negacionismo ante la mayor emergencia mundial y plantea en su programa para las elecciones generales del 23-J derogar la ley de cambio climático e incluso salir del Acuerdo de París de reducción de emisiones. La gran incógnita es qué hará el PP de Alberto Núñez Feijóo ante este despropósito que va en contra de las políticas medioambientales de la Unión Europea, en caso de que necesite su apoyo para ser presidente del Gobierno. Por lo pronto, en Baleares, la nueva presidenta Margalida Prohens, ha suprimido la consejería de Medio Ambiente (y la de Igualdad) para contentar al partido de Santiago Abascal.

“Cuando lo del primo de Rajoy era un señor diciendo ‘dónde está el cambio climático, que no lo veo’. Ahora el cambio climático lo vemos todos porque lo sentimos en nuestra piel”

“El PP no tiene un mensaje claro sobre el cambio climático”, asegura el periodista Rafael Ordóñez, a quien hemos entrevistado con motivo de la publicación del libro Amor y Furia’ (Tres Hermanas), donde recoge sus investigaciones sobre la nueva generación de activistas climáticos como Greta Thunberg o los miembros de Extintion Rebellion, que consideran que el ecologismo tradicional no está dando la respuesta adecuada a la situación de emergencia que estamos viviendo.  En su opinión, el PP tiene un gran problema por la falta de definición de su discurso medioambiental, algo que viene de lejos, pero que ahora cobra especial relevancia. “Cuando lo del primo de Rajoy era un señor diciendo ‘dónde está el cambio climático, que no lo veo’. Ahora el cambio climático lo vemos todos porque lo sentimos en nuestra piel”, asegura.

“Esta carencia ya se vio con el tema de Doñana, justo antes de que se iniciara la campaña para las municipales autonómicas. Feijóo está atrapado entre el discurso predominante en Europa y la ONU y la presión de unos socios muy incómodos que niegan la mayor”, añade.

"Para VOX el cambio climático es una chufla y, desde este punto de vista, añade problemas a la alianza PP-Vox"

Rafael Ordóñez, periodista autor de 'Amor y Furia'

PREGUNTA.- ¿La alianza del PP con VOX es un riesgo para el cambio climático?

RESPUESTA.- Sobre el papel es un riesgo porque niegan el cambio climático, están yendo en contra de las directrices de Europa y la agenda 2030 para hacer más sostenible el planeta. Para Vox el cambio climático es una chufla y, desde este punto de vista, añade problemas a la alianza PP-Vox. Dentro del PP hay gente que sabe muy bien lo que es el cambio climático, lo que pasa que el discurso no está tan metido como en los partidos de la izquierda, aunque también hay personas como Ayuso, que cree que lo del cambio climático se soluciona poniendo una maceta en la ventana. Necesariamente tienen que armarse de un discurso sólido porque aspiran a gobernar un país que está muy directamente afectado por el cambio climático.

P.- Somos la primera generación que está viendo en directo los efectos del calentamiento global

R.- Ahora mismo hay varios efectos del cambio climático que ya son palpables: las olas de calor, la sequía, los incendios… Este verano estamos sufriendo más olas de calor y los expertos prevén que será todavía más desastroso con respecto al pasado. La superficie quemada en 2022 batió todos los récord y este año lo vamos a superar.

El cambio climático lo sentimos, está aquí con nosotros, pero Vox, por ejemplo, no se lo cree y no está de acuerdo, por ejemplo, con que haya menos coches en el centro de las ciudades. No se trata de estar de acuerdo, es una directriz de Europa para frenar la contaminación y una cuestión de salud. Incluso la OMS plantea la necesidad de endurecer esa normativa. Dentro de 100 años, las nuevas generaciones se extrañarán de ver los coches por las calles, igual que nosotros nos extrañamos de esas imágenes de los años 70, con los médicos fumando en la consulta. Esa misma barbaridad es lo que estamos viendo ahora: Vox defiende al médico que está fumando porque, dicen, es cuestión de su libertad.

"España no se puede permitir un Partido Popular como el del ‘primo de Rajoy’. Tiene que haber un PP que tenga claros los retos del cambio climático"

P.- Una de las primeras decisiones de Almeida cuando se convirtió en alcalde de Madrid fue descafeinar el proyecto de Manuela Carmena de Madrid Central e inventarse un modelo menos restrictivo.

R.- Sí, tuvo que hacer algo parecido y ajustado a Europa, pero no lo hicieron por convicción, sino porque querían evitar la multa. España no se puede permitir un Partido Popular como el del ‘primo de Rajoy’. Tiene que haber un PP que tenga claro cuáles son los retos del cambio climático y llegar a acuerdos con PSOE o con quien sea para abordarlos bien. Yo soy de los que ven necesario un pacto de Estado sobre este problema, que es transversal y afecta a la economía, a la salud y a todo.

P.- ¿Qué es 'Amor y furia'?

R.- Siempre me ha interesado el tema del medio ambiente y cuando vi esa acción tan brutal de tirar tomate a 'Los Girasoles' me pregunté qué había pasado. Al profundizar en el tema, descubrí que detrás hay toda una estrategia de comunicación y acción colectiva por parte de grupos muy organizados, que quieren poner en el debate público la situación de emergencia que estamos viviendo ante la crisis climática, porque consideran que no se está haciendo suficiente. Así surge 'Amor y Furia', es una explicación para en qué punto está ese movimiento y cómo se ha extendido por toda Europa, en particular los últimos cuatro años.

P.- ¿Se puede producir un salto de la violencia simbólica a la violencia real?

R.- En un escenario de futuribles todo es posible. Yo creo que se van a radicalizar en sus llamamientos a la acción. Ellos van a defender siempre la no violencia, pero los bienes materiales van a sufrir al final, no van a romper cuadros, pero sí una fábrica o causar daños en una gasolinera. Eso ya lo están haciendo. ¿Pueden ser más radicales? En los próximos 20 años veremos de todo, pero el cambio climático va a provocar desplazamientos masivos de gente y habrá problemas. Seguro.

Ahora no lo estamos viendo en España, por ejemplo, porque el Gobierno se gasta miles de millones en paliar los efectos de la sequía en los agricultores, en ayudas, desgravaciones y todo lo que sea necesario. De lo contrario, ahora mismo estaríamos viendo a los agricultores, cortando las calles y quemando contenedores.

P. ¿En qué se diferencian estos activistas del ecologismo tradicional?

R.- Ellos consideran que es necesaria una acción más radical, más potente. Creen que el ecologismo está en su tope y no puede llegar a más. Es decir, piensan que el cambio no se puede frenar recogiendo firmas y haciendo manifestaciones, porque se viene haciendo desde hace tiempo y se queda corto. Lo que hacen es escalar la protesta.

"En Europa es muy cómodo el activismo, pero en otros países les cuesta la vida"

P.- La cara más reconocible de estos jóvenes activistas quizá sea Greta Thumberg, ¿qué papel juega en estos movimientos?

R.- Es la una de las patas del gran movimiento activista que se produce en los últimos años, además de Extintion Rebellion, que nace en el Reino Unido y es muy disruptivo en esta forma de protesta. Greta Thumberg es una gran movilizadora de masas y, aunque se la ridiculice, está detrás de la mayor movilización social de Europa. Con apenas 14 años dotó a los jóvenes de toda Europa de un sentido y un marco de actuación para enfrentarse a la crisis climática. Así crece Fridays for Future, que se extiende por todo el mundo, incluso en países como Rusia, Pekín o la India, donde está perseguido por sus gobiernos. En Europa es muy cómodo el activismo, pero en otros países les cuesta la vida. 

Greta les crea a todos un marco de actuación y hoy, Fridays, por ejemplo, en Barcelona es una organización ecologista más, que expresa sus demandas sobre cuestiones más locales, como por ejemplo el aeropuerto del Prat. Ha dado a toda una generación de jóvenes movilizados un marco de actuación que es global, pero que ellos lo llevan a lo local. Estos jóvenes, la mayoría de unos 18 años, son la generación más formada en medio de la historia.

P.- Sin embargo, se hace una ridiculización de ellos, se les tacha incluso de ecoterroristas o, como poco, no se les toma en serio.

R.- A mí muchas veces me sorprende la gratuidad con la que se les insulta cuando cortan calles o cuando pintan edificios, que muchas veces es pintura que se quita con agua. Al mismo tiempo, consideramos legítimo que los taxistas puedan cortar una ciudad. Pero si son estos jóvenes, son unos sinvergüenzas. Tiene su derecho a la protesta, que es un derecho fundamental. No se les puede considerar vándalos así, a la primera de cambio, cuando, además, las demandas que están haciendo nos incumben a todos. No son mentiras, no están diciendo que nos están rociando con aviones, dicen lo mismo que las instituciones científicas oficiales más solventes del mundo.

"Están decididos a hacer su pelea de esta manera y son conscientes de que les puede acarrear sanciones penales e incluso penas de cárcel"

P.- ¿Se plantean el salto a la política?

R.- Con los que yo he hablado aquí en España, me han dicho que se ven antes en la cárcel que en el Congreso. Ellos están decididos a hacer su pelea de esta manera y son conscientes de que les puede acarrear sanciones penales e incluso penas de cárcel, como ya ha pasado en Inglaterra y en Alemania, donde en una región les han considerado grupo terrorista. En Italia, Meloni, en Italia, los está persiguiendo con formas que, directamente, hacen cuestionar la democracia. En el Reino Unido se están produciendo detenciones masivas, muy criticadas e incluso por la parte de la parte más conservadora de la sociedad, pero en España no hemos llegado a este punto, entre otras cosas porque no es un movimiento tan masivo como en Alemania, Francia, Italia o Reino Unido. 

Lo que hay un fenómeno europeo protagonizado por jóvenes que es imparable y masivo. Si quisieran hacer más mal o daño real, lo habrían hecho, pero no su intención. Su intención es llamar la atención de otro modo.