Sin sustos. Sobre las 12 del mediodía de este miércoles, el pleno del Congreso de los Diputados ha consagrado el portazo a Santiago Abascal y a Ramón Tamames y ha tumbado la moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez con una holgada mayoría. Como era de esperar, la propuesta ultra ha contado con el apoyo de los 52 diputados de Vox, que se han quedado solos frente a toda la oposición. Solos pero con amigos cerca ya que el Partido Popular, que finalmente ha cumplido con su tibia posición, se ha abstenido, y con el voto a favor de un exrepresentante de Ciudadanos.

De forma pública y por llamamiento, la Cámara Baja ha sido el escenario principal de una nada sobresaltada votación en la que han quedado manifestadas las posturas que desde este martes han puesto sobre la mesa los grupos parlamentarios, quienes han criticado de forma insistente la utilización torticera tanto de este procedimiento parlamentario como del catedrático Tamames que ha hecho Vox. El Gobierno, por su parte, ha aprovechado este debate para cumplir con sus dos objetivos marcados: sacar pecho de su gestión durante toda la legislatura y retratar a Alberto Núñez Feijóo.

El Congreso da carpetazo a la moción

345 votos emitidos, 201 en contra y solo 53 a favor. Este es el resultado que este miércoles ha obtenido en el Congreso la moción de censura de la ultraderecha contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Un desenlace tras casi 48 extensas horas de debate que se ha efectuado en línea con lo aguardado. Solo el grupo parlamentario que lidera Santiago Abascal ha apoyado de forma unánime su propuesta, encabezada por Ramón Tamames y duramente reprochada por toda la oposición, que han tildado a lo largo de esta semana de "espectáculo", de "circo" o "inútil".

A los 52 representantes ultras finalmente se ha unido un polizón. El +1 que se ha llevado Vox ha sido Pablo Cambronero, exdiputado de Ciudadanos que tras la crisis interna en 2021 se pasó al Grupo Mixto. Desde entonces, el representante lleva mostrándose en sintonía con la ultraderecha en prácticamente todas las votaciones parlamentarias. Un apoyo que ha permitido que Abascal se haya mantenido como el candidato a una moción menos secundado de la historia. En la anterior, en la que sí se presentó como alternativa, obtuvo solo elde los integrantes de su grupo parlamentario.

El PP, escondido en la abstención

En el resto, sin sorpresas. El Partido Popular ha hecho alarde de su equidistancia y, a pesar de criticarla públicamente desde el estrado, ha optado por ejecutar su abstención. De nada han servido los intentos de acercamiento que el dirigente ultra manifestó al más estilo "borrón y cuenta nueva" para hacer cambiar a los populares. Y es que precisamente esta posición inmovilista pero sustentadora de las intenciones de la extrema derecha ha sido una de las mayores críticas por parte de la izquierda, especialmente del PSOE de Patxi López. "Ante retrocesos tan terribles no se puede mirar hacia otro lado", ha dicho.

También Sánchez ha aprovechado su turno de intervención para apuntalar lo que ya él mismo y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, hicieron en el primer asalto. Esto es, contraponer con datos, cifras y evidencias el modelo del Gobierno frente al de la ultraderecha de Vox, con Tamames a la cabeza en este caso, y al del PP de Feijóo. "Les necesitan para poder gobernar en las elecciones (...) No se puede ser indiferente ante un fraude de este calibre", ha sostenido ante Gamarra el jefe del Ejecutivo en su interpelación final, muy centrada en los dos objetivos marcados por Moncloa y Ferraz para estas dos jornadas.

¿Y, para qué?

Todo esto se ha producido en medio de unas sensaciones que, tal y como ya sucedió este martes, se han vuelto a repetir desde primera hora de este miércoles, fecha del segundo round de la reprobación a Sánchez, al menos en forma. Y es que el desazón y el cansancio ha sido generalizado ante otra jornada de un producto que nacía muerto y que, a la luz de lo sucedido estos dos días, deja ahora abierta la pregunta de ¿para qué?. Menos expectación, ligera disminución de la asistencia y desaliento se ha notado en los pasillos de la Cámara Baja, que ya contaba las horas -como Tamames- para el final.

Las caras y la actitud de los distintos grupos a lo largo de la mañana, incluso tras la votación, también se han convertido en un buen medidor de aliento. Con amplias sonrisas en los asientos del Gobierno, más concretamente los socialistas, quienes se muestran muy satisfechos con el devenir de la moción ya que consideran que han conseguido ejecutar su propósito. A su juicio, esto ha servido para que la coalición salga reforzada e incluso dan las gracias al profesor por ello, como ha hecho textualmente López.

No han podido decir lo mismo en la bancada de la derecha, donde los dirigentes ultras han tenido semblantes indispuestos ante el final que se preveía. "No saben dónde meterse" o "contentos no están", han deslizado algunas voces en los pasillos tras los continuos embistes de la oposición. En cuanto al PP, nada. Eso sí, a la entrada del Congreso se han podido escuchar comentarios por lo bajini entre algunos representantes que, cual hechizo, han invocado su sentido del voto, por si se les olvidaba en el último momento: "Recuerda, abstención".