“No”, “no”, y otra vez “no”. María Dolores de Cospedal negó hasta tres veces en un mismo día que fuera a dejar su escaño en el Congreso de los Diputados tras dimitir de su cargo en la dirección Ejecutiva del Partido Popular por el escándalo de las grabaciones del comisario retirado José Manuel Villarejo.

A última hora de la tarde, ya casi entrada la noche, las cámaras de la Sexta preguntaron a Cospedal por su dimisión en diferido, y Cospedal no se movió ni un ápice del comunicado emitido durante la mañana del lunes. Negó en hasta dos ocasiones ante los micrófonos que fuera a dejar su escaño. Dos, más el comunicado, ya son tres.

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Cospedal anunció que dejaba su puesto en la dirección Ejecutiva del Partido Popular alegando que “ante los múltiples ataques que he recibido estos días”, ha tomado esta decisión “para evitar que estos ataques se hagan extensivos a la formación política de la que he sido secretaria general, y a su actual presidente”, Pablo Casado, a quien se lo comunicó personalmente.

Tras trascender que se reunió en secreto, con nocturnidad y alevosía con Villarejo y su marido, Ignacio López del Hierro, en Génova 13; Moncloa.com desveló que entre esos “trabajos puntuales” que Cospedal encargó al comisario, además de espiar a Javier Arenas, se encontraba un informe sobre el hermano de Alfredo Pérez Rubalcaba.

La exsecretaria general del PP insistió en que “yo no he mentido nunca acerca de mi conocimiento del excomisario Villarejo y de haber mantenido algunas reuniones con él”. “Siempre lo hice pensando y sigo pensando que era mi obligación como secretaria general para tener toda la información posible acerca de los hechos que pudieran perjudicar a mi formación. Y en ese sentido, actué”, argumentó.

Cospedal aseguró que “las manipulaciones que se están haciendo de las cintas publicadas tratan de ofrecer una imagen distorsionada de la realidad” y “son extractos editados” con el único objetivo de “perjudicar y dañar mi imagen personal”.