Contra todo pronóstico, el pasado martes Borja Sémper, en su calidad de portavoz, empleaba su segunda lengua, el euskera, en parte de su intervención en el Congreso de los Diputados. Era el primer pleno en el que el Reglamento de la Cámara amparaba su uso junto al del catalán y el gallego, y fueron varios los diputados que celebraron un hecho que, si bien simbólico, reconocieron asimismo de histórico. 

Pero Sémper no dejó contento a nadie, si acaso a unos pocos que aplauderon tímidos desde la bancada. Bildu y PNV -las dos formaciones vascas y que emplearon tanto la lengua de Euskadi como el castellano- criticaron a ultranza la dinámica del miembro de los conservadores, también Vox, que terminó de abandonar el hemiciclo -algunos parlamentarios de la ultraderecha lo había hecho con anterioridad-, y varios compañeros de formación que evidenciaron los dos núcleos del PP cuando el partido, en vísperas del mitin del domingo y la posterior investidura previsiblemente fallida de Alberto Núñez Feijóo, requiere unidad.

Si bien voces cercanas al líder gallego explicaban a ElPlural.com que el acto de Sémper no es sinónimo de "hacer el canelo" -términos en los que el propio vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta se había pronunciado un día antes- sí asumían como tal "obligar a usar traducciones"; algo que Sémper no llevó a cabo porque se tradujo a sí mismo

Sin embargo, y a pesar de que su declaración desde la tribuna buscaba criticar el nuevo Reglamento, algunos gestos mostraban discordancia con la decisión. Uno de ellos fue el de Cayetana Álvarez de Toledo, que ni siquiera aplaudió, o el de Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, quien se pronunciaba con una frase en redes sociales que resume su malestar: "Hay un concepto en el tenis muy útil para cualquier ámbito de la vida: evitar los errores no forzados".

Sin embargo, a ellos se suman las de otros diputados que califican de "gravísimo error" no haber empleado el castellano cuando además poco antes Cuca Gamarra había emplazado a la responsable del Congreso, Francina Armengol, a quitar el uso de la palabra a quien utilizara el euskera, el catalán o el galego. "Estupefacción" de veteranos y noveles, así como de los dos vectores que conviven bajo las siglas azules funcionaría como un buen resumen de los hechos.

Semana clave en el PP

Sémper ha caído para algunos en un error cuando menos lo necesitaba su formación, que afronta una semana clave. A decir verdad, la presente ya lo está siendo, pues en Génova no les ha resultado sencillo explicar las líneas del acto del domingo, que finalmente hará de "acto de partido"

Los vaivenes del PP con esta cuestión tampoco han sido pocos, comenzando por el espacio escogido para dirigirse a sus fieles -al principio iba a ser en Plaza de España y finalmente se celebrará en la Avenida de Felipe II, en los aledaños del Wizink Center- y continuando por la nomenclatura y, en definitiva, el mensaje que quieren transmitir. Se trata de una cuestión no poco importante, dado que desde que el expresidente José María Aznar se refiriera a una "contienda nacional" o "rebelión nacional" Feijóo se encontró contra las cuerdas. 

Así las cosas, es cierto que en el partido exponen que la idea de salir a la calle, que no "tomarla", venía estando sobre la mesa desde hacia tiempo, pero también lo es que parecía no estar del todo alicatada. Es más, todavía se habla de manifestación en algunos portales, aunque en los últimos días el propio Sémper ha definido que se trata de un "acto de partido" al uso para mostrar el desacuerdo con la amnistía y explicar lo que haría el gallego en caso de llegar a Moncloa. 

En esta ocasión intervendrá gente que hayan tenido responsabilidades de Gobierno -de ahí la ausencia de Pablo Casado- y los barones han querido dejar claro que el líder popular cuenta con su apoyo. Con el objetivo de cerrar filas se espera que acudan todos a excepción del valenciano Carlos Mazón, que tiene ese día la agenda ocupada.

Esto no quita para que las dudas en torno a la cita, así como la utilidad de la misma -tanto en forma como en tiempo- estén ahí. Hay votantes que cuestionan un acto a 48 horas del día D de Feijóo y consideran que sería mejor llevar a cabo la protesta después, cuando sea el turno de Pedro Sánchez. En la misma línea, los hay que esperaban un tono más duro e invitan al presidente de los conservadores a acudir a la marcha convocada por Societat Civil Catalana el 8 de octubre.