“Unos pocos intentan que el malo sea quien decide no hacer las cosas mal”. “He tomado la decisión de no continuar como Secretario General del PSOE de Madrid”. El autor de ambas frases es Juan Lobato, el ya exlíder de los socialistas madrileños, que este miércoles ha presentado su dimisión de todos sus cargos y responsabilidades. Pero, ¿qué ha pasado en medio de las 24 horas que han transcurrido de un enunciado a otro?
Pues bien, para entender este viraje de 180 grados, hay que retroceder hasta la primera hora del martes 26 de noviembre. Lobato, entre la espada y la pared después de la crisis que se había montado en el PSOE tanto a nivel nacional como autonómico, convoca una rueda de prensa (sin preguntas) a las 9.30 horas. Pese a que en un principio se había especulado con que el objetivo del acto era presentar su renuncia, nada más lejos de la realidad. Lobato sale solo para defenderse de las críticas -llega a calificar el momento de “linchamiento”- y ofrecer su versión de los hechos.
Sin embargo, durante la rueda de prensa se da cuenta de que sus apoyos en el grupo parlamentario han ido menguando exponencialmente en las últimas horas. Entonces, decide hacer una ronda de llamadas a las agrupaciones socialistas de la región que él considera que le son más fieles. Nuevo revés: la mayoría de las agrupaciones le dicen una a una que sus actos desde el domingo le invalidan para seguir como Secretario General del PSOE de Madrid.
Aislado, Lobato no entiende los motivos de este distanciamiento. De hecho, esgrime que no es la primera vez (ni seguramente sea la última) que dentro del PSOE hay discrepancias. No obstante, la respuesta no puede ser más tajante: él no es Pedro Sánchez ni Emiliano García Page, y además actualmente ni siquiera es líder de la oposición en la Comunidad de Madrid. Además, en reiteradas ocasiones le hacen saber que no se trata de una cuestión política, sino que se trata de una “traición” a una compañera de partido (Pilar Sánchez Acera).
Pese a todo, Lobato se resiste a tirar la toalla. Después de un revés tras otro, mantiene otra importante conversación su entorno más cercano, entre ellos, según apunta gente de su entorno, su propia familia. En este punto, hay que recordar que su padre fue un militante activo de la agrupación socialista de Chamberí, una de las más históricas del partido y en la que han militado pesos pesados del PSOE como Alfredo Rubalcaba o Jaime Lissavetzky, entre otros. En esta nueva llamada, su entorno más cercano se da cuenta y le hace saber que está todo perdido.
Asimismo, otros secretarios generales del resto de España le hacen saber directa o indirectamente que ir este fin de semana a Sevilla al Congreso Federal del PSOE es un suicidio. Y entonces, al final de la noche se da cuenta de que seguir en un cargo para aguantar unas primarias que va a perder es tontería y decide dimitir.
El PSOE, lejos de celebrar su dimisión
Para entender la profundidad de la crisis generada en el partido es imprescindible entender que Juan Lobato, al margen de filias y fobias, era considerado por la militancia y los dirigentes del PSOE-M como uno de sus principales activos.
A este respecto, cabe recordar que con solo 19 años de edad, Lobato fue concejal de la localidad madrileña de Soto del Real. Hijo de familia socialista, su padre es un destacado y muy querido militante en el partido. Lobato (hijo) consiguió convertirse en alcalde de una localidad que un feudo del PP en 2015 y obtener una incuestionable mayoría absoluta en 2019.
Su historia era un verdadero orgullo para los dirigentes del PSOE que esgrimían en público y en privado su caso como un ejemplo para demostrar que no era imposible acabar con la hegemonía del PP en la Comunidad de Madrid.
Cuando accedió a la secretaría general del partido en 2021 (tras la dolorosa derrota electoral para la militancia socialista de Isabel Díaz Ayuso frente a Ángel Gabilondo, Mónica García y Pablo Iglesias), lo hizo gracias a que contó con el apoyo, entre otros muchos, de personas como Pilar Sánchez Acera.
El ambiente en el PSOE tras la dimisión de Juan Lobato dista mucho de ser de celebración. Pese a las críticas y desencuentros que precipitaron su salida, Lobato siempre fue considerado "uno más" dentro del partido, alguien con raíces profundamente socialistas y un ejemplo de militancia y compromiso. Su marcha deja al PSOE-M en una situación de incertidumbre, abocado a una gestora.
La dirección del PSOE niega presiones
Por otra parte, varios dirigentes de la dirección nacional del PSOE, como la vicesecretaria general, María Jesús Montero, y el secretario de Organización, Santos Cerdán, han expresado su "respeto" ante una dimisión que catalogan de “decisión personal".
Cerdán, además, ha negado que hayan presionado a Lobato para que abandone el cargo, "en ningún momento". De hecho, el 'número tres' del PSOE ha afirmado que acababa de conocer la noticia. "Nos hemos enterado ahora", ha indicado. "Es una decisión personal la cual respeto", ha apuntado.
En términos similares se ha pronunciado la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría: "Es una decisión personal", ha insistido y por tanto se ha limitado a mostrar su "respeto por la decisión del señor Lobato".