Tiempo ha que el tablero político está permanentemente agitado, tanto en el bloque de la izquierda como en el de la derecha. En el espectro progresista, Unidos Podemos se enfrenta a una de sus crisis más profundas con el órdago de Íñigo Errejón que tendrá que atajar un Pablo Iglesias de baja por paternidad y en caída libre (estabilizado en torno al 15%) en las encuestas. Y en el bloque conservador/liberal/ultra, la irrupción de Vox ha generado un constante flujo de votos entre Ciudadanos, PP y los de Santiago Abascal. De hecho, según las entrañas del último CIS, la ultraderecha está robando aproximadamente un 7% de electores a cada uno. Para frenar este trasvase, Pablo Casado se sumergirá en una campaña electoral permanente de aquí a Semana Santa.
En los próximos tres meses, Casado tiene agendados medio centenar de actos en varios puntos de la geografía española. Visitará las 17 comunidades autónomas para prestar apoyo a sus líderes y candidatos regionales. Despejando la x, Casado sale a mitin cada dos o tres días.
Desde que inició su campaña para las primarias del Partido Popular, Pablo Casado no ha parado. Y tras erigirse como nuevo presidente del PP, su gira no paró. Después del verano se focalizó sobre todo en Andalucía para impulsar a Juanma Moreno Bonilla, quien finalmente, y gracias a un pacto con los de Albert Rivera y la ultraderecha, ha sido logrado conquistar la Junta. Casado se volcó en la campaña y, dados los resultados, prevé continuar con la estrategia.
Y es que, el objetivo era rearmarse durante la Convención Nacional del Partido Popular, pero el macroevento no consiguió frenar la sangría de votos. Todos los focos estaban puestos en el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que fue enterrado de cuerpo presente a pesar de ser el más aclamado durante todo el fin de semana; y en el renacido José María Aznar.
Éste último, desde la victoria de Casado, la irrupción de Abascal y la estabilización de su apadrinado Rivera, insta a una derecha tricefalia a unir fuerzas. En este sentido, considera a Casado el heredero de su trono y el único capaz de reagrupar al “centro-derecha”.
Pero ya han pasado seis meses desde que lidera el Partido Popular y no solo no ha frenado el auge de Vox, sino que además, según el CIS, ha relegado a la formación a la cuarta posición. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, Pedro Sánchez ganaría las elecciones con un 29,9% del voto, seguido por Ciudadanos, con un 17,7%, Unidos Podemos completaría el podio con un 15,4%, el PP un 14,9% y Vox un 6,5%. Éste último ha duplicado su estimación de voto en apenas un mes, pasando del 3,7% de diciembre al 6,5% del mes de enero.
En su particular cruzada por acaparar el espacio marcado por Aznar, el “centro-derecha”, Casado tendrá un enemigo aún más poderoso que Vox. Y este duro oponente se encuentra dentro del propio partido.
Y es que, la irrupción de los de Abascal ha ultraderechizado al PP, que deberá hacer auténticas malabares y juegos de cintura para aglutinar bajo el mismo paraguas a los dirigentes que optan por no perder el centro, como Alberto Níñez Feijóo o Alfonso Alonso, y los más escorados a la derecha como Isabel Díaz Ayuso, Teodoro García Egea y compañía.