Las reorganizaciones políticas nunca se hacen al azar. Da igual el color y el político al que se haga referencia. En este caso, ha recaído sobre Alberto Núñez Feijóo la responsabilidad de lavar la cara al PP, de llevar al taller a un partido que se veía en la Moncloa y que ahora está obligado a cambiar los ministerios por una oposición, anunciaba “serena”, pero “firme”. Desde luego no parece comedida, ni baladí, la decisión de colocar a Miguel Tellado al frente del Congreso o de recuperar para la Cámara Baja a personas del perfil de Cayetana Álvarez de Toledo o Rafael Hernando. Tampoco casual que Elías Bendodo encuentre su sitio y le dote de más competencia.

Y así, suma y sigue hasta llegar a las cinco vicesecretarias, en femenino, que el gallego ha elegido para ocupar puestos de responsabilidad. Una de ellas, Noelia Núñez (Movilización y Reto Digital), pura cuota Ayuso, y todas ellas menores de 40 años. A la de Fuenlabrada le acompañarán en los mandos populares Paloma Martín (Desarrollo Sostenible y también de la Comunidad de Madrid), Ana Alós (Igualdad y Conciliación), Ester Muñoz (Movilización y Reto Digital) y Carmen Fúnez (Organización).

El PP celebraba que la presente era la ocasión en la que la dirección disfruta de más mujeres que hombres en puestos de responsabilidad y aplaudía la creación de un área en materia de Igualdad después de criticar por activa y pasiva el feminismo “radical” del Gobierno Central, de que el propio Feijóo propusiera eliminar el ministerio de Igualdad si alcanzaba la presidencia y de que el PP quitaría de un plumazo las consejerías encargadas de ello en varios de los territorios en los que gobierna de la mano de Vox.

En términos puramente electorales, el movimiento es claro: atraer el voto que Pedro Sánchez le arrebató el pasado 23 de julio -uno de ellos-, el de las mujeres, precisamente, de entre 25 y 40 años. Ahora, más allá de la gestión dentro del PP, la formación espera que votantes de esta franja de edad aprecien en las cinco un espejo en el que verse reflejadas.

A finales de verano el partido empezó a tirar las líneas y observar qué había podido fallar más allá del miedo entre la ciudadanía ante una posible entrada de la ultraderecha en el Ejecutivo Central. El “que viene el Coco” no le pareció suficiente a los de Feijóo, aunque quedaría claro que tuvo mucho que ver, para no sustituir a los de Sánchez a nivel nacional, y encargó análisis demoscópicos postelectorales pormenorizados, e internos. Así, una vez se recuperó del golpe en las urnas, comenzó a ver cuáles habían sido las causas del batacazo, y estas fueron las conclusiones.

Las mujeres de entre 25 y 40 años

Una es que el voto femenino se decantó más por el PSOE que por el PP, especialmente el joven y el situado entre 20-25 y 40 años. Previsible, y justamente, ante el temor a retroceder en derechos si Vox llegaba a la vicepresidencia, máxime después de que el mismo Feijóo había reconocido cuestiones en materia de Igualdad como la mencionada hasta el momento.

Ahora, el PP se lanza a por ese voto, tal y como ellas mismas reconocen en una conversación con El Mundo. “Tenemos que hacer que las mujeres se vean reflejadas en nuestras inquietudes”, apuntan mientras aseguran que van a trabajar “pensando en la madre de familia o en la mujer que quiere independizarse”. “La mayoría no se sienten identificadas con el feminismo radical del Gobierno, que provoca el efecto contrario a la igualdad”, aseguran.

Pensionistas

Tampoco tuvo el PP el éxito que se puede esperar del electorado mayor, es decir, de más de 65 años. A saber, los pensionistas y los jubilados. La revalorización de las pensiones resultó un apartado clave a la hora de que la población envejecida se decantara por la izquierda tradicional. En pocas palabras: la teoría llevada a la práctica dio sus frutos en el progresismo. De hecho, el propio Feijóo lo reconoció así en una entrevista a El Mundo, cuando habló de “rédito electoral” que daría la subida del 8,5%.

Colectivo LGTBIQ+ y minoritarios

El miedo también movilizó al colectivo LGTBIQ+ que, igual que el movimiento feminista, se refugió a la izquierda de la amenaza de la extrema derecha; y muchas veces en el voto útil, lo que le llevaría a decantarse por el PSOE y no por Sumar o Podemos.

Voto por correo

Las elecciones supusieron una cruzada de la derecha contra el voto por correo. Feijóo y una parte del PP sembró dudas -como había hecho anteriormente la presidenta de la Comunidad de Madrid- acerca de la limpieza del proceso. Después se demostró que Correos había resuelto de forma más que satisfactoria el mayor desafío al que se había enfrentado en democracia, haciendo que cada voto llegara en tiempo y forma.

Pero lejos de planteamientos infundados, el PP terminó más perjudicado que el PSOE del voto por correo. De nuevo, esa gran movilización de la izquierda también fuera de su lugar de empadronamiento, ayudó a que el escenario actual sea el que es. A falta de números internos, el CIS expuso que cerca del 31% de los entrevistados había puesto la X virtual a los socialistas, por el 26,3% que la había colocado al lado de las siglas azules.