Hay días en los que es mejor no levantarse. O semanas. Una de esas es la que le ha tocado vivir al presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, con los sucesos que sus barones han protagonizado en Madrid y en Andalucía y con una clave internacional que se ha decantado parcialmente hacia las reivindicaciones del Ejecutivo central. Moreno Bonilla abría la veda de una semana complicada con la inesperada y torpemente atajada crisis del cribado del cáncer de mama, el bluff del informe de la UCO sobre el caso Koldo e Isabel Díaz Ayuso con su postura sobre el aborto acentuaban los quebraderos de cabeza de Feijóo, y la gota que colmaba el vaso llegaba con el embargo de armas a Israel y el acuerdo de paz en Gaza, una reivindicación que ha enarbolado el Gobierno desde hace meses y de la que, aunque el líder del PP no esté frontalmente en contra, sí lo están la propia Ayuso y Vox (socio principal del PP), que han limitado su acción con la cuestión palestina a negar el genocidio y a ser un altavoz de los intereses del discurso sionista. "Ánimo, Alberto", fueron las palabras que le dedicó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y que sintetizan a la perfección el sentir de la semana en Génova.

La habitual batalla dialéctica que protagonizan el presidente del Gobierno y el representante de la oposición se endureció especialmente esta semana. Todos los problemas que le han crecido al PP esta semana eran recibidos por el presidente del Gobierno con un sentimiento a caballo entre la compasión y la risa. "Ánimo, Alberto", le decía Pedro Sánchez desde la tribuna de oradores en respuesta al anuncio de que será citado en la Comisión de Investigación del Senado activada a raíz del caso Koldo. "Ánimo, Alberto", con la mueca del que contiene la carcajada y con una cita que podría ser una alusión a aquel mensaje que Mariano Rajoy envió a Luis Bárcenas: "Luis, nada es fácil, pero hacemos lo que podemos. Ánimo", o quizá se trataba de un reproche por la omisión a las otras materias presentadas por el jefe del Ejecutivo en las que el PP no salía tan bien parado (cáncer de mama, aborto y genocidio palestino).

El cribado del cáncer de mama en Andalucía

Andalucía se ha convertido, estas últimas semanas, en el epicentro de una grave polémica sanitaria al conocerse que más de 2.000 mujeres no recibieron a tiempo los resultados de sus mamografías dentro del programa de detección precoz del cáncer de mama, ni tuvieron la certeza de que los resultados recibidos fueran válidos. La consejera de Salud de la Junta de Andalucía, Rocío Hernández, ha tenido que dimitir tras tal escándalo, pero este problema ha tenido dimensiones mayores en el PP nacional de cara a los perfiles del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, y del propio Alberto Núñez Feijóo.

Los fallos en la comunicación, la falta de personal y el colapso de los sistemas informáticos derivaron en retrasos de meses en las revisiones. Algunas de las afectadas han denunciado públicamente que esos retrasos les impidieron recibir un diagnóstico temprano, un problema que en casos de cáncer puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte

La Junta de Andalucía reconoció el fallo tras semanas de presión mediática y política, Moreno Bonilla aceptó la dimisión de Hernández y anunció que se tomarían medidas, como una auditoría interna junto a un plan de choque para revisar uno a uno los expedientes pendientes. No obstante, lejos de calmar las aguas, las respuestas de Bonilla no han terminado de convencer y han dado lugar a incógnitas sobre el impacto que puede tener esta crisis sobre su imagen y la de Feijóo.

Un problema de estas características no hace sino resentir la entereza en Génova 13, ya que el andaluz es uno de los agentes principales del Partido Popular por las mayorías absolutas cosechadas en los últimos comicios electorales y por su perfil presuntamente 'moderado', rasgos que lo convierten no solo en uno de los primeros espadas del gallego, sino también en uno de sus más posibles sucesores en el futuro.  Esta crisis, no obstante, reduce la credibilidad de un Moreno Bonilla que ya tiene, de por sí, un grave escollo en los servicios públicos de su región tras un constante debilitamiento de los mismos en beneficio del sector privado. En cuanto a Feijóo, sale perjudicado como efecto secundario: que un perfil tan potente en el seno del Partido Popular tenga que hacer frente a una controversia como esta solo sirve para sacudir las aguas de un mar que ya estaba lo suficientemente embravecido.

El batacazo del informe de la UCO

En ocasiones, una sola palabra, línea o página es suficiente para desarmar una estrategia política. El folio número 28 del informe de la Guardia Civil sobre el caso Koldo se ha encargado de hacer lo propio con los métodos del PP. Feijóo había construido durante meses un discurso sobre la supuesta financiación irregular del PSOE. Pero el documento de la UCO, citado por Pedro Sánchez en el Congreso, no solo niega esas acusaciones, sino que acredita que los movimientos económicos estaban perfectamente justificados.

El presidente del PP había acudido a la sesión de control de esta semana con la intención de reforzar su ofensiva sobre el llamado caso Koldo. Con tono solemne, como ya se ha expresado en líneas anteriores, anunció que el presidente del Gobierno sería citado este mismo mes para comparecer ante la comisión de investigación del Senado. Su intervención fue recibida con entusiasmo por la bancada popular, que aplaudió la promesa de llevar al jefe del Ejecutivo al terreno parlamentario del PP. Sin embargo, la respuesta de Sánchez con el archirrepetido "Ánimo, Alberto", calmó las aguas. Con una aparente calma, lanzó el mensaje que resuena desde entonces: "Léase la página 28 del informe de la UCO".

En esa página se encuentra el párrafo que desmonta por completo el relato de Feijóo sobre las supuestas cuentas opacas del PSOE. En él, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil afirma, tras analizar la información tributaria, los datos aportados por el Congreso de los Diputados y los movimientos bancarios de José Luis Ábalos, que “las retribuciones parlamentarias se ingresaban en cuentas titularidad del PSOE, abonando al investigado mensualmente desde esta cuenta una nómina neta inferior a la imputada por la AEAT". Lejos de ser un mecanismo de financiación irregular, el informe detalla que esa diferencia se debe a las aportaciones voluntarias al partido, una práctica común en todos los grupos parlamentarios. La Guardia Civil subraya además que “se aprecia correspondencia entre la información aportada por el PSOE, la AEAT y el Congreso”, es decir, que todas las fuentes coinciden y no existe ningún desvío de fondos ni alteración contable.

El texto es explícito: "La suma de las cantidades declaradas como donaciones, junto con los ingresos netos percibidos de la cuenta vinculada al PSOE, coincide con lo declarado ante la AEAT". En otras palabras, no hay dinero oculto, ni doble contabilidad, ni nada parecido a una "caja B" como la que en su día tuvo que reconocer el PP ante la Justicia.

Ayuso y el aborto

El tercer escollo del PP durante esta semana ha sido la postura de la presidenta de la Comunidad de Madrid para con el aborto. El mes pasado, Ayuso intentaba tomar la delantera llevando a cabo una medida que ya prometió en 2019 para contar a los no nacidos como un miembro familiar más. Con ello, las familias embarazadas podrán incluir a los fetos como una persona más de la unidad familiar a la hora de solicitar ayudas o subvenciones. Sánchez respondía con una proposición para convertir el aborto en un derecho reconocido en la Constitución, y la guerra continuaba esta semana con Ayuso llevándole la contraria a su propia Consejera de Sanidad, negándose a crear una lista de objetores de conciencia para facilitar este derecho y pronunciando una frase muy polémica: "A abortar a otro lado". "No se va a señalar a nadie por abortar, pero tampoco por dejar de hacerlo, y no se va a señalar a ningún médico por practicar un aborto o por no querer practicarlo. No se va a señalar en la Comunidad de Madrid. ¿Le parece poco? Pues váyanse a abortar a otro lado", fueron sus palabras textuales. 

La Ley Orgánica 1/2023 estima que "se creará un registro de objetores de conciencia del personal sanitario, garantizando la seguridad jurídica y el pleno respeto del derecho de las mujeres a interrumpir voluntariamente su embarazo y el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario". La 'popular' apeló a la Constitución, donde Sánchez abre la puerta a incluir este derecho, estimando que "nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología o creencias". Feijóo, por su parte, se vio en la obligación de distanciarse de Ayuso y garantizar el apoyo a la ley si terminaba saliendo adelante, pero lo hizo a su manera: "Dejen de manosear causas ya superadas para las mujeres y no inventen una España a la que solo Sánchez necesita volver".

Acuerdo de paz en Gaza

El último frente que le ha nacido esta semana al PP ha venido a miles de kilómetros de distancia, en la Franja de Gaza. Un acuerdo de paz para el alto el fuego ha sido suscrito y el conflicto parece haber entrado en una nueva fase para el cese de las hostilidades, casi 70.000 palestinos muertos después. Una reivindicación que el Ejecutivo español lleva meses enarbolando y de la que el propio Feijóo no se ha mostrado abiertamente en contra, pero sí lo ha hecho Isabel Díaz Ayuso con afirmaciones tales como que Israel tiene derecho pleno a defenderse, que la Franja de Gaza está llena de terroristas o que no ha existido tal cosa como un genocidio en los territorios ocupados. Vox, principal socio del PP, ha mantenido un discurso similar siendo un mero catalizador de los intereses sionistas.

Así las cosas, Pedro Sánchez estará el próximo lunes en Egipto en el acto de la firma del acuerdo para el fin del conflicto en Gaza en el que harán lo propio Estados Unidos, los principales países árabes y algunos europeos. Según han informado fuentes del Ejecutivo, Sánchez ha sido invitado a este acto por el propio Gobierno egipcio, anfitrión del evento. La postura de Sánchez con respecto a la denuncia del genocidio palestino ha sido destacable al respecto de la de otros mandatarios europeos que no se han mostrado tan vocales, y ha sido especialmente criticada desde una oposición que ahora ha tenido que ver cómo estas reivindicaciones se han ido materializando, al menos sobre el papel.

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