El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, instó el pasado viernes a Pablo Casado a renunciar al veto impuesto a los vocales de Unidas Podemos para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) alegando que “no se entiende” un “nuevo bloqueo” después de que el acuerdo pareciera cerrado a principios de semana. Sin embargo, el líder del Partido Popular ha dado un frenazo y ha lanzado un órdago: con Podemos no habrá acuerdo alguno.

Las negociaciones habían avanzado en los últimos días hasta el punto de que los populares se envalentonaron y el secretario general y número 2 de Casado, Teodoro García Egea, anunció  a bombo y platillo que el PSOE se había tragado y el sapo y cumplía con sus exigencias, incluyendo el dejar “al margen” a la formación liderada por Pablo Iglesias.

Socialistas y morados no tardaron en dar réplica y negaron que Unidas Podemos hubiera quedado excluido. Y es que, si bien es cierto que las negociaciones las han comandado Félix Bolaños, secretario general de Presidencia, y Egea, esto no implica que el PSOE no haya incluido en la terna de magistrados los dos nombres morados: José Ricardo de Prada, juez decisivo en la sentencia Gürtel; y la exdiputada Vicky Rosell.

Aquí es donde el PP pisa terreno pantanoso. En el pasado, hasta partidos como IU y los nacionalistas consiguieron introducir sus nombres. No tendría sentido alguno, por tanto, que los morados no incluyan los suyos y, en esta ocasión, deberían ser dos de los 20 vocales.

Históricamente, se respetan las propuestas de los otros grupos y no hay vetos a nombres una vez trabajadas las cuotas. Esta premisa es la que el PP amenaza con saltarse y dinamitaría no solo el pacto con el PSOE, sino que tumbaría un fuero de décadas.

Casado ha dado un paso que no tiene vuelta atrás. El pasado viernes reunión al Comité de dirección para exponer su postura y, por el momento, tiene el apoyo del partido, pero su liderazgo es frágil; con Vox al acecho y los rumores que bajan de Galicia con Alberto Núñez Feijóo y el impulso que ha adquirido Isabel Díaz Ayuso. A Casado no le queda otra que jugárselo todo una carta. Y asi lo hará: o se retiran los nombres vetados o el bloqueo continuará sine die