Es evidente que, salvo para los que acudieron al Cónclave del Partido Popular en Valladolid el pasado fin de semana, muchos somos conscientes de que España no se encuentra en su mejor momento.


Por mucho que nos maquillen los datos, por mucho que repitan el tan conocido mantra de “España va bien”, resulta evidente que quienes prometieron ocuparse y preocuparse por crear empleo, acabar con la corrupción y en definitiva trabajar por el interés de la ciudadanía no lo están haciendo. Digan lo que digan. Los más que numerosos ridículos de la “administración Rajoy” lo dejan claro tras dos años de despropósitos y mentiras.

Cada día que pasa escuchamos argumentos que vienen a decir que “no queda más remedio que hacer lo que se está haciendo” (no importa de qué se esté hablando, la consecuencia siempre es que se recorta un derecho o una oportunidad). Y ya va siendo hora de que tome fuerza el mensaje contrario: “hay soluciones y hay otras alternativas”.

Repartir la riqueza a través de una Renta Básica Incondicional; generar empleo a través de reformas fiscales y laborales que garanticen los puestos de trabajo existentes y distribuyan las jornadas; acabar con la corrupción; invertir en sanidad y educación pública; generar un sistema productivo basado en las energías renovables, la cultura y el ocio; apostar por la investigación, la innovación y el desarrollo; mejorar las garantías sociales... (por citar algunas medidas) no sólo es urgente y necesario sino que, además es POSIBLE.

Ahora bien, quien piense que llegará un “ser” que llamará a las masas, que conseguirá hacerse escuchar y respetar y paralizará esta barbarie es tan irreal como pensar que los hechos dejarán por sí solos de continuar en la dirección en la que van. No nos engañemos: por mucho que los medios de comunicación alimenten la falsa esperanza del “mesías salvador”, esto únicamente significa una cosa: NEGOCIO a costa de la desesperación de la ciudadanía. La necesidad de creer en algo o en alguien genera salvapatrias iluminados que poco o nada ven más allá de su ombligo. Es tiempo para vendedores de humo, tan efímeros como los niveles de audiencia y el interés de los patrocinadores de la televisión.

Aquí necesitamos soluciones, apuestas de presente y de futuro (a medio y largo plazo). Hace falta generosidad, visión global y mucha humildad. Honestidad, transparencia y proyecto de equipo. Es el momento de hablar de unidad. Pero no de la unidad casta, pura y de la verdad verdadera. De la UNIDAD con mayúsculas de la mayoría social. Se trata de alcanzar un objetivo común y poco importan las medallas ni los trofeos; se trata de remar, cuantos más mejor, en la misma dirección. Y este país tiene que poner en el bote salvavidas a la ciudadanía y convencernos entre todos de que cuantos más estemos dispuestos a poner nuestra energía, más posibilidades de éxito tendremos de cambiar el rumbo de nuestro barco. Ni más ni menos.

Ahora bien, parece que hay quien tiene más interés en echar carreras que en alejarse de los acantilados. Algunos están dispuestos a utilizar el remo para atizar a quienes quieren remar en la misma dirección. Los egos en una tormenta en medio del mar no sirven de salvavidas.

Es momento de entender que en este panorama es de vital importancia que cualquiera que pueda sumar, lo haga. Y en estas circunstancias toda la izquierda de este país debe plantearse de una vez por todas el crear un frente amplio (como lo llaman en Uruguay) para representar a la ciudadanía. En Chile han conseguido unirse desde los Comunistas hasta los demócrata-cristianos para apoyar una candidata, Bachelet. Ejemplos claros donde triunfa la cooperación.

Los remos se alzan cuando se nombra al PSOE: “Ésos no tendrán remo, no son de izquierdas”.

Somos muchos los que dentro del gran barco que es el Partido Socialista remamos (a veces sin remos y contracorriente) para volver al sentido que nunca debimos perder. Y lo hacemos porque sabemos que nuestros valores e ideales no están equivocados; por eso no abandonamos el barco.

Un partido que aglutina con seguridad unos siete millones de votantes debe ser responsable y ahora más que nunca entender que este país necesita un buen giro a la izquierda. Y el PSOE tiene un innegable papel que jugar.

Si desde la “izquierda verdadera”, se dedican a utilizar sus remos para atizarnos a los socialistas, la consecuencia final será que perderemos todos (y por “todos” entiéndase la ciudadanía). Por muchas quimeras que quieran pintar, la mayoría social necesita al PSOE y el PSOE necesita ser de izquierdas para recobrar la confianza de la mayoría social.

Hablemos de unión, de fuerza; de diseñar desde la izquierda una reforma constitucional, de la ley electoral, de la ley de educación, de la fiscalidad y la reforma laboral. Y vayamos más allá. Creemos nuestro propio 135 en el que consagremos que en este barco se salvan primero las personas. Hagámoslo juntos, porque es la única manera de conseguirlo.

No es momento de echar carreras. Es momento de remar. Y para eso, también en el PSOE hace falta que rememos hacia la izquierda, y desde fuera de este barco, hace falta también compromiso y unidad. De lo contrario, corremos el riesgo de que un partido histórico y fundamental en nuestra historia siga virando hacia el mal llamado centro (porque supone virar hacia la derecha). Unos siete millones de votos que quedarán varados alimentando frustraciones, que en el peor de los casos pueden encontrar consuelo en fatídicas alianzas de centro-derecha que terminarían por destrozar cualquier esperanza (ejemplos también tenemos). Los golpes que estamos recibiendo, a parte de los que pretenden remar en río revuelto, en muchos casos no están huérfanos de razón. Mucha gente ha depositado su confianza en los socialistas y durante el último periodo de gobierno vieron cómo sus votos se habían malgastado. Medidas que en ningún caso encajaron en el ideario que se debería defender.

Todavía resuenan las imperdonables meteduras de pata de nuestro primer gobierno, donde también se relajaron los valores y se sucumbió a lo que en realidad debería haberse combatido. Y si alguien ha sentido la rabia de las oportunidades perdidas, sin duda esos han sido miles de compañeras y compañeros que han seguido trabajando a pesar de ver cómo el partido giraba y se olvidaba de su esencia.

Es justo reconocer la realidad, no tratar de justificarla (para eso ya están los que han estado siempre ahí). Los que no tenemos más responsabilidad que compartir barco, tratamos de remar hacia donde consideramos honesto y no nos resignamos. No estamos dispuestos a dejar de trabajar, tanto dentro como fuera pues sabemos que esta batalla la ganaremos si lo hacemos entre todos.

Las próximas primarias del PSOE sin duda serán una oportunidad (aunque con dificultades evidentes por las reglas del juego) para que planteemos la posibilidad de que la izquierda vuelva a dirigir el PSOE. Y para este proyecto sin duda es necesario contar con el apoyo no sólo de la militancia, sino de la mayoría social que quiere que de una vez por todas nos unamos los que tenemos el mismo objetivo. Para ello será preciso que generemos sinergias de pactos valientes y de progreso, consigamos que sean habituales las coaliciones entre socialistas y otros grupos de izquierda. Es la manera de alejarnos de los acantilados y sus gaviotas y llegar a tierra tras esta tormenta. El objetivo no ha de ser la toma del poder, sino trabajar para la ciudadanía.

Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon