“En la vida, no siempre acertamos”, filosofó este miércoles Mariano Rajoy Brey ante el juez, plasma mediante, y desde su casa. Se refería al mensaje dirigido al ex tesorero Luis Bárcenas en horas bajas, arengando: “Luis, se fuerte”. Ahora, años después y ante el tribunal, Rajoy dijo ser consciente de que estuvo “poco afortunado”.

Sin embargo, Rajoy lo negó todo. Nada de Caja B ni de sobresueldos, menos mal que correligionarios como Jaime Ignacio del Burgo y Eugenio Nasarre, entre otros, confirmaron que se les hizo unas entregas que figuran en los documentos objeto de esta causa.  Todo, concluyó, “es un delirio”. 

Rajoy Brey testificó a cara descubierta. No como María Dolores de Cospedal, o como Javier Arenas, o como José María Aznar, que se dirigieron a sus señorías por vídeoconferencia, enmascarados y mirando hacia abajo con sospechosa frecuencia, como si les estuvieran soplando respuestas desde algún dispositivo o leyendo notas de sus asesores.

Pero, Aznar no sorprendió a nadie. Afirmó con aplomo que la Caja B no era del PP, “era de Bárcenas”. Expuso con similares argumentos “no” a todo y con la arrogancia que le ha acompañado siempre, como cuando quiso hacernos comulgar con ruedas de molino de que la autoría del atentado del 11-M había sido ETA, o que Irak guardaba armas de destrucción masiva por lo que España debía entrar en guerra junto a EEUU y Reino Unido.

El ex ministro de Defensa, Federico Trillo, en su libro Memoria de Entreguerras, sostiene que entonces el Gobierno de España no tenía informaciones propias sobre las armas de destrucción masiva en Irak. Los servicios de inteligencia españoles, añade, se limitaron a verificar la información suministrada por el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, al Consejo de Seguridad.

En cuanto a José María Aznar, y su tenacidad en mantener sus doctrinas contra viento y marea, la que aplica a día de hoy contra el PSOE coincide con la crítica demoledora que lucía en los artículos que escribió en La Nueva Rioja, durante su estancia en Logroño como inspector de Hacienda. Con tales antecedentes, ¿tiene credibilidad Aznar cuando afirma que “no tenía ni la más remota idea”.  

Con la cara bien tapada y negándolo todo, desfilaron también por la pantalla del televisor, Rodrigo Rato que desconocía quién y con qué intención había elaborado determinados papeles y Federico Trillo que dijo no reconocerse en las menciones a Federico o Federico Trillo, pues, como todo el mundo sabe, a él le llaman Fede en el PP.

Quien fuera el artífice de todos los recovecos legales organizados por su partido para esquivar la trama Gürtel, abordó por su propio pie el asunto del dinero que, según los papeles, se abonó para pagar la defensa del caso del Yak 42, y apostilló con una falsedad. Aseguró que aquello se abonó a escote entre el círculo próximo a los afectados. Omitió su actitud, bastante miserable por cierto, de que las víctimas fueron enterradas de cualquier manera y obvió el dolor provocado

El PP siempre ha tirado por esa calle de en medio de instalarse en la negativa y huir hacia adelante a ver qué pasa. Estos testigos deben ser muy conscientes de que en este juicio si uno acepta la acusación, saldrán detrás todos los demás, enredados como las cerezas en una cesta. La chulería, es un modo de supervivencia.