Como se da de forma anual, el rey Felipe VI ha ofrecido a los españoles y españolas su tradicional discurso de Nochebuena en esta ocasión desde el Palacio Real. Sin embargo, este año lo hace en el marco de una cita importante en el calendario: cuando se cumplen 50 años de la entrada de la democracia a España. Un hito histórico que ha estado presente durante todo su discurso y que ha servido al monarca para lanzar un mensaje de unidad, respeto y convivencia.
“Estos aniversarios me animan a hablaros esta Nochebuena de convivencia; de nuestra convivencia democrática, a través de la memoria del camino recorrido y de la confianza en el presente y en el futuro”, ha iniciado Felipe VI. Tras ello, el rey ha echado la vista atrás para conmemorar el periodo de la Transición que “surgió de la voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo”. Así, ha puesto en valor la capacidad que el pueblo español tuvo para alcanzar la soberanía popular “aun con sus diferencias y sus dudas”. “Aquel coraje es una de las lecciones más valiosas que nos enseñaron”, ha resaltado.
Un discurso que, en línea con todo ello, también ha guardado espacio para destacar lo que supuso la Constitución de 1978. Todo ello, en palabras del monarca, ayuda a “observar que España ha experimentado una transformación sin precedentes en estas cinco décadas, que permitió consolidar las libertades democráticas, el pluralismo político, la descentralización, la apertura hacia el exterior y la prosperidad”. Una sociedad que, además, está forjada “por generaciones que recuerdan la Transición y por otras que no la vivieron y que han nacido y crecido en democracia y libertad”. “Generaciones de mayores que han visto cambiar España como nunca antes en nuestra historia; generaciones de adultos que concilian, con gran esfuerzo, responsabilidades laborales, familiares y personales; y generaciones de jóvenes que afrontan ahora nuevas dificultades con iniciativa y compromiso”, ha destacado.
Con todo ello, el rey Felipe VI ha animado a la sociedad en su conjunto a hacer una reflexión con el fin de “preservar la confianza” en la convivencia democrática y respetar las líneas rojas. “Preguntémonos, sin mirar a nadie, sin buscar responsabilidades ajenas: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer esa convivencia? ¿Qué líneas rojas no debemos cruzar?”, ha preguntado.
Jóvenes, extremismos y unidad
Siguiendo esta línea, el rey ha ofrecido un discurso en el que también ha apelado a las generaciones más jóvenes del país que actualmente enfrentan grandes retos comos los precios de la vivienda. "Muchos ciudadanos sienten que el aumento del coste de la vida limita sus opciones de progreso; que el acceso a la vivienda es un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes; que la velocidad de los avances tecnológicos genera incertidumbre laboral; o que los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y en ocasiones trágico. Tenemos muchos desafíos… Y los ciudadanos también perciben que la tensión en el debate público provoca hastío, desencanto y desafección", ha subrayado.
Sin embargo, el monarca ha puesto en valor la capacidad del país para responder ante todos y cada uno de estos desafíos. "A lo largo de estos 50 años nuestro país ha demostrado reiteradamente que sabe responder a los desafíos internos y externos cuando hay voluntad, perseverancia y visión de país. Lo vimos en crisis económicas, en emergencias sanitarias, ante catástrofes naturales, y también lo vemos cada día en el trabajo callado y responsable de millones de personas", ha esgrimido.
Por su parte, ha puesto también especial énfasis en "los extremismos, los radicalismos y populismos" que "se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro". Y por ello, el rey invita a dar paso hacia adelante entre todos para lograr el consenso. "Recordemos que, en democracia, las ideas propias nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas; que avanzar consiste en dar pasos, con acuerdos y renuncias, pero en una misma dirección, no correr a costa de la caída del otro; que España es, ante todo, un proyecto compartido: un modo de reunir —y de realizar— los intereses y aspiraciones individuales en torno a una misma noción del bien común.
Con todo ello, Felipe VI ha concluido deseando una feliz Navidad presumiendo también de las lenguas cooficiales del país: Con la convicción de que sabremos avanzar unidos en esa dirección, recibid mis mejores deseos para estos días y el nuevo año, junto a los de la Reina y los de nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Feliz Navidad a todos. Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas".