Leer estos días los titulares de los periódicos es como leer una novela negra donde quien sospechábamos malo se hace malísimo y, como dicen en mi pueblo, “hasta el más tonto hace relojes de madera”. Sería una lectura interesante, ahora que el calor aprieta, si no fuera porque los protagonistas son miembros del Gobierno de nuestro país.

Mientras leo se me amarga el café y desaparecen las ganas de desayunar. No quedan prácticamente ganas de seguir leyendo, si no fuera porque esto nos afecta a todos. No es rabia, ni indignación, ni el enfado puede describir la sensación al pensar que estamos en manos de personas que mienten, se amenazan, ocultan, roban en lugar de preocuparse por el interés de todos que no es otro que el generar oportunidades para la ciudadanía y cuidar de lo que es común. ¿Cómo me voy a creer que van a hacer una gestión diligente si se comportan así entre ellos, si no sabemos ya qué creer?

Hay que modificar algunas leyes para que determinadas conductas delictivas no prescriban
Muchos de los delitos de los que se acusan unos a otros, aún por demostrar –pero con bastantes indicios a estas alturas- han prescrito ya. Esto debería hacernos pensar que es preciso (y de urgente necesidad) modificar algunas leyes para que determinadas conductas delictivas no prescriban y además también plantearnos que en base a la ley vigente podrá no ser imputable pero si se demuestran ciertas las acusaciones, la actitud es reprochable en base al código de la ética más básica.

Estamos todavía en el momento de la “presunción” pero, sea como fuere, la credibilidad del Gobierno queda tocada prácticamente de manera letal. Quien está ahora mismo en el centro penitenciario ha sido el tesorero del Partido Popular, además de Senador y hasta hace bien poco contaba con el respaldo y la plena confianza de quienes hoy nos gobiernan. No es, precisamente, uno que “pasaba por allí” y acusa de tropelías al máximo responsable de nuestro país. Era su “mano derecha”.

No se trata ahora de oportunismos, del “quítate tú para ponerme yo”. Se trata, desde mi punto de vista, de un “apártate y deja que entre todos tratemos de arreglar esta tremenda situación, hagamos de una vez por todas las cosas bien”. No es momento de “mirlos blancos”, ni “salvapatrias”. Es hora de responsabilidad colectiva: está en juego la estabilidad del Estado, la credibilidad de nuestras instituciones, la legitimidad de quienes nos han de gobernar. Y es algo lo suficientemente serio como para que se bajen las banderas, las siglas y se apueste por la responsabilidad de las personas honradas que realmente pongan su empeño en sacarnos a todos de esta situación de desgobierno.

Un gobierno jugando al 'monopoly'
Hablaba estos días con algunos amigos extranjeros. Ven la situación de mi país con distancia y me sorprendió su lectura –a veces cuando estamos viviendo a golpe de la urgencia nos olvidamos de dar un paso atrás y analizar con más objetividad-. Entendían que tuviéramos los índices de desempleo, fraude y de caos generalizado con un gobierno que ha estado jugando al “monopoly” y a las películas de amenazas y ajustes de cuentas.  Para mí, esto que está sucediendo era un capítulo más de la saga; para ellos era la base y fundamento de todos nuestros males. Ciertamente me decían que la falta de valores, de ética y rigor de quienes tenían que encargarse del interés general habían acabado con las garantías laborales, la educación y la sanidad pública y con el futuro de una generación por estar más preocupados en sus cuentas paralelas, los sobres y las maneras de taparse la boca los unos a los otros. Y no les falta razón.

Y mirado todavía con más distancia, no sé de qué nos extrañamos: desde el primer minuto han faltado a su palabra dada. No han cumplido ni uno de los puntos de su programa electoral y nada más llegar les preocupó salvar a través de amnistías a quienes se saltaban las normas –los de las cuentas en Suiza y los cobros sin declarar-. Esa manera de actuar que está resultando tan suya: “las normas están para saltárselas o para modificarlas a nuestra conveniencia; si tienes dinero o información que tapar, hacemos una ley a tu medida”. Una sensación desagradable se me quedaba al leer las supuestas declaraciones del letrado que visitó a Bárcenas hace unos días, ésas que le proponían callar y hacer caer al Ministro de Justicia. ¿En qué país vivimos? ¿Dónde se creen que están?

Por el momento miramos con incertidumbre a las posibilidades que se avecinan: ¿dimitirá Rajoy y dará paso a su número dos? ¿Serán los partidos de la oposición capaces de sumar para promover una moción de censura? ¿Tienen cabida unas elecciones anticipadas para que la ciudadanía elija el rumbo ahora que este Gobierno hace aguas? ¿Aprenderemos todos de esta lección?

Sea como sea, una cosa está clara: ¡Qué bien les habría venido a esta gente alguna clase de Educación para la Ciudadanía!

Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon