La guerra interna del PP que amenaza con acabar con las aspiraciones presidenciales de Pablo Casado lleva tiempo fraguándose. La batalla se distingue en dos frentes: las acusaciones de corrupción a Isabel Díaz Ayuso, que ya ha puesto en manos de la Fiscalía la información requerida por la oposición y por la cúpula nacional del partido; y la trama de espionaje presuntamente orquestada por Génova 13 para perseguir a la presidenta madrileña y extorsionarla de cara al congreso regional del PP de Madrid. Con las cartas dispuestas sobre el tapiz, ambos bandos tratan de recabar adeptos y cerrar filas en sus administraciones. No obstante, esto no siempre ha sido así. O, al menos, no se ha conseguido.

Los actores secundarios son claves para entender esta historia. Por el momento, Ángel Carromero, hasta ahora mano derecha de José Luis Martínez-Almeida, fue el primero en dimitir por las acusaciones que le señalan como arquitecto del espionaje. Sin embargo, tal y como ha podido conocer ElPlural.com, los bandos han sido inestables durante todo este tiempo y al menos uno de los dosieres sobre la presidenta, su presunto tráfico de influencias y los ominosos negocios de su hermano, Tomás Díaz Ayuso, salió directamente de la Asamblea de Madrid. Fuentes conocedoras de cómo se fraguó el ataque explican a este medio que diputados populares en el parlamento regional, ante el conocimiento de información de dudosa legalidad y moralidad, realizaron un estudio interno y secreto que posteriormente sería puesto en manos de la dirección nacional del partido para dilucidar si era posible actuar en contra de la forma de proceder de la presidenta regional.

La propia Isabel Díaz Ayuso, durante la intervención del pasado jueves que hizo saltar por los aires la poca estabilidad que todavía quedaba en el PP, confirmó que era conocedora de que se habían elaborado dosieres en su contra para tratar de amenazarla y desestabilizarla en su propósito de liderar orgánicamente la delegación mayoritaria del partido en el próximo congreso regional. Ayuso apuntó directamente a La Moncloa, acusando a Pablo Casado de utilizar al Gobierno nacional como enlace para restarle poder y diluir su popularidad en las calles. Moncloa niega tajantemente los hechos e insiste en que se esclarezcan a la mayor brevedad posible los hechos. Sin embargo, e independientemente de la elaboración de otros informes para medir la presunta actividad delictiva, la presidenta madrileña tuvo al enemigo en casa.

Ya en noviembre, cargos de la Asamblea de Madrid próximos a la dirección de Génova 13 avisaron a ElPlural.com de que la batalla por la presidencia del PP de Madrid sería más complicada de lo que se podría prever si atendíamos al gran resultado electoral cosechado en mayo por Ayuso. Entonces, estas mismas fuentes avisaban de que la “operación cremas” que acabó defenestrando a Cristina Cifuentes tendría un perfil más técnico en el caso de la actual presidenta madrileña: “No son cremas, son aviones”, sentenciaban, en una clara referencia al aumento de costes del material sanitario llegado desde China durante los peores meses de la pandemia.

Ahora, estas mismas fuentes van un paso más allá y reconocen que el primer dosier que llegó a manos de Pablo Casado, poniendo en alerta a la dirección nacional y repercutiendo en una batalla fratricida plagada de tramas palaciegas, bloqueos en Whatsapp, amenazas veladas y espionajes internos, fue realizado por cargos populares de la propia Asamblea que “atónitos” y “perplejos” por el modus operandi quisieron poner fin al entramado. “Estábamos alarmados”, reconocen, explicando posteriormente que en ningún momento se esperaba que aquel dosier adquiriría unas dimensiones tan desproporcionadas.

Casado, más fuera que dentro

Después de que la propia Isabel Díaz Ayuso renegara de la dirección nacional y abriese en canal al partido, los barones territoriales y cargos intermedios se están viendo obligados a posicionarse entre dos bandos: el liderado por Pablo Casado, empeñado en mantener, por el momento, a su secretario general y mano derecha, Teodoro García Egea, y el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que empieza a recibir los apoyos de aquellos que aprecian que la cúpula de Génova es incapaz de frenar la sangría.

Por el momento, y a la espera de que avance una investigación judicial que consiga demostrar alguna ilegalidad realizada por Isabel Díaz Ayuso y su administración en la compra de material sanitario, la cabeza que corre peligro es la de Pablo Casado. El líder nacional ha pasado en menos de una semana de presentarse como la única alternativa viable a Pedro Sánchez a llamar a cargos afines para cerrar filas y protegerse del fuego amigo que le llega por tierra, mar y aire

Nadie dentro del PP esconde que será complicado que Casado pueda llegar al próximo Congreso Nacional. La operación de acoso y derribo se está realizando desde la prensa de derechas, que ya pide su dimisión, desde la militancia, que ya se organiza para conseguir un cambio rápido y urgente, y desde las baronías, que ya llevan tiempo advirtiendo de que la dirección nacional ha sido incapaz de acabar con las voces discordantes, unir al partido a nivel orgánico y presentar una alternativa fiable de cara a las próximas elecciones generales.

Isabel Díaz Ayuso lidera esta ofensiva, pero cada vez está más respaldada por el resto de baronías territoriales. La madrileña, sabedora de que no tiene los apoyos suficientes a nivel interno, especialmente en un partido cuyos estatutos ponen muy difícil la victoria en unas primarias sin contar con lo orgánico, está decidida a apartarse si con eso consigue que otro peso pesado –todas las miradas apuntan a Alberto Núñez Feijóo- dé el paso y ponga fin al mandato de Pablo Casado y Teodoro García Egea.

El propio presidente de la Xunta está buscando una solución dialogada, una salida honorable para Casado, un movimiento que le deje el espacio vacío para alzarse con el poder nacional sin tener que luchar por la presidencia ni con ningún peso pesado de la formación. El gallego cuenta con el beneplácito de la mayoría de los barones, pero no quiere tener que competir y abrir en canal al partido en una lucha por el poder que deje todavía más maltrecha a la formación. Una votación de su candidatura por aclamación empieza a cobrar enteros en las quinielas. Casado, más fuera que dentro, ha decidido convocar a la Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre congresos, y con una mayoría de dos tercios se vería forzado a convocar un congreso extraordinario.