Alerta. Lío interno en Génova 13. Primera parada: acto del domingo: Feijóo espera que sea una cita grande para él en la que nadie salvo su persona tenga mucho más protagonismo, pero en el PP no las tienen todas consigo y por eso habrían pedido a los militantes no aplaudir ni vitorear a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, más allá de lo que marcan los cánones.

Los conservadores no quieren que se repita la imagen que dio la vuelta al país la última noche electoral, la de los comicios del 23-J, cuando en el balcón de la sede popular podía apreciarse a una Ayuso vestida de rojo que destacó por algo más que por romper el código de vestimenta y vio como la plaza la manteaba con grito unánime.

El temor a que ocurra algo similar no parece ningún secreto, y es que aunque desde Génova guardan silencio en preguntas de ElPlural.com y desde el entorno de la presidente lo definen en palabras a este medio como una “tontería”, la línea parece marcada y pasaría por cerrar filas en torno al líder gallego, dando una sensación de unidad a apenas dos días de una fecha marcada en rojo en el calendario, más allá del fracaso asegurado de la misma. En este sentido informaban este miércoles medios conversadores como El Independiente o Voz Pópuli.

No hay que pasar por alto que la lideresa regional se ha puesto el brazalete de capitana contra la amnistía que piden desde Waterlóo y no ha dudado, incluso, en pedir a Sánchez que convoque elecciones, algo que desde el PP, por medio de  Borja Sémper, han dicho que ellso "también” harían, pero ya cuando el único horizonte sea el de la investidura de Pedro Sánchez: "Me parece muy bien, qué quiere que le diga. Como no hay voluntad de engañar a nadie y la investidura de Feijóo es complicada, el escenario posible, de no salir, es que haya una investidura de Pedro Sánchez con los mimbres que hemos hablado antes (cesiones a los independentistas), en ese caso yo también le retaría a que convocara elecciones".

Borja Sémper

En su condición de portavoz, el propio Sémper agitaba más al partido esta misma semana, seguramente en uno de los momentos menos recomendable para ello, y evidenciando así aún más la diferencia entre los dos vectores del PP: el moderado y el catalogado popularmente como “duro”.

Este último no ocultó su “estupefacción” después de que el también vicesecretario de Cultura empleara el euskera, su segunda lengua, en el pleno en el que el Congreso aprobó el reglamento que permitía el uso de éste junto al catalán, el valenciano y el vasco.

El diputado ha querido restar importancia a las diferencias, aunque reconoce que provocó “opiniones diversas” con su discurso. Incluso hay informaciones que apuntan a que no advirtió de este cambio de guion al partido, algo que él ha desmentido desde Onda Cero apuntando que sí dijo que iba a pronunciar “alguna frase” en euskera, pero que tampoco tenía por qué haberlo hecho. Así, defendía su postura diciendo que las "introducciones breves" con traducción del propio orador estaba ya amparada y que lo que hizo lo hizo para reivindicar que las lenguas cooficiales “son patrimonio de todos los españoles”

Justificaciones a un lado, la manera de expresarse no solo no sentó muy bien dentro de un ala del partido, sino que tampoco ha sido amparada por la llamada derecha mediática, tal y como ha quedado evidente por medio de Federico Jiménez Losantos, quien ha atacado duramente al portavoz del PP, llegando a llamarle “idiota”.

Asimismo, sobre su persona han recaído otras críticas que tienen que ver con cuestiones de la de la manifestación, rubricada tras la confusión en la nomenclatura bajo el término de “acto" o “mitin” de partido al uso. Entre ellas -más allá del tiempo escogido y las formas- destaca la invitación expresa a los socialistas “de carné, expulsados, de corazón, conservadores” y “liberales”; los que no están de acuerdo con las exigencias de Puigdemont.

En definitiva, el partido ha dejado muy claro que la cita del domingo no entiende de cercos, pero a la vez sí. Por ejemplo, en un intento de alejarse de Vox, la formación siempre habla de acto “abierto” al que está invitado todo el mundo que quiera, pero evita incluir aquí de forma expresa a la formación de Santiago Abascal.

Manifestación del 8 de octubre

El próximo 8 de octubre se celebrará además una manifestación en Barcelona, cuyo objetivo es el mismo que el del acto del próximo domingo: protestar contra la amnistía y las condiciones de Junts para dar su a una previsible investidura de Sánchez que Oriol Junqueras (ERC) da ya por hecha.

Sin embargo, el modus operandi  también es distinto aquí y parece orientarse más a lo que se refería el expresidente del Gobierno José María Aznar cuando llamaba a la “contienda nacional”. A la Ciudad Condal han confirmado asistencia voces disconformes dentro del partido como el presidente catalán de la formación, Alejandro Fernández, y otras como su homóloga madrileña; o la predecesora de ésta, Esperanza Aguirre. Las dos han puesto en valor el acto alrededor del Wizink a la vez que han confirmado asistencia a la marcha de la capital catalana y han pedido al líder del partido que acuda a la segunda.

¿Qué fue antes?

En otro orden de cosas, sobre que fue antes, si el huevo o la gallina. Sobre si Aznar marcó el paso a Feijóo y el gallego actuó en consecuencia, la versión oficial es que la idea de una protesta llevaba un tiempo sobre la mesa y que el líder de la formación se la había comunicado a sus barones el lunes 11 de septiembre, aunque aún no estaba del todo alicatada y pilló a algunos por sorpresa que Cuca Gamarra, portavoz en la Cámara Baja, hiciera el anuncio en Espejo Público.

En cualquier caso, lo que parece evidente es que el partido tiene muchos frentes abiertos y confía en que más allá del “éxito” en torno a la concentración, esta no acabe por ser el preámbulo de algo. Aunque es imposible saber de qué, menos en un escenario en el que las idas y venidas son la tónica habitual.