Este jueves la comisión de investigación del Congreso sobre la Operación Kitchen interrogará al excomisario José Manuel Villarejo, quien intentó que su comparecencia se realizara a puerta cerrada. A través de un escrito, alegó que el contenido de sus notas está considerado, en el marco legal vigente, como “secreto” y estimó que difícilmente podría hablar sobre ellas sin incurrir en un delito de “violación de secretos”.

La comisión acordó citar a Villarejo el pasado mes de enero cuando el excomisario aún se encontraba en prisión. Sin embargo, en marzo se le concedió la libertad y podrá asistir con absoluta normalidad a la citación para someterse al interrogatorio de los comisionados.

Aunque en un principio se barajó la posibilidad de citar en el mismo día al que fuera director general de la Policía, Ignacio Cosidó, la comisión decidió que fuera el excomisario el único protagonista de una sesión monográfica. Sobre todo después de que éste expresara con luz y taquígrafos su voluntad colaborativa para con las pesquisas de los diputados.

A puerta cerrada

Pero esta misma semana, Villarejo remitió un escrito a la Cámara Baja mediante el que solicitaba que su comparecencia se desarrollara en base al “protocolo de la Comisión de Secretos”, amén de permitírsele tener cerca a su abogado durante toda la sesión.

En esta misiva a la que ha tenido acceso ElPlural.com, el excomisario esgrimió que el contenido de todas las notas que tomó en calidad de “agente de inteligencia” de la Policía son consideradas, en base al marco legal vigente, como “secreto”.

Esto ha motivado al excomisario, a priori, para cursar esta petición ante el comisionado. A su juicio, “difícilmente” podrá hablar sobre estas notas sin que caiga sobre él una posible acusación de “violación de secretos”. Villarejo solicitó que su testimonio se llevase a cabo al amparo del “protocolo de la Comisión de Secretos”, aludiendo a la Comisión de Gastos Reservados y de control de actividades del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), cuyas reuniones se celebran en el más absoluto de los secretos.

Sin embargo, esa comisión no ha visto la luz en esta legislatura, pues necesita, para la elección de sus miembros (uno por grupo), de unas mayorías reforzadas que, a día de hoy, se antojan inviables en la Cámara.

Amén de esta petición, Villarejo reclamó al comisionado la presencia de su abogado en la sesión durante la totalidad de su declaración. El excomisario pidió que el letrado Antonio José Cabrera García, se sentara junto a él para asesorarle ante cada interpelación de los diputados ante las consecuencias que puedan derivar de sus respuestas.

El excomisario aseguró en el escrito que “su mera presencia” alejado del estrado y del compareciente, impediría a todas luces que “cumpliera las funciones de asistencias” recogidas en la ley de comparecencias.

Recuerda el excomisario las posibles consecuencias que su declaración ante sus señorías podrían tener en la macro causa en la que está inmerso. Pese a todo, el declarante mantiene intacta su voluntad de cooperar en la comisión “para esclarecer la verdad de los hechos” y ve la sesión como una oportunidad única para exponer su versión.