En las últimas semanas, la política española ha estado marcada por rumores de una ruptura entre el Partido Popular (PP) y Vox, especialmente a raíz de las polémicas declaraciones del líder de Vox, Santiago Abascal, sobre la acogida de menores migrantes no acompañados, un tema que ha generado una gran controversia. Estas declaraciones parecían indicar una fisura insalvable en la alianza que ambos partidos han mantenido en distintas partes del país, lo que llevó a muchos a especular sobre un posible fin de la colaboración entre las dos formaciones políticas.
Sin embargo, recientes movimientos y decisiones políticas tanto del Parlamento Balear como del presidente de Aragón, Jorge Azcón, han revelado que esta supuesta ruptura es, en realidad, una ilusión, y que la cooperación entre el PP y Vox sigue siendo un pilar fundamental para la estrategia de ambos partidos en la escena política española.
La controversia comenzó cuando Abascal criticó duramente al Gobierno por la acogida de menores migrantes no acompañados, acusando a las comunidades autónomas gobernadas por el PP de colaborar con una política que, según él, pone en riesgo la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. Estas declaraciones parecían señalar una fractura irreparable entre los dos partidos, que hasta entonces habían mantenido una alianza estratégica en varias regiones de España. A saber: Región de Murcia, Castilla y León, Aragón, Extremadura y Comunidad Valenciana.
Prohens permite que el ultra Le Senne continúe como president balear
Sin embargo, los hechos recientes han demostrado lo contrario. En el Parlamento Balear, la decisión de mantener a Gabriel Le Senne, un miembro de Vox conocido por sus posturas extremas, como presidente de la cámara, ha sido vista como una señal clara de que la colaboración entre PP y Vox sigue intacta. Le Senne, quien había generado polémica al romper una foto de víctimas del franquismo, se mantendrá en el cargo con el beneplácito de los populares y su lideresa en la región, Marga Prohens.
La destitución de Le Senne, quien acumula a sus espaldas numerosas polémicas, algunas de las cuales quiso hacer desaparecer del mapa -como el contenido homófobo que publicaba en redes sociales-, fue instada hace más de dos meses por los grupos de la oposición (PSIB-PSOE, Més per Mallorca, Més per Menora y Podemos). Todos ellos han votado en contra de que se quede al frente de la Cámara autonómica, pero su continuidad se ha afianzado gracias a la abstención del PP, que se ha empeñado en mantener el suspense casi hasta el momento mismo de la votación.
Azcón: “Necesitaremos los votos de Vox para los presupuestos”
Por otro lado, en Aragón, el presidente Jorge Azcón ha acusado al Gobierno central de enviar menores migrantes a las comunidades gobernadas por el PP con el objetivo de provocar que Vox rechace los presupuestos. Azcón ha reconocido públicamente que sin el apoyo de Abascal y su partido, no podrá aprobar las cuentas para 2025. “Cuando Abascal habla de que aquellas comunidades autónomas que acojan inmigrantes no van a contar con el apoyo de Vox, está abriéndole las puertas a que Pedro Sánchez decida que manda a inmigrantes a esas comunidades autónomas”, ha denunciado el dirigente popular. “Necesitaremos los votos de Vox para los presupuestos”, ha añadido.
Esta declaración no solo subraya la dependencia del PP de Vox para la gobernabilidad, sino que también desmiente cualquier rumor sobre una ruptura definitiva entre ambos partidos. Sin el respaldo de Abascal, Azcón se enfrenta a un futuro incierto, lo que refuerza la idea de que la ruptura entre PP y Vox es, en realidad, una falsa.
La compleja alianza entre PP y Vox
Asimismo, cabe destacar que la relación entre PP y Vox ha sido siempre compleja y llena de altibajos. Desde que Vox irrumpió con fuerza en el panorama político, el PP ha enfrentado el dilema de cómo manejar la presencia de un partido de extrema derecha que, aunque comparte ciertos puntos ideológicos, también representa un riesgo significativo para su imagen moderada y su base electoral tradicional. Esta relación, aunque tensa y marcada por desacuerdos, se ha basado en la necesidad mutua de consolidar el poder en diversas regiones de España.
No obstante, esta colaboración no está exenta de riesgos para el Partido Popular. La normalización de los pactos con un partido de ultraderecha como Vox plantea serios desafíos a su imagen como un partido de centro-derecha, que históricamente ha buscado atraer a un amplio espectro de votantes, desde conservadores moderados hasta liberales. Al aliarse con Vox, el PP corre el riesgo de alienar a estos sectores y de ser percibido como un partido que respalda posturas extremas, lo que podría tener consecuencias negativas en futuras elecciones.


