Desde que Esperanza Aguirre le abriera las puertas de su Gobierno, nombrándola consejera de Transportes de Madrid; Mariano Rajoy la eligiera secretaria general del PP, con las bendiciones de Camps y Arenas (más tarde sus enemigos), y perdiera la presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a consecuencia de sus salvajes y crueles recortes en sanidad, educación y servicios sociales, María Dolores de Cospedal no ha dejado de medrar en busca de un sillón que le procurara poder más que dinero, y no porque no haya demostrado su pasión por los billetes de todos los colores (llegó a ser la político mejor pagada de la historia de la democracia de España, 240.000 euros/año), es que en la actualidad es su esposo, el otrora magnate del ladrillo y hoy consejero de Iberdrola Inmobiliaria, Iberdrola Ingeniería, Société Generale, Itínere, Hilo de Inversiones y, hasta que no se diga lo contrario, Liberbank, Ignacio López del Hierro, el encargado de llevar “el chusco” al hogar que “Los Cospedal” tienen en la elitista y cara milla de oro madrileña.

Hizo las maletas nada más perder
Y es que a Cospedal le da igual ser consejera de Madrid, que presidenta de Castilla-La Mancha, que ministra de Defensa…el caso es estar siempre en el candelero y dentro del espectro visible de la política. Tanto es así, que al día siguiente de perder la presidencia castellano-manchega (24 de mayo de 2015), comenzó a hacer la maleta con la vista puesta en Madrid, donde al mes siguiente, el 29 de junio, firmaba ante notario el 50 por ciento de la compra de un piso de 265 metros cuadrados en la zona más cara y de postín de la capital de España, cercano a la parroquia de la Virgen Peregrina de Fátima y a un paso del Colegio del Pilar, a la vez que prometía y juraba su “fidelidad” castellano-manchega y su compromiso de mantenerse como jefa de la oposición en las Cortes regionales. A los pocos meses, en noviembre, ese “inquebrantable” compromiso si diluía y abandonaba su escaño autonómico para encabezar la candidatura del PP por Toledo al Congreso de los Diputados.

El peor resultado del PP
María Dolores de Cospedal era por primera vez cabeza de cartel en unas elecciones generales por Toledo. Su foto acompañó a la de Mariano Rajoy, que se volcó, una vez más, en Castilla-La Mancha visitándola un día sí, y otro también, convencido como estaba que el tirón de su secretaria general mantendría los 14 diputados alcanzados en las elecciones de 2011 en tierras de Don Quijote. Craso error. Cospedal cosechó el peor resultado del PP en  los últimos 20 años en esta comunidad, pasando de los referidos 14 escaños a 10, de 655.000 votos a 446.000 y del 55,81 por ciento de los votos al 38,14% (en las elecciones de junio enmendó algo los resultados). Sin embargo, este estrepitoso fracaso no alteró ni un ápice las pretensiones de la hoy ministra de Defensa, que pidió a Rajoy el tercer sillón más importante de España: la presidencia del Congreso de los Diputados.

Rivera borró su nombre de la terna
Al final fue el socialista Patxi López el elegido, convirtiéndose en el presidente más efímero de la historia parlamentaria democrática. La disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones abrían otra vez las esperanzas de Cospedal de convertirse en la tercera autoridad del Estado. Sin embargo, la secretaria general del PP, que contaba con las bendiciones de Mariano Rajoy para auparla al puesto, se encontró con la férrea oposición de Ciudadanos, cuyos votos eran ineludibles para configurar la Mesa del Congreso, puesto que PSOE y Podemos andaban a la gresca, para no variar. Albert Rivera dejó claro por activa y por pasiva su oposición a que Cospedal o Jorge Fernández Díaz ocupasen la presidencia. Mientras que la candidatura del controvertido exministro del Interior no era “adecuada para el diálogo y el consenso”, dijo Rivera, consideraba que Cospedal tampoco era idónea ya que podría “ser llamada por la Justicia para dar cuentas de la imputación de su partido y de la sede embargada del PP” y no estaba dispuesto a que eso salpicara a la Cámara Baja.

Se busca ministerio
Un año horribilis para Cospedal, cargado de fracasos y rechazos de todo el arco parlamentario, incluidos muchos de los suyos, cansados como están de que su secretaria general esté constantemente señalada. Pero una vez más, Mariano Rajoy estaba dispuesto a hacer realidad sus deseos, que no eran otros que formar parte del Consejo de Ministros y sentarse al lado de Soraya Sáenz de Santamaría, pero no con cualquier cartera. No. Cospedal pretendió una vicepresidencia para equipararse a su “enemiga íntima”. Un deseo demasiado pretencioso, máxime después de que sus valedores, el grupo de ministros llamado G-8 (Soria, Fernández Díaz, Margallo…), fueran excluidos por Rajoy por distintos motivos. Ministra de Defensa era una cartera de Estado y se ajustaba al perfil autoritario de Cospedal. Ahora falta saber si también sus intenciones de mantenerse como número dos del partido en febrero son ratificadas por Rajoy. Las apuestas dentro del PP están 9-1 en contra de María Dolores de Cospedal.