Nada tiene que ver el Pablo Casado de los primeros meses de mandato en el Partido Popular con el de estos días. Al inicio de su reinado en Génova era incapaz de alejarse del foco mediático, sobre todo en campaña electoral. Tras las elecciones y al ver cómo se desangra poco a poco Ciudadanos, ha optado por mantener un perfil más bajo.

De hecho, durante la campaña electoral, además de recorrerse toda España como bien presumía, llegaba, incluso, a tener tres actos por día. La estrategia de sobreexposición autoimpuesta por el nuevo equipo gobernante en Génova se sometió al juicio de los barones de su partido, que la rechazaron por completo.

Aprovechamiento del desgaste

Desde entonces, Pablo Casado ha optado por modular sus apariciones en público, a pesar de tener una guerra encarnizada con Albert Rivera por el liderazgo de la derecha. El líder de Ciudadanos continúa incesante en su afán por dominar el perfil diestro del espectro ideológico, lo que ha desembocado en una crisis interna de difícil solución.

La formación naranja ha vivido un goteo de salidas en el último mes. Toni Roldán destapó la caja de Pandora exponiendo, en público, los motivos por los que se marchaba. Tras él, le siguieron hombres como Javier Nart – no ha dejado el partido sino la Ejecutiva – o Francesc de Carreras, fundador e ideólogo de Ciudadanos y padre político de Rivera.

 Esta estampida desde Alcalá 253, vinculada al evidente giro a la derecha de la fuerza liberal, quieren aprovecharla en Génova. Según recoge eldiario.es, varios altos cargos del Partido Popular entienden que lo mejor es que, en este momento, “todo se centre en Ciudadanos” y, así, pasar a “un segundo plano”.

De hecho, valoran esta estrategia como posible modus operandi de cara a un adelanto electoral si Sánchez no consigue ser investido. En el cuartel general de los populares sostienen que se producirá un regreso de votantes “decepcionados” tanto con Vox como con Ciudadanos, lo que aumentaría las bazas de Pablo Casado, a su vez, en cuanto al respaldo interno se refiere.

El ejemplo es claro cuando se observa que el líder genovés ha tenido la agenda despejada durante esta última semana, siendo su aparición en la toma de posesión de Fernández Mañueco su último acto con los medios de comunicación. Además, por Twitter también ha bajado el ritmo, pese a seguir publicando, cada día comentarios en la red social.

Reaparición complicada

Sin embargo, pese a que Pablo Casado ha eludido el ojo del huracán, las polémicas también han sobrevolado Génova, sobre todo a nivel interno. Una de las últimos ha sido la relacionada con el juntero de Guipúzcoa que votó a favor de que Bildu presidiera la comisión de Derechos Humanos en la localidad.

El popular alegó que se trató de un “error” humano, pero esa explicación no le valió a Génova, quien decidió abrirle un expediente informativo que ha recibido el rechazo en tromba del Partido Popular del País Vasco. Tanto Borja Sémper como Alfonso Alonso, defendieron a Juan Carlos Cano ante sus superiores, subrayando las luchas de este con ETA.

Hoy, después de días en los que le han llamado de todo, mi partido le abre un expediente. Supongo que para aclarar si connivente con ETA. A estas alturas”, sentenciaba en Twitter Borja Sémper. El dirigente vasco, a la postre, también fue uno de los populares que se opuso al volantazo que dio Pablo Casado.

Con este escenario como contexto, Pablo Casado visitará el sábado tierras vascas en un acto organizado por Nuevas Generaciones en Vitoria, para abrir la Escuela Miguel Ángel Blanco. En cambio, el crítico Alfonso Alonso será el encargado de clausurarla.