En una jugada maestra de ajedrez político, el presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez, ha dado con inteligencia y gran rotundidad una respuesta rápida a los separatistas catalanes de ERC, JxCat y las CUP. Estas tres formaciones secesionistas seguían refocilándose después de vetar la ratificación de Miquel Iceta como sustituto de José Montilla en el Senado en representación del Grupo Socialista en el Parlamento de Cataluña cuando se han quedado atónitas ante el anuncio de los nombres de quienes serán la tercera y la cuarta autoridad del Estado, inmediatamente después del jefe del Estado y del presidente del Gobierno, quienes ocuparán las presidencias del Congreso y del Senado: no uno sino dos socialistas catalanes, Meritxell Batet y Manuel Cruz.

Lo ha explicado muy bien, y no sin algo de retranca, otro socialista catalán, el diputado a Cortes José Zaragoza: “No quieren caldo, pues dos tazas”. Dos tazas de un caldo socialista de categoría representado por dos políticos y académicos experimentados, ambos federalistas convictos y confesos -hasta el punto que el nuevo presidente del Senado, el filósofo Manuel Cruz, fundó y presidió la asociación Federalistes d’Esquerres- y que sintonizan a la perfección con la voluntad de diálogo y moderación que Pedro Sánchez quiere que defina su nuevo mandato presidencial, en especial en cuanto se refiere al problema de Estado que constituye el conflicto catalán.

Los separatistas catalanes llevan mucho tiempo, demasiado, pegándose tiros en sus propios pies. La cosa no tendría más importancia, por aquello de que “sobre gustos nada está escrito”, pero es muy grave porque estos tiros simbólicos en realidad afectan de forma importante al conjunto de la ciudadanía catalana, que de hecho se encuentra sin un gobierno que gobierne, que gestione el día a día de su comunidad, ensimismado como se halla en su quimérica creencia de que vive en una imaginaria República Catalana. Ya cometieron un grave error de cálculo político al negarse a aprobar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado presentado por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez, con lo que forzaron una convocatoria avanzada de elecciones generales, a no ser que les vaya tanto la marcha sadomasoquista que lo hicieran para que el Gobierno resultante de aquellos comicios fuese una coalición de las derechas, esto es del PP, C’s y Vox, con Pablo Casado en la Moncloa, por aquello tan conocido de “cuanto peor, mejor”.

Ahora, una vez conocidos ya los resultados de las elecciones generales del 28-A, los secesionistas catalanes siguen empeñados en su mundo irreal, ilusorio. No han asumido todavía que sus tan recientes deslealtades les inhabilitan, al menos por un tiempo, como posibles aliados o socios políticos. Su irrelevancia en esta nueva legislatura en Cortes, a pesar de los buenos resultados que ERC obtuvo el 28-A, debería hacerles reflexionar. Aún debería recapacitar mucho más JxCat, que ha quedado como una excrecencia mínima de lo que hasta hace pocos años fue CiU, que tanta influencia e incluso poder llegó a tener en el conjunto de la política española.

Deberían recapacitar y reflexionar asimismo quienes, desde las filas del PP, de Cs y de Vox, han dicho y siguen diciendo, a sabiendas que mienten, que Pedro Sánchez lo tenía y lo tiene todo pactado con los separatistas catalanes, y hasta con ETA. Ha quedado demostrado, por si hubiese sido ello necesario, que eran otras de sus muchas falsedades. Tanto por el veto secesionista a Miquel Iceta como candidato de Sánchez para presidir el Senado como por la detención de Josu Ternera en los Alpes franceses, tras haber pasado nada menos que 17 años huido de los tribunales españoles de justicia.

El incomprensible veto separatista a Miquel Iceta solo tiene una explicación. Ha sido un humorista gráfico, Juan Carlos Ortega, con su imaginado, pero al mismo tiempo muy lúcido diálogo entre el dirigente del PSC y los diputados de JxCat, ERC y las CUP que vetaron su ratificación como senador autonómico en representación del Grupo Socialista en el Parlamento de Cataluña.

“- ¿Por qué no me queréis?

- Porque nos perjudicas al beneficiarnos”.

Un día u otro, y esperemos que sea más pronto que tarde, llegará la hora del diálogo, la negociación, la transacción y el acuerdo. La hora de la reconciliación nacional en Cataluña y la hora de la reconciliación nacional entre Cataluña y el conjunto de España. Como ya ha sucedido en el País Vasco, a pesar de todo cuanto allí y en el resto de España sucedió por culpa de ETA