El Boletín Oficial del Estado (BOE) hizo oficial este viernes el cese de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat Valenciana. El trámite administrativo culmina así una dimisión anunciada el pasado lunes en una declaración institucional desde el Palau, exactamente un año después de la devastadora dana que golpeó a la provincia de Valencia el 29 de octubre de 2024 y que ha marcado, inevitablemente, el final de su mandato.
El real decreto, fechado el 5 de noviembre y rubricado por el rey Felipe VI y por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, activa el mecanismo previsto en el artículo 27 del Estatuto de Autonomía. El texto no deja lugar a dudas: se declara el cese de Carlos Mazón “a petición propia”, formalizando así la salida del dirigente ‘popular’ tras meses de desgaste político y de tensión institucional.
Durante su comparecencia del lunes, Mazón justificó su decisión apelando a la necesidad de “abrir un nuevo tiempo” en la Generalitat. Reclamó además que la crisis política no se convierta en una “campaña de odio ni señalamiento” y llamó a la mayoría parlamentaria a actuar con “responsabilidad” para acelerar la elección de su sustituto.
La renuncia, presentada horas después ante Les Corts, activó automáticamente el calendario fijado por la normativa valenciana: 12 días para registrar candidaturas a la Presidencia del Consell y un posterior plazo de entre tres y siete días para convocar el pleno de investidura. Si tras dos meses desde la primera votación no hubiera presidente - o si ni siquiera hubiese aspirante dentro del plazo legal -, la cámara se disolvería y la Comunitat se vería abocada a nuevas elecciones autonómicas.
PP y Vox, en pleno forcejeo por el relevo
El terremoto político que deja Mazón ha obligado a PP y Vox a activar una negociación contrarreloj para evitar ese escenario electoral. De hecho, apenas 24 horas después de la dimisión, Alberto Núñez Feijóo telefoneó a Santiago Abascal para intentar pactar un “relevo estable” que garantice gobernabilidad en la Comunitat.
En el PP cunde la preocupación: otra cita con las urnas sería, admiten en privado, un riesgo innecesario en pleno proceso de reconstrucción tras la dana. Por ello, tanto Feijóo como su número dos, Miguel Tellado, han pedido a Vox “altura de miras” y flexibilidad para facilitar la investidura de un nuevo president.
Pero la formación ultraderechista no está dispuesta a regalar nada. Vox ha advertido de que solo apoyará un acuerdo si el PP cumple estrictamente lo pactado, recordando precedentes en los que - según ellos - los de Feijóo no honraron los compromisos. “No hemos venido a ser la muleta ni los pagafantas del PP”, repiten en el partido de Abascal, que afronta la negociación con un tono más duro del habitual.
Sus condiciones, de momento, son claras: un rechazo explícito a la agenda climática y un endurecimiento de la política contra la inmigración irregular. Abascal ya dejó caer el miércoles que su formación será “más firme y más exigente” en esta negociación, consciente de que la salida de Mazón abre una ventana de influencia inédita para Vox en la Comunitat.
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