Última incursión, ayer mismo, del secretario general del PP en la retórica animalista para anunciar una vez más la muerte no inminente pero sí irremediable del perro que nos gobierna. Miguel Tellado exhortaba a los miembros de su partido a “tener cuidado” con el presidente rabioso: "No hay nada más peligroso que un perro herido, que un Pedro herido. Querrá morir matando y es capaz de todo. No bajemos la guardia ni un instante ". Literal. Tellado no parece haberse enterado de que la metáfora canina dejó hace mucho tiempo de operar como injuria, justo desde que los encargados de la fontanería fina del palacio de la Moncloa le dieron la vuelta al tema convenciendo a Sánchez de reutilizarlo humorísticamente en su favor. No me llames Pedro, llámame Perro; no digas Sánchez, di mejor Sanxe. ¡Guau, guau! Tellado aún no lo ha entendido.

Infantería, caballería, artillería

El caso es que han pasado ya dos años sin cesar de hostigarlo y el bicho no se muere. Los perros que vos matáis, etc., etc. La acción no necesariamente concertada pero sí convergente de la infantería política, la caballería mediática y la artillería judicial no han dado tregua al Perro plurinacional desde que, en aquel remoto 23 de julio de 2023, sus ladridos de auxilio movilizaron milagrosamente el voto de la izquierda, truncando las ansias vivas de unas derechas cuyas manos temblaban de gozo ante la inminencia del poder que, estaban seguras, por fin iba a regresar de nuevo a ellas. Aquel día España le daría al Perro usurpador la tremenda y definitiva patada que llevaba buscándose desde que, cinco veranos atrás, urdiera la moción de censura que permitió a Mariano Rajoy retomar su verdadera vocación de registrador de la propiedad: mucho sueldo, poco trabajo y cero zozobra. Que le vayan dando a la política, debió pensar el defenestrado para sus adentros. No todos dicen adiós a la política con el mismo talante: lo que en Aznar había sido rencor, en Rajoy parecía más bien alivio.

Programas, personas, patadas

Con el Pleno del Congreso celebrado esta semana concluía la temporada política. Y lo hacía con una derrota más del Gobierno, que no logró sacar adelante su decreto antiapagón, y no porque fuera un mal decreto sino porque venía de quien venía. Aunque el PP y Vox secundaron su rechazo, el copyright de la derrota gubernamental llevaba la firma de Podemos, confiado en que, cuando se abra el mercado electoral, los derechos de autor le reportarán pingües beneficios en detrimento del partido gubernamental Sumar. Podemos está obsesionado con matar a Sumar desde que Yolanda Díaz le dio la patada mortal a Irene Montero. La izquierda presume de moverse por las ideas y no por las emociones, por los programas y no por las personas, pero quizá sucede al revés: si mañana desaparecieran de la escena pública todas las personas que hoy dirigen Sumar y Podemos, nadie con dos dedos de frente encontraría impedimentos o incompatibilidades ideológicas para una reunificación que prácticamente todos sus votantes y simpatizantes desean.

Decenas de miles de folios y audios

¿Fin de temporada tras el cierre del Congreso por vacaciones? Sí, pero no del todo. El Gobierno y la oposición, el uno rumiando su derrota y la otra metabolizando su ansiedad, se van de vacaciones, sí, pero la prensa, más atrincherada que nunca, se queda, ocupada con las decenas de miles de audios y folios de los casos Cerdán y Montoro. En realidad, el 23 de julio de 2023 inauguró una legislatura sin vacaciones. Solo las habrá cuando el Gobierno cambie de manos. Las puertas del Congreso se cierran pero los sumarios permanecen abiertos: ellos son la pesadilla recurrente, interminable de socialistas y populares. La derrota del decreto antiapagón no deja de ser una anécdota en la agenda política nacional. Hasta el mismísimo Puigdemont es hoy, pero solo hoy, una anécdota: ya se ocupará él de dejar de serlo cuando en septiembre arranque la nueva temporada. Lo sustantivo hoy de la legislatura son esos sumarios por corrupción que escandalizan a unos, inquietan a otros y avergüenzan a todos.

Un invierno difícil

No sabemos si el Perro y quienes lo hostigan estarán exhaustos, pero nosotros sí lo estamos. Con tiempos de paz como estos ¿quién quiere guerras? En diciembre de 2023 ya adelantábamos que esta sería una legislatura anticipadamente agotadora, tanto por la comprometida naturaleza de las alianzas que habían permitido a Sánchez seguir en la Moncloa como por el mal perder de las derechas derrotadas. Como acaba de diagnosticar el veterinario de cabecera Miguel Tellado, el Perro “está herido”. Cierto: herido, pero vivo. Al solitario animal le espera un invierno duro. Nadie, ni siquiera los más cercanos, pueden garantizar que vaya a llegar vivo a la primavera. Si en otoño el caso Cerdán se complica, la financiación singular de Cataluña se envenena y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tumba la ley de amnistía, los caminos del invierno se harán intransitables. Las heridas de Perro Sanxe pueden ser, esta vez sí, mortales de necesidad.