Vox regresa a Vistalegre con su evento Europa Viva 25, una cita pensada para galvanizar a las bases y proyectar influencia más allá de España. La formación de Santiago Abascal promete un fin de semana de discursos, escenografía y alianzas internacionales, con el objetivo de erigirse en epicentro del bloque ultraderechista. No se trata solo de un acto interno: la dirección de Vox lo ha concebido como escaparate europeo y latinoamericano, con invitados de relevancia internacional y una puesta en escena que combina feria popular y gran mitin. El reto, sin embargo, será convertir el despliegue en algo más que una foto de familia ideológica: un movimiento capaz de consolidar liderazgo y ofrecer un horizonte político creíble frente al bipartidismo.

El lema elegido para esta edición, “Por una Europa nueva y decente”, concentra la narrativa con la que el partido pretende diferenciarse del resto de formaciones. Vox busca presentarse como la voz que se alza contra lo que denomina decadencia institucional, corrupción moral y pérdida de soberanía. De ahí que el evento no sea solo una cita lúdica o partidaria, sino un ritual de identidad, una ocasión para marcar perfil y reforzar el discurso de confrontación frente al Gobierno y las instituciones europeas.

Dos jornadas con distinta carga simbólica

El Viva 25 se divide en dos partes claramente diferenciadas. El sábado está diseñado con un tono festivo: casetas provinciales, gastronomía regional, venta de productos y actividades familiares. Una especie de feria verde que busca cohesionar a los militantes y transmitir la idea de comunidad política. Será el prólogo amable antes de la cita de mayor calado: el domingo, cuando Vistalegre se convertirá en escenario político con discursos de Abascal, de dirigentes de la cúpula nacional y de representantes extranjeros, acompañados de vídeos, música y escenografía pensada para impactar en medios y redes sociales.

El formato revela una estrategia doble: por un lado, reforzar la militancia en el ámbito doméstico, ofreciendo una jornada festiva que permita movilizar a las bases; por otro, proyectar hacia el exterior la idea de que Vox es ya un actor central en el mapa europeo de la ultraderecha.

Milei se borra tras la derrota en Buenos Aires

La gran incógnita del evento la marcó desde el inicio la presencia de Javier Milei. El presidente argentino había sido anunciado como estrella invitada, pero la derrota de su partido en Buenos Aires y la crisis política en su país obligaron a cancelar el viaje a España. Finalmente, Milei intervendrá mediante videoconferencia, lo que resta parte del simbolismo a su participación. Para Vox, que había hecho bandera de la conexión transatlántica con Milei, se trata de una ausencia sensible que alimenta dudas sobre la capacidad de atraer figuras de primer nivel en un momento clave.

Aun así, el partido contará con la presencia de representantes de formaciones como el Rassemblement National de Marine Le Pen, el FPÖ austríaco o el portugués Chega, todos ellos aliados naturales en el Parlamento Europeo y defensores de una agenda común en materia de inmigración, soberanía y rechazo a las políticas climáticas y sociales de Bruselas. En palabras de la propia dirección de Vox, la cita busca “construir un frente patriótico que devuelva el poder a las naciones frente a la burocracia europea”.

Tan relevante como los invitados es la lista de exclusiones. Vox ha querido dejar claro que en Vistalegre no tienen cabida ni el presidente Pedro Sánchez ni ministros como Óscar Puente, así como tampoco organizaciones humanitarias como Open Arms. La estrategia es nítida: reforzar el relato de un partido que divide el tablero entre “nosotros” y “ellos”, entre patriotas y enemigos de la nación, una línea discursiva que se ha convertido en seña de identidad y que previsiblemente volverá a repetirse en los discursos centrales del domingo.

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