La fractura de PSOE y Unidas Podemos se evidenciará en el pleno de este martes por la tarde, con el 8M como telón de fondo. La ley del sólo sí es sí rompe las sinergias entre los socios de Gobierno, enfrascados en capitalizar la bandera feminista en la previa a las manifestaciones. Ambas formaciones asumen la ruptura, algunos con cierta resignación y la esperanza de que el contrario “rectifique” en un futuro no muy lejano. No obstante, la fotografía que imperará durante esta jornada retrata a dos aliados enconados en sus postulados ideológicos y con visos a ensanchar aún más la brecha a propósito de la reforma del articulado original de Igualdad.

En el cuartel general del PSOE no queda un resquicio para un acuerdo in extremis, como ha ocurrido con otros textos gestados por Igualdad. En Ferraz dan por hecho que votarán “diferente”, pero subrayan que tan solo se trata de la toma en consideración. Es decir, puerta abierta a las negociaciones en el corto plazo. Ni mucho menos descartan durante el resto del proceso de tramitación del articulado. Por el momento, prepondera la resignación entre la dirección socialista en torno a un debate preso de la cerrazón de sus socios, según sugieren voces de la estructura.

La política hace extraños -o no, para algunos- compañeros de cama. El PP tomará protagonismo en el pleno para brindar su apoyo a su acérrimo adversario, quien, a la postre, buscará otro tipo de sustrato para rehuir del relato del apoyo exclusivo de la derecha. Los socialistas confían en que ERC, Más País y Compromís también se sumen al ‘sí’, donde convergerán también con un aliado habitual; el PNV. Los republicanos son reticentes a convalidar la toma en consideración sin un feedback positivo del Ministerio de Igualdad, mientras que Joan Baldoví surca un bravo mar de dudas.

La justificación socialista antepone el “qué al quién”. Así lo verbalizó el lunes la portavoz del PSOE y ministra de Educación, Pilar Alegría, quien deslizó que la prioridad “es clara y son las víctimas”. Los socialistas se desmarcan de las acusaciones de sus socios de Gobierno, que sugieren que la reforma de Justicia desvía el consentimiento del núcleo de la normativa. En Ferraz insisten, por activa, por pasiva y por perifrástica que no, que es el eje sobre el que seguirá pivotando el articulado. Por ello, se preguntaron desde el cuartel general si sus aliados parlamentarios no son favorables a un dique de contención del goteo de rebajas condenatorias.

Condenados a entenderse

Alegría reivindicó que hay dos vías frente a un problema: “O arreglarlos o no hacer nada, y el PSOE está por arreglarlos”. Durante toda su comparecencia instó a sus socios a “reflexionar” y “recapacitar” sobre sus posiciones, aunque desde el entorno negociador socialista no se visualiza un entendimiento. Entienden que sus interlocutores han entrado en un bucle del que no salen desde hace días, con Irene Montero atrincherada en una idea. De hecho, explican en privado que todas las sugerencias que han partido del ala morada orbitan en la misma dirección.

Ambos equipos convergen en la necesidad de elevar la horquilla de penas, pero en el ala morada se culpa al PSOE de diluir el consentimiento en su reforma. El argumento induce a los socialistas a pensar que no hay marcha atrás y ambos escenificarán en la Carrera de San Jerónimo su primera fractura en una votación tras más de tres años de legislatura. No obstante, esta situación no imprime una situación de peligro en la coalición, dado que ninguna de las dos partes estaría en disposición de asumir la responsabilidad de una presunta ruptura.

Más leña

Pese a que el ala institucional de Unidas Podemos mantiene viva una tímida llama de esperanza, en la estructura morada han optado por recrudecer su argumentario contra los socialistas. La semana del 8M es fundamental para las fuerzas de izquierdas y en Podemos buscan rentabilizar ese presunto descontento del feminismo que auguró Pablo Iglesias para reconducir a la fuerza al PSOE en el sólo sí es sí. Por ello, Alejandra Jacinto elevó el tono al atribuir el epíteto de “traidor” al feminismo a sus principales aliados. De hecho, sugieren que el Congreso acogerá la “votación de la vergüenza”, dado que los socialistas unirán sus votos al PP para resucitar el Código Penal previo al articulado de Igualdad.

En Unidas Podemos se sienten con un caballo ganador. La baza de ERC y Bildu supone un as bajo la manga en materia argumental y estratégica. Consideran en la estructura morada que el respaldo de las dos formaciones legitima sus postulados. Los republicanos ya avanzaron su voto negativo a la reforma socialista si esta no contaba con la bendición de Igualdad. O respuesta unitaria o nada. Ultimátum que no se terminan de creer en el otro lado del tablero, pero que reciben con albricias en el ala morada. Entre tanto, nadie descarta una intervención en el pleno de la propia ministra, aunque no entronca con el procedimiento habitual en la toma en consideración de un texto.

El escenario cambiará por completo tras sortear este trámite. A partir de ahí, posiciones renovadas o, al menos, eso se espera a ambos lados. No obstante, los morados defienden con vehemencia a Montero, que tampoco tiene intención de entregar la cuchara.