Han pasado 14 años desde que María del Carmen Rodríguez Quijano llamara la atención en la famosa boda de El Escorial con ínfulas de 'enlace de Estado' entre la hija del entonces presidente Ana Aznar y Alejando Agag. Entonces Rodríguez Quijano llegó del brazo de su entonces marido Francisco Correa en una imagen recurrente cuándo, tras el estallido del caso Gürtel, la prensa tiró de hemeroteca para encontrar datos sobre los personajes implicados. Aquella foto se convirtió en icónica porque aparecía Correa y ella estaba enfundada en un elegante vestido de Caprile valorado en 4.000 euros. Hoy entre la prensa acreditada en la Audiencia Nacional se destacaba el contraste con aquella imagen con la de este miércoles, cuando la acusada acudía a declarar vestida con una de esas grandes cadenas comerciales en la que se proveen la mayoría de los mortales. Ha tenido que declarar en el macrojuicio de la Gürtel donde afonta una petición de más de 35 años de cárcel acusada entre otros delitos de asociación ilícita, cohecho continuado, fraude a las administraciones públicas continuado, prevaricación o malversación de caudales públicos. 

Como la Infanta, desconocía lo que firmaba
Su declaración ha empezado con la protesta de su abogado por el hecho de que la Sala cambiara a última hora el orden de las declaraciones y permitiera a uno de los acusados claves, Guillermo Ortega, exalcalde de Majadahonda y que fue su jefe allí, aplazar su intervención por contar con un nuevo letrado, dejado constancia en su protesta de que se había cambiado el criterio respecto a otras peticiones similares. Los principales delitos de los que está acusada tienen que ver con hechos sucedidos en Majadahonda, donde fue asesora junto a otros dos imputados en la causa, Juanjo Moreno y José Luis Peñas. Más allá de eso, la acusada ha seguido la pauta de las diligencias del caso, declarándose ignorante ante la fiscal de lo que firmaba como administradora de algunos de las empresas del entramado de su exmarido Correa, Pasadena Viajes y Special Events.

Rodríguez Quijano ha enfatizado que aunque la separación formal se constató hace "un par de años" lleva mucho más sin convivir con Correa. Se declaró ignorante de los pormenores del funcionamiento de algunos gastos del hogar, desde el servicio doméstico hasta el chófer, apuntando que era su entonces marido el que se encargaba de ello. Sobre su labor como administradora de empresas del entramado Gürtel insisitió en que "
iba a firmar cuando me lo pedía mi exmarido" y que "desconocía lo que firmaba", limitándose a rubricar "lo que me daban".

Los contratos del Ayuntamiento con su entonces marido


Sobre sus relaciones con actores claves de la trama, Rodríguez Quijano insistió en que eran conocidos pero no mantenía vínculos de amistad con nadie, ni con Luis Bárcenas, ni la mujer de éste, Rosalía Iglesias, o con Álvaro Pérez El Bigotes. Insistió en que "mi concepto de relación no es ver a alguien" y entonces coincidía con gente que "no es nadie para ti". Sí apuntó que laboralmente en el Ayuntamiento de Majadahonda "estaba muy a gusto" y aseguró que había sido contratada por el exalcalde Ortega como asesora y jefa de su Gabinete a partir de una entrevista personal y por su experiencia en el campo de la comunicación. Preguntada por la contratación de empresas de su entonces marido por el Ayuntamiento para el que ella trabajaba insistió en que eran cuestiones "técnicas" en las que ella no entraba. Aseguró asimismo que Correa había sido proveedor de servicios del Consistorio antes de que ella llegara. Cada vez que la Fiscalía le interrogaba por servicios contratados a empresas de su exmarido apuntaba que la responsabilidad había sido del concejal responable del área o que no recordaba los pormenores de lo sucedido.