Luis Pérez Lara es un hombre combativo, íntegro y un demócrata convencido. Lo ha sido siempre y lo es ahora. Antes contra el franquismo a costa de su libertad e incluso poniendo en riesgo su vida. Ahora milita en la lucha memorialista como presidente de la Asociación de Ex presos y Represaliados Antifranquistas y es un activista de la cultura libre y abierta desde la presidencia del Centro Cultural Blas de Otero de San Sebastián de los Reyes, una gran ciudad del norte de Madrid con un magma cultural intenso y plural.

Pequeño y enjuto físicamente pero dotado de una colosal personalidad y enorme coherencia. Tiene un pasado, sí, pero un pretérito plagado de vivencias y de lucha heroica para traer las libertades y la Democracia a España en unos momentos en los que si lo hacías - finales de los 60 - ese combate te llevaba a ser torturado, a la prisión de Segovia, como fue su caso  o poder ser arrojado por la ventana de la siniestra Dirección General de Seguridad por orden de un represor al servicio sumiso y devoto del franquismo, Billy el Niño. Un torturador al que un virus que no distingue ni entre países ni fronteras, ni entre razas y religiones pero tampoco entre buenos y malos, se ha llevado por delante.

Luis Pérez Lara cumpliendo condena en la cárcel de Segovia

Luis Pérez Lara fue uno de los que tuvieron que vérselas de frente con este perverso y funesto inspector de la temida policía franquista y de su Brigada de Información, toda una Gestapo nacional de la dictadura.

Luis y este que firma teníamos pendiente una cita para una entrevista y hablar en vida de Billy el Niño. Nos hemos visto en varias ocasiones en este último año y lo teníamos pergeñado, pero no pudo ser. Hoy, entre decenas de llamadas, nos da ese hueco postergado y habla con su tono habitual, sin rencores pero con firmeza, sin odio pero con convicciones. Y sobre todo con la advertencia de estar ojo avizor para que esos personajes ni vuelvan ni se le amparen.

Al fin y al cabo como en la mítica película, si el general Custer “murió con las botas puestas” en la batalla de Little Big Horn, Juan Antonio González Pacheco con nombre de guerra también de western americano, “Billy el Niño”, ha muerto con su injusta medalla al mérito policial puesta. La única suerte que tendrá por no ir al infierno de los malvados es que no verá en el cielo la cara de Julián Grimau, Enrique Ruano y tantos y tantos torturados, incluso hasta la muerte, por defender ideales democráticos. Que la justicia divina le despoje de esa condecoración. 

 Luis nos recuerda sus años de combate clandestino durante el régimen dictatorial de Franco. Nos habla de su detención, las torturas y de sus años de cárcel en un día en el que su teléfono no para de sonar. Y también nos narra de ese fatídico y horrible encuentro a finales de la década de los 60 con el policía Billy el Niño.

ELPLURAL.COM: ¿Cómo fueron sus “vivencias” con el torturador fallecido “Billy El Niño?

LUIS PÉREZ LARA: Fui detenido el 23 de abril de 1967 e interrogado los días siguientes, juzgado por el Tribunal de Orden Público un año después y condenado a 13 años y un día de prisión mayor. Tras los primeros interrogatorios y ante mi negativa a responder a las preguntas caí en manos del conocido torturador Roberto Conesa que me amenazó diciéndome que si seguía en mi negativa me dejaría en manos de los nuevos “cachorros” que habían llegado y que me iban a destrozar. Efectivamente vinieron dos policías muy jóvenes, uno de ellos me lo presentó como Billy el Niño. Este no me preguntó. Lo primero que hizo fue darme una brutal paliza y alardeando pistola en mano, que él tenía permiso para matar “rojos”. Durante el interrogatorio yo estaba esposado a la espalda. Al continuar en la misma actitud me amenazaron con tirarme por la misma ventana por la que habían arrojado a Julián Grimau durante los interrogatorios en 1962, desde un segundo piso en la que Julián se golpeó en la cabeza y se fracturó las muñecas. Meses después fue fusilado pero el régimen dijo que se había tirado al vacío de forma "inexplicable", tras encaramarse a una silla. Nadie creyó esta explicación y siempre se sospechó que fue arrojado al vacío por sus torturadores.

“Ante mi negativa a responder a las preguntas caí en manos del conocido torturador Roberto Conesa que me amenazó diciéndome que si seguía en mi negativa me dejaría en manos de los nuevos cachorros”

 Y, efectivamente, Billy el Niño y el otro policía, me cogieron de los pies y me sacaron por la ventana repitiendo que si no hablaba, me soltarían. No sé si jugaban al “poli malo” y “poli bueno” pero llegó Conesa gritando que me subieran. Después continuaron las torturas de unos y otros hasta que me trasladaron. De su maldad vale esta muestra: Me dijo que “si me mataba quizá le dieran una medalla”.

E.P.: ¿Ha podido borrar de su mente esos hechos? ¿Le han venido a la memoria durante su vida?

L.P.L.: Tras aquellos difíciles momentos yo no he albergado odio hacia nadie. Como decía Gabriel García Márquez, “yo odio lo que escribí en una barra de hielo y la tiré al mar y me duró lo que tardó en derretirse”. Eso sí, nunca he olvidado ni olvidaré. Hace mucho que los malos recuerdos no me hacen daño pero, evidentemente, algunas veces me vienen a la memoria no solo recuerdos de mi encuentro con este policía represor, sino también de los centenares de víctimas del franquismo que fueron torturados por él y por los demás torturadores de la criminal Brigada Político-Social.

Mitin en San Blas (Madrid) de izquierda a derecha: Federico Melchor, Victor Diaz Cardiel, Rafael Alberti, Llopis, Juan Antonio Bardem y Luis Pérez Lara. Mayo de 1977.

E.P.: Usted llegó a ser un destacado dirigente del PCE, llegando a ser miembro del Comité Central del Partido Comunista de España ¿cómo se vivía en la organización, cómo se sufría y cómo se percibía la acción de persecución, informadora y represora de este policía a los demócratas?

L.P.L.: Teniendo en cuenta que este cruel torturador actuó al final de los años sesenta y principios de los setenta resultaba intolerable que después de más de 35 años del golpe de estado franquista el dictador lanzase a su perro más rabioso a torturar comunistas y antifranquistas para intentar para lo que era imparable, el auge de la lucha contra la dictadura.

“Me cuesta creer que un torturador de su calaña pudiera pertenecer al género humano”

E.P.: ¿Cómo definiría la sensación que ha recibido tras conocer el fallecimiento de Billy el Niño? ¿Tiene que ver con el sentimiento de satisfacción ¿lo entiende como una pérdida de una vida en esta dura pandemia?

L.P.L.: Durante este tiempo de pandemia estoy sintiendo un profundo dolor por todas las pérdidas humanas que se está llevando el Covid19, algunas cercanas. Me cuesta creer que un torturador de su calaña pudiera pertenecer al género humano. Sinceramente, lo que siento ahora es una gran paz interior y un enorme alivio porque ya no se encuentre entre nosotros. Era una policía que torturaba por placer, decía que tenía licencia para matar, manifestaba su placer cada vez que nos torturaba.

E.P.: ¿Entiende como una asignatura pendiente de la democracia que se haya ido sin comparecer ante la Justicia y con todos los “méritos”, medallas y pensiones por su “servicio a la Patria”?

L.P.L.:  Sí, es una signatura pendiente que ha interrumpido la grave crisis sanitaria actual y que espero que este gobierno culmine para remediar, en lo posible, la tremenda injusticia de haberse ido con todos los honores y premios que recibió este indeseable por torturar a tantos luchadores por la libertad.

“Era una policía que torturaba por placer, decía que tenía licencia para matar, manifestaba su gozo cada vez que nos torturaba”

E.P.: Como  activista de la Memoria Histórica ¿cree que tras las consecuencias del virus la acción de los memorialistas y del propio Estado podría relegarse a lugar secundario entre los objetivos de llegar a una “nueva normalidad” y la “reconstrucción nacional” del país?

L.P.L.: Espero y deseo que no. En el Congreso de los Diputados se han recibido tres propuestas sobre la Memoria Histórica y las organizaciones a las que yo pertenezco, Asociación de Ex Presos del Franquismo y Plataforma por la Comisión de la Verdad. Estamos en conversaciones con el Gobierno y con los grupos parlamentarios para que, más pronto que tarde, se pongan en marcha las acciones necesarias para resolver definitivamente todo lo relacionado con la Memoria Histórica.

E.P.: Por último, díganos un deseo y un anhelo tras la etapa “postCovid” a la que esperamos entrar pronto camino hacia la normalidad perdida

L.P.L.: Qué el histórico e intolerable olvido de las víctimas del franquismo -aún no hemos sido reconocidos como tales- llegue a su fin y se brinden el reconocimiento y tributo merecidos por la generosa entrega a la lucha por la libertad y la democracia de la que disfrutamos ahora, a pesar de los malos días que suponen esta pandemia, de la que saldremos seguro, juntos otra vez. Juntos y unidos como pueblo una vez más.