La plaza que la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha dedicado a la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, no ha durado ni diez días. El espacio público fue inaugurado la semana pasada por la alcaldesa y ya la han ‘rebautizado’ como “Plaza de la Juventud Exiliada”. Este martes, miembros de la agrupación Juventud Sin Futuro (JSF) ocultaron el nombre de la dirigente inglesa y la renombraron dedicándola a los jóvenes exiliados.

Dramática situación
A través de una nota informativa, el colectivo de jóvenes ha denunciado y visibilizado “la dramática situación de los jóvenes en España” como consecuencia de “la crisis económica y su gestión”. Los jóvenes reclaman que “Madrid rinda homenaje, en sus calles, a su gente: a la gente que está sufriendo el expolio y a la que lucha por recuperar el futuro y la democracia", subrayan.

Uno de los portavoces de la plataforma, Enrique Maestu, ha adelantado a ELPLURAL.COM, que realizarán nuevas iniciativas para reivindicar "políticas para la ciudadanía y no para las minorías" y reivindicarán políticas "para facilitar el transporte, ocio, deportes y no dedicar espacios públicos para personajes como Margaret Tatcher", sintetiza.

Un millón de jóvenes
Por estos motivos el colectivo de jóvenes pretende “utilizar la polémica plaza para denunciar la situación del millón de jóvenes que han tenido que abandonar nuestro país debido a las políticas del gobierno que nos dejan como únicas alternativas el exilio, la precariedad y el paro", agrega la nota.

‘Juventud Sin Futuro’ lleva meses denunciando la situación de los jóvenes en España con iniciativas como “No nos vamos, nos echan”, a través de las principales redes sociales.

Ese es el emblema de una de las iniciativas con las que quieren denunciar las políticas neoliberales que obligan a los jóvenes a buscar en el extranjero “puestos de trabajo y salarios que nunca encontrarían en España”, sentencian.

‘Madrid no es ciudad para jóvenes’
Esta iniciativa se suma a la denominada “Madrid no es ciudad para jóvenes” en las que se denuncia que la capital española está pensada “por y para las élites económicas” y no “para los ciudadanos y ciudadanas”.

Para argumentar este “eslogan” se basan en los altos costes del transporte; el difícil acceso a la vivienda; bajos salarios y empleos precarios y la privatización de los servicios públicos.