La ejecución por fascículos de Pablo Casado como líder del Partido Popular vivía este miércoles su penúltima entrega. Y, a semejanza de lo que se vio en el episodio del martes, la sesión vino cargada de duras e innecesarias humillaciones, incluso de quienes le deben su actual carrera política. La diferencia es que esta vez Casado consiguió arrancar un final feliz- una permanencia en el cargo hasta el Congreso y una despedida digna- en una dura batalla contra los molinos regionales del PP, plagada de filtraciones y sospechas, que afrontó por primera vez sin la ayuda de su fiel escudero, Teodoro García Egea.

A primera hora de la mañana del miércoles, Casado sorprendía con un discurso de despedida que podría firmar cualquiera de las múltiples familias del PP. Lo hacía desde su escaño del Congreso, en una aparición que minutos antes parecía un suicidio político, pero con la que consiguió brillar frente al espectáculo cainita al que se le sometió el martes. Su rival natural, el presidente del Gobierno, se negó a escarbar en la herida y le dio una despedida digna que Casado cerró con una salida fugaz del hemiciclo, seguido por quienes le fueron fieles hasta el final: Pablo Montesinos, Ana Beltrán y Antonio González Terol.

Martirio nocturno

El episodio del Congreso fue un parón en el martirio de Casado, que estaba programado para continuar en Génova, a partir de las ocho de la noche. Antes, el líder del PP daba carta de sucesor a Alberto Núñez Feijóo con la deferencia de reunirse antes con él. Pasado el trámite, comenzaba el desfile de humillaciones. Si la reunión de Casado del lunes con su dirección se llevó con discreción, aquí los barones fueron pasando ante las cámaras. Llamativa fue la entrega de Jorge Azcón, a quien Génova colocó al frente del partido en Aragón, y ayer puso a Feijóo como el mejor líder, no de España, sino de Europa.

Ya dentro de la sede, la reunión siguió el mismo esquema. Como hiciera el lunes con su dirección, Casado pidió a los barones que hablaran primero para después remachar él. Feijóo pidió ser el último dirigente regional en tomar la palabra, mientras que el primero en disparar fue el extremeño José Antonio Monago. Venía con ganas, porque cuando todavía se discutía sobre cuándo sería el congreso [de marras] del PP de Madrid, en Génova nos recordaban a los periodistas que antes venía el de Extremadura para cargarse a Monago y hasta ponían la fecha: segundo fin de semana de abril. Al final, Monago se ha salvado por los pelos y el primer fin de semana de abril será la despedida de Casado.

Fue Monago el primero en hablar y el primero en exigir que la cabeza de Casado rodase esa misma noche. Lo mismo, aunque con términos más suaves y apelando a las bases, pidió Alfonso Fernández Mañueco, recién llegado de pelear con Vox la formación de su gobierno. Y siguieron otros de los que se presumía fidelidad a la actual dirección: Fernando López Mirás, a quien Casado y Egea salvaron de una moción de censura; Jorge Azcón, a quien se entregó el PP de Aragón a base de ofrecer un puesto honroso a su principal rival; o Carlos Mazón, el elegido por Génova para defenestrar a Isabel Bonig y encargar el reflote del otrora poderoso PP valenciano.

El miedo a las filtraciones

La reunión se celebraba en una sala con cristales tintados, pero su contenido se iba telegrafiando en los medios de comunicación. Hasta el punto de que se anunció con fanfarrias cuando llegó el turno de hablar de Casado. Las filtraciones provocaron el pánico en la sala, como cuenta Pilar Gómez en El Confidencial, hasta el punto de que se paró la reunión. Los barones temían que sus equipos les escucharan desde la sala anexa o, incluso, que se les estuviera grabando. La responsable de Comunicación de Casado, María Pelayo, tuvo que calmar los ánimos y negar sus miedos.

Lo cierto es que el pasado lunes, en la reunión de Casado con su cúpula, Génova fue un búnker del que apenas se escapó nada, hasta que se filtró que Ana Pastor y Cuca Gamarra daban la espalda al líder. En cambio, el torrente de información anoche hizo sospechar de los propios barones y según el citado medio, las miradas se volvieron al líder del PP en Castilla-La Mancha, Paco Núñez. Por su exceso de uso del móvil. El entorno del castellanomanchego niega a ElPlural.com este extremo. "Es falso, lo negamos rotundamente y vamos a pedir a El Confidencial que rectifique”, aseguran.

El artículo 40 sección M

En cualquier caso, a partir de ahí, la reunión siguió con los móviles sobre la mesa. Pero la mayor filtración ya estaba en los móviles de los periodistas: un rincón de los estatutos del PP permitía ungir un nuevo líder casi en el acto, sobre el cadáver político de Casado, al estilo visigodo. Era el artículo 40, sección M, que señalaba que es competencia de los Comités Ejecutivos “elegir de entre sus miembros a quien tenga que dirigir el Partido en el caso de dimisión o fallecimiento del Presidente, elevando dicha propuesta a su Junta Directiva correspondiente”.

A día de hoy, se mantiene la incógnita de quién detonó esa bomba de la que se hicieron eco medios como Servimedia y que difundieron algunos tertulianos en las radios nocturnas, pero dejaba en muy mal lugar la llegada por aclamación de Núñez Feijóo. En ese momento, es cuando Casado vio la luz y los barones tiraron la toalla ante el miedo de que la imagen del salvador llamado a aparecer al alba del quinto día se enfangase. Los convocados declararon su “respeto” a los estatutos y a la voz de la “militancia”.

No hay que olvidar, en cualquier caso, que el primero en encender un faro para Casado fue García Egea en su entrevista en exclusiva con Ana Pastor. Ahí fue cuando reivindicó que el todavía presidente fue elegido por “los militantes” y soltó aquello de “7,5 sobre 10” de posibilidades de que hubiera un candidato alternativo. De hecho, ayer se llegó a decir que Antonio González Terol sería es candidato y se informó incluso de un tuit que no aparece en su Twitter y que él niega haber publicado.

Para parar la imagen nocturna de unos barones despiadados ante un Casado que ya había entregado la cuchara por la mañana, la sangría se detuvo. El gallego se lleva la aclamación brutal que esperaba, se desactiva la amenaza de una candidatura desde la dirección actual y se pone fecha al “Congreso extraordinario y urgente” para el 2 y 3 de abril. Todo por escrito. Así consiguió Casado una victoria tras diez días de derrotas.